La Voz del Interior @lavozcomar: Si esta lluvia nos moja

Si esta lluvia nos moja

La primera vez que te dicen “señora” o “señor” en la calle, el colectivo o en el ascensor, es uno de esos momentos que no olvidás nunca; queda reflejado en el consciente y en el inconsciente. Ya no sos joven.

Ese es uno de los tres momentos en que dramáticamente identificás que estás cambiando de etapa.

El segundo es cuando te hacés la primera colonoscopia.

Abrís los ojos porque se están yendo los efectos de la anestesia y ya estás caminando indefectiblemente hacia la vejez. De jóvenes estudiamos que la caída de Constantinopla en poder de los turcos marcaba el fin de la Edad Media. Cuando el médico te dice que te vistas y te vayas, es como la caída de la actual Estambul, fin de tu Edad Media.

El tercer momento histórico es cuando te empieza a molestar la lluvia.

Lo que los adultos ya no entendemos

Uno podría hacer un test sobre los primeros pensamientos cuando comienza a llover.

De niños pensamos en armar barquitos de papel y salir a hacerlos navegar por el borde del cordón, compitiendo con los que habían hecho nuestros amigos. No llevábamos paraguas ni camperas con capucha. Sólo podíamos preocuparnos si teníamos planeado algún partido de fútbol por esos días.

Ahora lo primero que te viene a la mente cuando comienza a llover es si trajiste paraguas o si te quedó ropa tendida en casa. Ambos son símbolos de que has abandonado la niñez, y cualquier vestigio de ella, definitivamente.

Dejás de ser niño porque la lluvia era ese momento glorioso de mojarse, barro, barquitos de papel o simplemente no preguntar si alguien te prestaba un paraguas. La lluvia era ese momento maravilloso de la niñez que los adultos ya no entendemos. Qué gran aventura era jugar en el barro; ahora sólo pensamos que se nos ensucia el auto.

Abandonás la juventud cuando comienza a llover y soltás una tremenda puteada porque justo ayer lavaste o llevaste a lavar el auto. Y había quedado impecable, lustroso; había sido un trabajo estupendo y ahora, si lograste cubrir tu auto, tenés que sacarlo a través de miles de badenes, cordones y calles completas de charcos plenos de ganas de ensuciar cada vehículo que ven atravesar por sus espacios. O te desesperás llamando a alguien que se quedó en casa o a algún vecino para que te entre la ropa que quedó a la intemperie.

En Spotify también

De donde soy, la lluvia es una alegría para el campo, porque se va a poder sembrar o los cultivos van a tener mejor suerte.

La nona ponía fuentones y palanganas de plástico en el patio para juntar agua de lluvia y después regar las plantas, porque decía que era mejor. Y usaba un poco de agua para lavarse el pelo, porque decía que hacía bien.

El inconfundible repiquetear de la lluvia sobre el techo de la casa o sobre las ventanas. Hoy podés buscar en Spotify el ruido de la lluvia sobre distintos tipos de techo y hasta meditaciones con lluvia de fondo. A veces la busco y escucho la lluvia y me imagino corriendo una carrera bajo el agua, sin preocuparme del frío, de la ropa ni de lo que nos dirán.

Un amigo, cuando cuenta algún problema, siempre termina con una frase: “Si esta lluvia nos moja”. Este amigo es de Sagitario, y a los de Sagitario la lluvia los obliga a salir y juntarse con amigos.

A Virgo no le gusta la lluvia porque lo despeina y desordena. A Tauro, por llevar la contra, le gusta si a vos no te gusta la lluvia. El Capricornio no sonríe ante la lluvia ni ante nada. Libra aún no se decidió si le gusta o no la lluvia; considera que es positiva para la cosecha, pero ensucia. A Geminis hoy le encanta y mañana la odia. A Acuario le molesta que la lluvia termine; ellos están acostumbrados a no terminar nada. Si llueve a la mañana, a los de Cáncer los pone de mal humor; si llueve a la tarde, también, y si no llueve, probablemente sea el mismo resultado.

De película

Algo nos queda para siempre en la memoria referente a la lluvia. Julio Iglesias maneja sobre la carretera mojada, Fito Páez canta llueve sobre mojado, al mismo tiempo que Juan Luis Guerra espera que llueva café en el campo. Y Andrés Calamaro esperó bajo la lluvia más de dos horas, mil horas.

En el cine también la lluvia jugó un papel emocionante. En la escena final de Los puentes de Madison llueve de manera torrencial, y Clint Eastwood se queda esperando una decisión que nunca se toma. Desahuciado, desamparado y totalmente mojado.

El beso del Hombre Araña y Mary Jane mientras él está colgado ocurre en medio de la lluvia. Tal vez una de las más icónicas escenas.

Y la más magnífica de todas, Gene Kelly besa a la chica y vuelve caminando, con una copiosa lluvia, mientras canta Cantando bajo la lluvia

Por suerte, los directores de cine admiran más la lluvia que los meteorólogos, que comienzan sus pronósticos diciendo “lamentablemente, mañana llueve” o un “les tenemos malas noticias para el miércoles: lluvia”. Definitivamente, si estudiaste sobre nubes y truenos, poco te interesa el romanticismo de gotas que caen sobre el beso apasionado de los protagonistas.

Los meteorólogos son propagadores de mala fama, casi discriminadores. El viento no tiene tanta mala fama; sin embargo, no aparece nunca en un final épico de alguna película famosa, y es mucho más molesto.

Un título probable para este escrito podría ser “Tratado en defensa de la lluvia” o “Grito en defensa de mojarnos”. Aunque tengo el poco humilde objetivo de que la próxima vez que llueva armes un barquito y lo lleves a navegar o te quedes en silencio escuchando el ruido sobre el techo. Ver y escuchar llover aún es gratis.

Y recordá que cuando termina la tormenta, cuando deja de llover, podés salir a buscar el arcoíris.

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