Pablo Echarri: Para la ultraderecha la cultura es casi una bomba de guerra
Ricardo Darín, Germán Palacios y Oscar Martínez estrenaron Art en 1998. Hicieron en 12 años 13 temporadas con un millón de espectadores y transformaron la obra en un clásico del teatro en castellano que incluso hizo temporada en España.
Ahora Martínez se encuentra instalado en ese país y Darín y Palacios le pasaron la posta a otra camada de actores para que hagan correr la magia sobre el escenario: Pablo Echarri, Fernán Miras y Martín Slipak.
En ese ensamble de talento también pasaron por la obra otros actores como Luis Brandoni, José Luis Mazza y Mike Amigorena.
Así, la pieza creada por la dramaturga francesa Yasmina Reza, y estrenada en París en 1994, tuvo un lugar preponderante en la escena de la calle Corrientes en Buenos Aires desde ese entonces. Ahora llega a Córdoba para presentarse en el teatro de la Ciudad de las Artes los días 18 y 19 de mayo a las 21 y a las 20, respectivamente.
Sobre este clásico
La trama muestra a tres amigos (Sergio, Marcos e Iván) que entran en conflicto luego de que uno de ellos compra una pieza de arte que consiste en un lienzo totalmente en blanco.
Lo que podría ser una discusión esnob sobre la idea de obra de arte termina por transformarse en un disparador para marcar las diferencias entre ellos.
¿Cuánto conocemos, en realidad, a nuestros seres queridos? ¿Qué valores nos unen realmente a esos amigos? Esos son algunos de los disparadores que propone la trama.
Echarri, cuenta a La Voz que la categoría de clásico contemporáneo que tiene Art se nota en “el valor del texto, en la fina percepción de cómo fue escrito, en el talento de su voz, en la solidez de su estructura y en la calidad de sus diálogos”.
Y agrega: “Imaginate que nosotros, dirigidos por Ricardo Darín y por Germán Palacios, nos encontramos también con una puesta que ellos armaron junto a Mick Gordon, que fue el director en aquella época, donde encontraron y descubrieron la mejor puesta posible”.
Sobre cómo reversionar un clásico, Echarri aclara que la obra no cambia, que no hay una vuelta de rosca en esos términos sino “una energía diferente dada por los actores” que están sobre el escenario.
−¿Cómo son Ricardo Darín y Germán Palacios como directores? ¿Qué mirada aportan?
−Ellos hicieron la obra durante 12 años y conocen sobre todo el ritmo. La particularidad que tiene Art es que es como una sinfonía, como si fuese una orquesta en la que se tocan cada uno de los instrumentos en el momento justo y necesario. Si nosotros nos cortamos solos como actores y queremos imprimirle una intención personal, no logramos sumirnos a lo que la obra propone. Se desbalancea de alguna manera, porque Art propone una situación de comedia de arranque, pero luego esa misma situación de comedia va dejando lugar a algunos momentos dramáticos (…) En ese esquema, Ricardo y Germán conocían absolutamente al dedillo todos los recovecos de la obra, no solamente sobre cómo debía sonar esa sinfonía, sino también los trucos que cosecharon durante esos años. Así que fue una experiencia fantástica porque nos encontramos con dos personas con mucha afinidad con nosotros, que conocen nuestro oficio y que a la vez eran generosos y apasionados al punto de darnos todos los tips para la obra.
La relación con sus compañeros de elenco Fernán Miras y Martin Slipak es igual de buena, según comenta. Con Fernán, además, lo une una amistad de muchos años. A ambos los considera actores de primera línea, pero sobre todo excelentes seres humanos como para compartir giras y tiempos muertos.
Dice Echarri: “Además de ser talentosos, los compañeros deben ser generosos y darse cuenta de que lo que está por encima es el texto ya escrito. Los dos son extremadamente talentosos y metódicos. También son respetuosos por el trabajo del otro. Trabajan muy cerca del director. Entienden esa necesidad de correrse del centro de atención y poder elevar el texto mucho más allá”.
−¿Tomarías la posta de Darín y Palacios para dirigir a otra generación de actores?
−La verdad es que no lo había pensado. Es una pregunta original y me despierta alguna incógnita porque nunca lo había pensado así. De hecho, yo no tengo muchas expectativas en materia de dirección. Como actor, he transcurrido mi oficio desde hace más de 30 años y he hecho muchas cosas como cine, teatro y televisión. Y a la hora de salir de mi oficio específico más que de director, me han interesado otras cosas. Me ha interesado la gestión social y política. Me ha interesado la producción. Siempre me interesó mucho más poner en marcha la máquina (…) Pero no lo descarto porque es un trabajo tan lindo y estoy agradecido por tener la posibilidad de caminar, de vivir de esto y de ser reconocido. No cierro ninguna puerta.
Sobre su llegada a Córdoba, Echarri insiste en varios momentos de la nota lo que implica esta ciudad como plaza de espectáculos. Dice que en medio de lo mal que la están pasando las industrias culturales del país por la situación económica y el desfinanciamiento de los organismos estatales, hay un nuevo circuito que emergió del interior del interior (sobre todo en el norte del país) al que hay que atender y potenciar. “Hoy las giras son una oportunidad primero de expresión artística y después de sostenimiento de los proyectos”, dice.
