Licuación de gasto hasta 2025 y cambio estructural después
Resulta inadmisible que todo el ajuste lo pague siempre un sector privado al que vienen esquilmando desde el 2001. El sector público con todos los empleados públicos adentro deberá acompañar este ajuste. El problema es el sector público, no el privado. Lo que debe achicarse es el costo del empleo público.
En este contexto, nadie va a poder reclamarle a este presidente que no quiso ir en la dirección correcta si es que los negadores de la vida, dígase legisladores y gobernadores, le siguen impidiendo ir con el rumbo y velocidad que necesita. De esta forma, el Congreso se ha convertido en un máquina de impedir por una sencilla razón: la dirección que pretende el gobierno libertario implicaría entregar una larga lista de privilegios enquistados.
Sin embargo, bajo esta aparente negación al todo, la clase política contraria al cambio arriesga una derrota en las legislativas de 2025 que podría ser épica. Y entonces, en esta formidable puja política, la Ley Ómnibus y el DNU ahora mutan a «Pacto de Mayo». Este relato por el momento suena maravilloso para todo oído liberal que pulula en esta tierra pero sigue ausente el «cómo lograrlo».
Ya empezó una nueva batalla: «pacto sí», «pacto no». Y mi sensación es que el objetivo del Pacto de Mayo no es económico porque el Presidente sabe que le van a seguir diciendo que no. El Pacto tiene un objetivo político: triturar a la casta en 2025 con el principio de revelación al máximo.
Dolarizar es un error, unificar el mercado de cambios, un acierto. Sigue apreciándose fuertemente el peso contra el dólar. Mucho argentino tenía encanutado toda clase de dólares esperando una explosión de inicio de 2024 y la jugada salió muy mal. De hecho, el trade de inicio de año fue impensadamente estar long carry en pesos.
No es la primera vez, ni será la última, que Argentina vaya a contramano de la lógica. El peso se aprecia por varias razones:
La única batalla remanente para 2024 y no es poco
Como siempre es el caso en esta tierra, nuevamente el largo plazo queda postergado para algún otro día de nuestras vidas y el Gobierno ante la persistente negativa del Congreso, queda forzado a priorizar la consecución del déficit cero como pueda y de manera subóptima, y esta circunstancia deja abierta una fortísima batalla con las provincias acostumbradas a gastar de más y financiándose con transferencias discrecionales desde la Nación, conducta que este gobierno está desterrando.
Pareciera entonces, que la batalla en el Congreso por la Ley Ómnibus y el DNU culmina, también pareciera el intento de alguna clase de tregua con los gobernadores ante el nacimiento de un nuevo ámbito de negociación: «el Pacto de Mayo». Queda la licuación inflacionaria del gasto como única forma de reducirlo en el corto plazo.
Es probable que en todos estos intentos de cambiar de cuajo a nuestro país que literalmente funciona al revés, una mayoría relevante de la clase política siga diciendo que no a todo hasta la próxima elección. Pero al mismo tiempo, están quedando en evidencia de manera cada vez más notable, preparando el terreno para un castigo electoral que podría ser épico en 2025.
El Pacto de Mayo tiene un solo objetivo: dejar en evidencia a quienes son los sectores políticos que se oponen a un cambio tan obvio como indispensable. El Pacto de Mayo que pretende el Presidente le prepara el terreno para potencialmente arrasar en las legislativas del 2025, si es que la coyuntura le aguanta.
Pero a la vez es importante considerar que seguiremos en «estado no» hasta 2025. El Pacto tiene un formidable objetivo político: triturar a la casta en 2025 con el principio de revelación a pleno. Dado que una parte relevante del Congreso seguirá diciendo que no a todo, hasta 2025 la única herramienta que tendrá el Gobierno para reducir gasto será la «licuación».
Si arrasa en las legislativas de 2025 y eso es un escenario sin respuesta por el momento, se viene un nuevo capítulo representado por «cambio estructural».
Licuación primero, cambio estructural después, si este experimento libertario sale bien.
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