Milei, ¿fenómeno local o global?
En los últimos días la reunión que Javier Milei tuvo con Elon Musk y la inclusión del presidente argentino en la lista de las cien personas más influyentes del mundo de la Revista Time, son evidencias de que es un fenómeno global.
Por otro lado, en el Foro de Llao-Llao, en el que se reúnen anualmente los empresarios más importantes del país y que este año se vio potenciado por la presencia de los presidentes de Argentina, Paraguay y Uruguay, se consideró a Milei como un «nuevo Menem» (el entonces presidente argentino también se reunía con sus colegas de Uruguay y Paraguay pero en Punta del Este, no en Bariloche).
En esta visión, mirando hacia el pasado, Milei es un retorno a los noventa, cuando un presidente que parecía improbable llegó al poder en forma sorpresiva, tenía como punto de referencia a Estados Unidos en su política exterior y promovía el alineamiento con el país que entonces gobernaba Bush padre.
Milei, al igual que Menem, impulsa con decisión y rapidez un proceso de privatización y desregulación de la economía, y controla la inflación, que a finales del gobierno de Alfonsín había llegado al nivel de hiperinflación. El actual presidente argentino, también como Menem, es una figura disruptiva en términos político-culturales, tiene una gran capacidad de manejo de la comunicación y se transforma en un espectáculo en sí mismo.
Pese al conjunto de similitudes, también existen diferencias. Políticamente, la más relevante es que Menem lideraba la estructura política argentina más importante del siglo XX, el partido peronista o justicialista. En cambio Milei no tiene estructura política propia y, en consecuencia, tampoco el control político que tenía Menem sobre gobernadores, diputados y senadores.
De acuerdo a esta interpretación, Milei representa un retorno a treinta años atrás, un ciclo que fue considerado exitoso por el empresariado porque logró una década de estabilidad, pero que en la sociedad tiene un balance más discutido.
La primera mirada, en cambio, mira hacia el futuro y más a las tendencias de cambio que se están dando en el mundo occidental, que a las experiencias y antecedentes políticos locales.
Desde el inicio de la candidatura presidencial de Milei en el segundo trimestre de 2022, planteó una consigna: «Yo soy Trump, Bolsonaro y el partido Vox de España en Argentina». Él mismo se autodefinía por una referencia internacional, que si bien conceptualmente puede estar en discusión o debate, los nombres la definen con claridad.
Es decir, el presidente argentino sería la representación local de un fenómeno de la crisis política que se da en el Occidente contemporáneo. En una visión de corto plazo puede ser definida como populismo conservador o de derecha. Mirando hacia el futuro y los procesos de cambio que están en marcha, se puede usar el término de «tecnopolítica».
Elon Musk, en mi opinión, combina una gran capacidad de innovación, pero también de acción para llevarla a los hechos. Redes sociales, autos eléctricos y la carrera espacial son quizás sus tres emprendimientos centrales, que si bien tienen una base económica, también de proyección política.
Quizás no sea casual que si bien Trump ha sido una referencia coherente y sistemática en Milei, haya estado con él sólo un minuto y medio, ya como presidente en ejercicio. En cambio, con Musk se reunió varias horas, en un intercambio singular, tras varios meses de relación en redes sociales.
En la visión política de Musk, los grandes cambios tecnológicos que han tenido lugar entre fines del siglo XVIII, cuando la Revolución Americana y la Francesa establecen las bases de la democracia representativa-liberal, y los comienzos del siglo XXI, hacen necesaria una adecuación, actualización y modernización del sistema de representación política. Es que hoy la comunicación a través de las redes sociales permite una relación directa entre el líder político y los ciudadanos. Hoy formalmente se realiza cada dos años con el acto electoral, como sucede en Estados Unidos y Argentina.
Desde esta perspectiva, Milei, para Musk, es el arquetipo del nuevo líder político, que se pasa horas del día siendo su propio Community Manager, contestando, retuiteando y dando likes. Sería el primer ejemplo del líder político de una nueva era.
Quizás Milei todavía no ha ingresado en el cambio geopolítico de la visión innovadora de Musk. Se trata de la carrera espacial. El innovador estadounidense ha dicho que él va a morir en Marte y va a fundar el primer asentamiento humano permanente en dicho planeta, al cual Estados Unidos llegará antes que sus competidores: China, Rusia y la India. Entre 2050 y 2060 el asentamiento de Musk en Marte podría estar pidiendo su incorporación a los Estados Unidos como el estado número cincuenta y uno.
Todo esto puede parecer ciencia ficción, pero quizás esté teniendo más que ver con los procesos de cambio que hoy se están dando en el mundo. Es que el futuro de la Humanidad en el largo o larguísimo plazo, dependerá más de la carrera espacial que de las guerras de Ucrania o Gaza.
Hay una tercera interpretación del «fenómeno Milei»: la histórica, que puede sintetizarse en su discurso del 2 de abril en el aniversario de Malvinas, en el cual hizo referencia a Alberdi y Roca como sus modelos de inspiración. El presidente argentino no es un historiador, y desde la izquierda se lo acusa de querer retornar a una «edad de oro» argentina que no habría sido tal. Se trata de un debate hasta ahora limitado al mundo académico e ideológico.
En mi opinión, Milei es un líder político que mantiene una postura política reivindicativa de la Generación del 80 y que tiene similitudes con Menem, pero que está representando hoy un anticipo de los cambios políticos que están teniendo lugar con la rápida y extendida irrupción de la comunicación tecnológica.
Es desde esta perspectiva que se trata de la manifestación local de un fenómeno global que crece en forma desordenada y por delante de los análisis del mundo académico.
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