Y pone un ejemplo: “Hasta hace poco el corredor La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy, no existía. Y hoy por hoy hay propuestas de viajes de 10, 12 ó 15 días, en donde las compañías se van y hacen funciones en todas esas provincias e inclusive, en más de una localidad. Esto se ha transformado también en un recorrido, el teatro ha crecido mucho en el recorrido nacional”.
−En tu caso particular, ¿cómo te llevas con las giras? porque da la sensación de que disfrutás ese momento..
−¡Me encanta, me gusta mucho! Yo ya estoy feliz de saber que me voy a juntar con Martín y con Fernán, y que nos vamos a tomar el avión, o un colectivo y que vamos a llegar a un hotel a comer rico, y que vamos a conocer gente nueva. Cada función, para mí es un placer inmenso.
Crisis de la ficción
Gracias a su trabajo en la gestión de la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (Sagai) Pablo Echarri conoce las dificultades actuales que pesan sobre los artistas, en medio de la parálisis oficial de los organismos culturales como el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y el INT (Instituto Nacional del Teatro). Además, el actor es conocido por hablar de política siempre que puede.
¿Qué hacer frente a la crisis? ¿Qué rol cumplen las plataformas en sostener las producciones nacionales? ¿El teatro se transformó en un espacio de resistencia con alta aprobación popular e interés del público?
Al respecto el actor arranca ponderando las posibilidades de las plataformas: “Son el nuevo paradigma de producción y distribución en contraposición con el derrumbe total de la producción televisiva de los canales (…) Y hoy, con un Instituto de cine cerrado también la producción independiente está derrumbada. Entonces, las plataformas se transformaron en la única opción de producción audiovisual, que son excelentes porque vienen a cambiar el paradigma de producción, porque han invertido mucho más dinero y también distribuyen y exhiben a través de un sistema absolutamente novedoso”.
Dice lo mismo del teatro, que ha logrado un crecimiento expansivo que llevó a Buenos Aires a ser la tercera plaza a nivel mundial después de Broadway (Estados Unidos) y Londres (Inglaterra).
Pero inmediatamente su análisis se vuelve crítico cuando habla de la coyuntura política. Además, la charla con el actor se da justo el día en que Diputados aprobó la “ley bases”, tan criticada por los sectores de la cultura y el conocimiento.
Al respecto se manifiesta sin vueltas: “Mi impresión está cargada de angustia y de desolación. Estamos cursando un gobierno de ultraderecha que básicamente viene a destruir la concepción del Estado como lo conocíamos. Viene no solamente a transformarlo sino a hacerlo desaparecer”.
Y suma: “Ellos ven en la cultura una herramienta peligrosísima para la concreción de sus planes, porque todos sabemos que el arte en sus diversas formas es una herramienta de apertura de conciencia, de entretenimiento. La gente va a un teatro, escucha una canción o va a un baile o a una ópera y no solamente se está entreteniendo sino que también se está informando y está poniéndose a disposición de una herramienta que, es la cultura, y que sirve para expandir conciencia”.
Asegura que el arte en ese sentido permite ver e imaginar otras vidas posibles por fuera de la propia y es allí en donde “la política da una herramienta para cambiar la realidad”. Entonces, según sus palabras, “para la ultra derecha, la cultura es casi una bomba de guerra”.
E insiste diciendo: “Lo que propone esta nueva ley es, no la desaparición de los organismos, pero sí le da la posibilidad de que los proyectos se digiten de forma personal, arbitraria. El desfinanciamiento absoluto generaría casi lo mismo que un cierre. Entonces ¿qué hacemos los actores? nos organizamos y gestionamos. Tratamos de convencer, como lo hicimos en su momento con la ‘ley ómnibus’ anterior, en la que hemos logrado convencer a muchos diputados y senadores de que no la apoyen porque venía aparejada la desaparición de la cultura en general”.
En ese sentido, consultado sobre cómo hacer pedagogía y explicar la necesidad de políticas culturales a personas que desconocen del tema, Echarri dice que es muy difícil porque “la derecha utiliza argumentos falaces para descalificar situaciones que no le son convenientes”.
El actor asegura que su estrategia es tratar de mostrar que las políticas de inclusión son virtuosas para todos mientras otros intentan confundir “diciendo que el cine está financiado por el impuesto a la leche que pagan las familias que por ahí viven en un barrio de emergencia. Eso es falso, es muy falso. Siempre se ha tratado de desvirtuar de dónde hemos sido financiados”.
Y cierra: “Más allá de todo el deseo de daño que quiera hacer este nuevo Gobierno, va a tener un límite. Cuando ese límite se termine, lo volveremos a arreglar”.
Para ver “Art”
Sábado 18 de mayo, 21 y domingo 19 de mayo, 20 en el teatro de la Ciudad de las Artes. Teatro Ciudad de las Artes. Entradas en Boletería y en Autoentrada desde $ 17.000 a $ 20.000.
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