Los privilegios de los legisladores
Hace unos días, nos encontramos azorados con el proyecto de ley para aumentar las dietas de los legisladores nacionales de ambas Cámaras en un 30%. Gracias a Dios, el presidente Javier Milei puso el grito en el cielo y dicha intención quedó trunca. Imaginemos esta situación en una Argentina devastada, quebrada en lo moral y económico. Si propiciamos definitivamente que los legisladores nacionales trabajen ad honorem, esto serviría para reconfigurar el prestigio de diputados y senadores.
En el Parlasur, los legisladores de dicho organismo –que totalizan 42 bancas del bloque argentino– no perciben dieta ni ingreso pecuniario alguno, por ningún concepto. Sólo se abonan los pasajes a la ciudad de Montevideo los meses en que se sesiona y el gasto de hospedaje por dos o tres noches de hotel.
Nada más incuestionable a los efectos del desenvolvimiento de una actividad legislativa loable en la que se discute y se proyecta, como en cualquier parlamento. Ninguno de los legisladores electos, entre los cuales me encuentro, piensa en aumentarse ningún ingreso pecuniario, porque directamente ese ingreso no existe.
Somos un grupo de personas que prestamos un servicio al país. Deberíamos ser, en este momento tan crítico, una prédica ejemplar para el resto de la política argentina. Los diputados y senadores pertenecen a honorables cámaras. Pero dónde dejaron su honor, señores legisladores, en el peor momento de la Argentina, en un tema que causa el rechazo de la sociedad entera, que no llega a fin de mes.
El no percibir ingresos se justifica con permanecer sólo dos días por semana en Buenos Aires, trabajando en serio y produciendo disposiciones o leyes que el país espera de ustedes. Dejen un poco de desprestigio social para otros sectores o personas.
Seguramente me preguntarán de qué vivirían personas de tan alta dedicación al país si sólo se les abonaran los pasajes y el hotel. La respuesta contundente es que deberían asegurar sus ingresos con las actividades que realizaban antes de ingresar a su actividad estatal en el Congreso de la Nación. Pues ser político implica sensibilidad social. El ser político implica prestar servicios nobles a una causa y al país. El ser político, en definitiva, es ser solidario, pero se empeñan permanentemente en demostrar que no lo son.
El que tuvo un trabajo privado antes de ser elegido deberá reintegrarse a sus actividades propias y vivir de esos ingresos. El que siempre estuvo abonado al Estado y no realizó ninguna otra tarea, ya está en edad de retirarse, porque desde supuestamente 40 años a esta parte vivió de un cargo solventado por todos los argentinos.
Señores diputados y senadores, en 2023 sesionaron seis veces en un período. Me parece que no se justifican sus ingresos con este bajísimo nivel de actividad. Como tampoco se justifican las llamadas “pymes” con 31 empleados en calidad de asesores, como se dice tienen varios de ustedes. Tampoco se justifican ni los choferes ni los teléfonos celulares.
En definitiva, prediquen con el ejemplo. Es hora de poner blanco sobre negro en relación con quienes tienen la empatía de poner las cuentas en caja y los claros objetivos de ejercer la política como una actividad solidaria y de prestigio. Legisladores como Miguel Ángel Pichetto, una persona de cierto prestigio entre los miembros del Congreso de la Nación, se manifestaron a favor del pedido de aumento.
Pues bien, debería explicarnos de qué manera se perdería calidad institucional legislativa cuando la inactividad, la llamada “transa” y la poquísima productividad en importancia y potencia de proyectos hicieron del Congreso Nacional un ámbito de privilegios para una casta política solventada por el bolsillo de todos los aportantes de impuestos en la Argentina.
Debemos regresar a la sensatez. Italia redujo 50% su Cámara de Diputados luego de la pandemia. En Argentina, habría que instrumentar un plan de retiros voluntarios en el Congreso Nacional. Hay empleados que sobran en el sector de biblioteca, que jamás fueron a trabajar y cobran mensualmente (en general, parientes o amigos de políticos, borrachos de privilegios e impunidad).
Los argentinos de bien no estamos para eso. Espero que algún legislador nacional o político sensato comparta mi pensamiento, basado en el dolor del estancamiento, cercado por la emigración de gente joven del país por falta de oportunidades.
* Parlamentario del Mercosur
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