El Pacto de la Moncloa y el “pacto de mayo”
En 1977, los enemigos de la mayor guerra civil europea se pusieron de acuerdo y firmaron el Pacto de la Moncloa. Y con ese pacto, España abandonó la dictadura del franquismo e ingresó en la modernidad.
En esa época, el aislamiento de España era tal que se decía que Europa terminaba en los Pirineos y que allí comenzaba África.
Este es el ejemplo que deberíamos seguir los argentinos para terminar con 30 años de nulo crecimiento económico, pobreza, inflación y corrupción. Los enemigos de una guerra con 600 mil muertos se pusieron de acuerdo y firmaron un pacto histórico. En la Argentina no podemos esperar algo parecido. El kirchnerismo concibe a la política como lucha, victoria y derrota, y no permite acuerdos ni pactos, salvo con quienes piensen igual.
Pero un pacto fundacional es imprescindible.
Debe ser un pacto en serio y que ponga fin a un sistema de acumulación de poder impregnado de corrupción. Que no sólo se da en la política, sino también en el empresariado económico, en el sindicalismo y hasta en la cultura misma. Sobreprecios, sobornos, enriquecimiento ilícito público y privado y lavado de activos son las reglas de acumulación de poder en la Argentina. Este sistema, que además tiene impunidad judicial y fuerte aval social, es el que debe cambiar con el “pacto de mayo”.
El pacto que propone el presidente Javier Milei es audaz y positivo. Pero es equivocado el diagnóstico. Porque el “problema argentino” no es sólo monetario o fiscal, sino que abarca y comprende a la política, al empresariado, al sindicalismo y a la cultura misma. Es un modelo de construcción de poder impregnado de corrupción.
De allí que el déficit cero no sea suficiente para cambiar ese sistema de acumulación de poder.
Hacen falta al menos cuatro reformas estructurales.
1) Una reforma integral del Código Penal en materia de delitos del poder. Agravantes punitivos y no simples aumentos masivos de penas. Nos interesa castigar al ministro y no al ascensorista. Responsabilidad penal de las personas jurídicas. Reformulación de la figura del funcionario público. El concesionario es funcionario público. Existe un proyecto integral de reforma al Código Penal con estado parlamentario hasta 2016, que lleva mi firma y la de Patricia Bullrich.
Esa reforma penal de nada sirve si no está acompañada por una reforma procesal penal que termine con la vergüenza de que un juicio por corrupción dura en Argentina 14 años y sólo tiene un índice de condena del 4%. En el caso Skanska, el proceso judicial duró 19 años. Hay una confesión judicial de sobornos. Y la empresa sueca es declarada inocente. Debe quedar claro que una sentencia firme y de cumplimiento efectivo es la de segunda instancia.
Terminar con falsa tesis de tercera instancia, que sólo se aplica en nuestro país. El condenado en segunda instancia tiene el derecho de interponer recursos extraordinarios, pero debe hacerlo desde la cárcel.
Milei sólo propone dos reformas al Código Penal: legítima defensa y protesta social. No alcanzan para nada.
2) El “pacto de mayo” debe crear un grupo de trabajo de lucha contra la corrupción y el lavado de activos. Es lo que la Ocde creó en 2013. Incorporar a la DEA en la lucha contra el narcotráfico no sirve.
Es imprescindible agravar las penas en “delitos determinantes” del lavado de activos: narcotráfico, corrupción, tráfico de armas y trata de personas.
En el Código Penal argentino, los delitos de corrupción tienen penas ridículas. Y no hay forma de recuperar los bienes robados por la corrupción, por la sencilla razón de que nunca hay sentencia firme, gracias a la falsa tesis de la tercera instancia.
3) El tercer punto que debe incorporar el “pacto de mayo” es el de un límite al endeudamiento del Estado (Tratado de Maastricht). Es un ejemplo trágico que la deuda con el Club de París se arrastre con intereses usurarios desde 1958. Y hoy prácticamente debemos lo mismo que en la década de 1950.
4) El cuarto punto que debe incorporarse es una reforma cultural integral. La batalla cultural fue ganada por el kirchnerismo, que logró instalar en la sociedad que es el propietario histórico de los derechos humanos. Negó el Juicio a las Juntas, de 1985. Negó el “Nunca más”. Se cambió la verdad histórica de Alfonsín por la de Néstor Kirchner. Pero Milei debe entender que estas falsas verdades deben ser revisadas sin caer en la torpeza ideologizada del negacionismo en derechos humanos o en políticas de género.
Avishai Margalit, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, sostiene que las categorías de izquierda y derecha están agotadas en el siglo 21. Que el verdadero humanismo y el verdadero fascismo hoy se definen según un nuevo paradigma, que es la decencia.
Una sociedad decente es aquella en la cual los gobiernos, se declaren de izquierda o de derecha, no humillan a los gobernados.
En el “pacto de mayo” debe quedar claro el costo económico de la corrupción argentina como sistema de poder. El economista Paolo Mauro elabora un modelo matemático que compara índices de corrupción con índices de producto interno bruto (PIB). Habría una reducción de medio punto del PIB por cada tres puntos de aumento del índice de corrupción.
El Pacto de la Moncloa debe ser la guía para la firma de un “pacto de mayo” en serio. Y si el extremismo político argentino decide no firmarlo, lo mismo se debe firmar. Ya en el siglo XIX tuvimos un ejemplo parecido con la Constitución de 1853, que debió ser ampliada por la reforma de 1860, con la incorporación de Buenos Aires.
* Exdiputado nacional
https://www.lavoz.com.ar/opinion/el-pacto-de-la-moncloa-y-el-pacto-de-mayo/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/opinion/el-pacto-de-la-moncloa-y-el-pacto-de-mayo/