Voces de ultratumba: La Antología de Spoon River vuelve a interrogar la condición humana
Fue por una idea fija de su padre que Edgar Lee Masters (1868-1950) estudió abogacía y ejerció a desgano la profesión, hundido en un aburrimiento mortal. Sentía que había sido enterrado en vida, sepultado entre expedientes. Su vocación era, en verdad, la literatura, que ejercía en forma de poemas que lograba colar cada tanto en alguna revista, utilizando seudónimos, y manteniéndose firme en la intrascendencia.
Todo cambió cuando la editorial Macmillian, en 1915, publicó su Antología de Spoon River, un conjunto de epitafios imaginarios inscriptos en las lápidas de un pueblo ficticio, una aldea de mala muerte ubicada en el centro de los Estados Unidos, con un cementerio en la punta de una colina.
Ahí yacen enterrados el juez, el banquero, el cura, la borracha del pueblo, el esposo atormentado, la seducida y abandonada, el médico, la actriz frustrada, el mismísimo cincelador de lápidas (un señor llamado Richard Bone: “Hueso”, en inglés), hasta sumar los 244 epitafios que componen la obra.
Supuestamente, Masters la escribió de un tirón, en cuestión de semanas, animado en una suerte de trance que culminó en un colapso nervioso.
Sea como fuere, valió la pena. La repercusión del libro fue tan grande como para permitirle sacarse el traje de letrado y adornarse con los hábitos del escritor (de repente) célebre. El éxito lo impulsó a dejar el estudio de abogacía en Chicago y mudarse a Nueva York para entregarse plenamente a la literatura.
La Antología de Spoon River les otorga voz a los muertos. Se trata de confesiones, en general amargas y sarcásticas, crueles, con chispazos de humor patibulario, en primera persona, que además incluyen una crítica lapidaria (ya que estamos) a la sociedad estadounidense de fines del siglo XIX y principios del siglo 20. En conjunto, se podría leer esta colección de epitafios como un gran poema fúnebre para ser cantado en el entierro del “sueño americano”.
La Antología de Spoon River es, por lo tanto, en cierto sentido, un documento de época. Aunque trasciende esa condición.
Como señalan Enrique Butti y Silvio Cornú, a cargo de la traducción, la introducción y las notas de esta nueva edición realizada por la Universidad Nacional del Litoral, “aunque los testimonios y las circunstancias geográficas e históricas de esta obra sean reveladores –y necesarios para crear un mundo de personajes verosímiles–, la verdadera conmoción que ejercen sobre el lector es de una naturaleza más profunda y universal; lo que en realidad pretenden componer es una radiografía de la condición humana”.
La Antología Palatina, una compilación de poemas en griego del siglo X, habría inspirado los epitafios del autor. Otra fuente de la que habría bebido son los chismes, los secretos y los rumores que le contaba su madre. Lo demás fue fruto del genio y de la penetración psicológica de Edgar Lee Masters.
Las voces de ultratumba que se escuchan en el campo santo de Spoon River fueron su único triunfo literario. Nada de lo que intentó después tuvo la hondura de su antología. Murió pobre y solo, como en un tango, tras malvivir sus últimos años en el famoso Hotel Chelsea de Nueva York.
- Antología de Spoon River. Edgar Lee Masters. 301 páginas. $ 11.500.
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