La Voz del Interior @lavozcomar: La peligrosa indiferencia

La peligrosa indiferencia

El famoso arzobispo católico estadounidense Fulton Sheen (1898-1979) explicó en una de sus últimas homilías del Viernes Santo que frente lo que acontecía en la montaña de Gólgota con las crucifixiones había tres tipos de testigos a quien él apropiadamente llamaba “espectadores”: los indiferentes, los que estaban porque cumplían algún trabajo para las autoridades –y, por lo tanto, estaban allí pagados– y los que realmente sentían el dolor de lo que allí se vivía.

Resaltaba Sheen que, de los tres, los indiferentes eran a quienes debíamos evitar en todo momento, pues eran quienes veían, sabían y entendían lo que pasaba, y no hacían absolutamente nada más que mirar de lejos.

La indiferencia es lo que permite en el mundo que se sigan cometiendo injusticias tremendas en contra de niños, ancianos, discapacitados, enfermos, inmigrantes, refugiados, y nadie tome la iniciativa de hacer algo. No sólo de revertir una situación injusta, sino de alzar la voz y hacer que otros ojos vuelvan los suyos a un acontecimiento que, se sabe, no es normal. Una injusticia que se mantiene en el tiempo. Todos la ven y, sin embargo, todos permiten que continúe.

A alguien le sirve el statu quo. Alguien gana con ese desapego de una situación que, si fuera propia, nunca se la permitirá: nadie quisiera que se hiriera a su madre; nadie quisiera que se lastimara física o emocionalmente a los niños; a nadie le gustaría que desconocidos decidieran sobre su dignidad; sin embargo, permitimos que en las instituciones, en la sociedad y en el mundo eso pase a diario.

La desidia de saber que algo está mal y dejarlo seguir. O, peor aún, unirse a los que saben lo que está sucediendo y complacerlo, validarlo con un silencio cómplice. Se habla hasta el hartazgo de los derechos humanos de algunos, pero no sobre, justamente, de aquellos cuyos derechos son vulnerados a diario y no tienen quién los defienda apropiadamente.

Nuestra sociedad, cargada de títulos y cargos en aras de proteger a los desprotegidos, justamente hace lo contrario. Se llenan la boca hablando de protección a la niñez y a la vejez, a los discapacitados, a los refugiados y a los migrantes, pero nadie se mete para proteger a quienes son de carne y hueso.

Cuántos crímenes, hambrunas, heridas emocionales, traumas colectivos se evitarían si sólo miráramos y dijéramos algo en el momento oportuno. A veces creo que los seres humanos no hemos aprendido nada de la historia, cuando los mismos hechos que observamos hoy antes sólo eran conocidos por rumores o por historias contadas de lugares siempre lejanos.

Con la interconectividad universal en la que vivimos, lo vemos en directo, con nuestros propios ojos; y, sin embargo, para muchos sigue siendo más fácil pertenecer a ese primer grupo del que hablaba Sheen: el de los peligrosamente indiferentes.

* Licenciada en Sociología

https://www.lavoz.com.ar/opinion/la-peligrosa-indiferencia/


Compartilo en Twitter

Compartilo en WhatsApp

Leer en https://www.lavoz.com.ar/opinion/la-peligrosa-indiferencia/

Deja una respuesta