Nicolás Massot: “Sin acuerdo, el programa de Milei sólo sustituirá inflación por desempleo”
Nicolás Massot visitó Córdoba esta semana en la previa de la apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso. El dirigente del PRO, quien entre 2013 y 2019 tuvo un lazo muy fuerte con la provincia, es uno de los principales referentes del bloque Hacemos Coalición Federal, conducido por Miguel Pichetto y del que forman parte los legisladores que responden al gobernador Martín Llaryora y a Juan Schiaretti.
Apuntado por el presidente Javier Milei como uno de los “traidores” que trabajaron en contra de la “ley ómnibus”, Massot expone las fuertes diferencias que tiene con el jefe del Estado. Habla de una “patología” en la forma de gobernar del Presidente y lo describe como un líder mesiánico. “Sin un acuerdo de largo plazo, el programa económico sólo sustituirá inflación por desempleo”.
–¿Cómo interpreta el llamado del Presidente a un gran acuerdo nacional con los gobernadores?
–Milei bajó un cambio y entendió que las políticas públicas no se imponen, se acuerdan. Su discurso refleja que finalmente entendió esta premisa básica y plantea un sendero de acuerdos con el Congreso y las provincias. No hay otra manera. Solo resta ver que en el reenvío de la ley no incluya ni una suba de retenciones ni un ajuste a los jubilados, que fueron los temas que principalmente la trabaron el mes pasado. Por lo demás, cualquier iniciativa del Ejecutivo que involucre la debida discusión y posterior acuerdo en el Congreso podrá llegar a buen puerto. Sólo con un sendero de acuerdos que le den previsibilidad a las reformas se podrán lograr las inversiones suficientes como para absorber el empleo que la recesión actual está destruyendo.
–¿Qué cambió del Milei que ganó el balotaje y este presidente de hoy?
–En aquel momento muchos teníamos la esperanza de que estuviéramos frente a una estrategia de campaña y que, ocurrido el triunfo y su elección de presidente, se produjera una natural moderación del tono de campaña, en donde uno deja de hablarle a una parcialidad y comienza a gobernar para la totalidad. Y creo que la peor noticia de estos 70 días es que eso nunca pasó y creo que a esta altura no va a pasar jamás.
–¿Qué efectos podría tener esto de gobernar sólo para los que piensan como él?
–Estamos ante una persona mucho más enfocada en convertirse en un influencer internacional que en un presidente nacional. Y eso acarrea muchísimos problemas. El primero es esta lógica de amigo enemigo que, lejos de haberla superado tras la salida del kirchnerismo, ahora la vemos exacerbada. A eso se suma la descalificación y la persecución a los opositores, la eliminación prácticamente del disenso como mecanismo superador de las políticas públicas, la poquísima observancia respecto de los otros poderes del Estado y de la legitimidad de todos los demás dirigentes de distintos ámbitos, no digo solamente políticos, también sindicales, empresariales y del periodismo. El anarcocapitalismo que Milei pregona en su primera mitad, la mitad anárquica, lo que busca es eliminar la intermediación. Establecer un vínculo directo entre el gobernante que se presume rey o mesías, como vimos en su gira prácticamente mística por Medio Oriente, y el pueblo.
–¿Cree que esa postura es estratégica, coyuntural, o que forma parte de la génesis de Milei?
–Todavía hay gran parte de la política y de la sociedad perpleja porque no termina de entender si esto es algo estructural o es una estrategia. Yo me ubico en el primer grupo, en los que creemos que esto no era una estrategia de campaña, no es una estrategia de gobierno, es un rasgo de la personalidad o tal vez una patología.
–Considera que no hay vuelta atrás para estas formas.
–Totalmente. Creo que eso es lo que estamos viendo, más allá del discurso del viernes. Y eso plantea muchos desafíos y nos hace retroceder muchísimo porque nos hace volver a debates que parecían totalmente superados.
–Por ejemplo
–La Argentina siempre tuvo algún debate de correspondencia fiscal. ¿Esto qué quiere decir? Es un concepto técnico que básicamente lo que apunta es, bueno, como somos un país federal que tenemos tres niveles de gobierno, bueno, es verdad que históricamente siempre hubo un descalce entre lo que le compete a cada orden de gobierno y la capacidad de financiar esas competencias que cada orden de gobierno tiene. Por eso, el centralismo, el unitarismo fiscal, existieron siempre. Ahora el unitarismo fiscal está siendo absolutamente exacerbado, pero montado sobre una discusión de la legitimidad de los gobernadores y los intendentes, pervirtiendo absolutamente la génesis de la Argentina. Que en realidad lo menos legítimo de todo es la Nación, porque la nación es producto de un pacto entre provincias. Lo primero son las provincias. Lo que existe jurídicamente en la Argentina son las provincias. De ahí comienza la representación política. Las provincias anteceden a la Nación.
–En apenas dos meses, el Presidente se enfrentó con casi todos los gobernadores. ¿Hasta dónde puede escalar ese nivel de confrontación?
–Esta es una retórica peligrosa que hace dos siglos no la vemos en la Argentina, parece que volvemos a los tiempos de Rivadavia y Dorrego. Ahora hay que ver qué sucede con esta convocatoria al diálogo.
–Además tiene como rasgo que es transversal, sin importar el color político.
–No hay distinción porque es un enfrentamiento que tiene por objetivo disciplinar. Pero Milei sí hace distinciones. La distinción es entre (Martín) Llaryora y Daniel Scioli, que hoy es su principal esbirro. O es entre Nacho Torres y Luis Barrionuevo. O tal vez hay que empezar a preguntarse cuáles son los alcances del acuerdo de Milei plasmado en las listas y eventualmente en el silencio respecto de las causas de corrupción que envolvieron a la Argentina en los últimos 20 años. Cuál es el alcance del acuerdo de Milei con Massa y con Cristina Fernández de Kirchner. Hay una distinción. Es bastante decepcionante escuchar a Patricia Bullrich diciendo que van a usar todos los recursos del Estado para aplacar a los rebeldes, que serían los gobernadores. ¿A dónde está la verdadera rebeldía? Porque vamos a decir, si uno repasa las competencias más importantes de la vida de los cordobeses, de los santacruceños o de los jujeños, estoy refiriendo a la salud, a la educación, a la seguridad, al uso de su suelo, la propiedad privada, son todas de orden provincial. Entonces, ¿qué hace la Nación? La Nación se ocupa de la representación exterior, se ocupa de la moneda, se ocupa de la garantía de la soberanía a través de las Fuerzas Armadas. Pero, ¿dónde está la verdadera rebeldía en un conflicto como este? Retira el fondo educativo, que produce un escarmiento a cientos de miles de docentes en todo el país, manoteándole parte de su salario, pensando que en realidad está afectando a 24 gobernadores. O incrementa las tarifas de los transportes retirando el subsidio, le retira el subsidio a millones de trabajadores en todo el país, pero no tiene ni una palabra que decir respecto de los millonarios subsidios de regímenes especiales empresariales que en la Argentina abundan y no se ha tocado ninguno.
–Supuestamente la casta era mala, pero en algunos casos Milei parece decir que hay casta buena y casta mala.
–Exacto. Y la distinción es el silencio, la obsecuencia y la ausencia de crítica. Casta es el que osa esbozar alguna crítica, alguna sugerencia constructiva. Y un representante de las Fuerza del Cielo, nobel como puede ser Daniel Osvaldo Scioli, lo es solamente por haberle hecho una genuflexión y haberle ofrendado su persona al rey león. Estamos en esa retórica. Yo no estoy haciendo una parodia. Es efectivamente como estamos viviendo. Es una incoherencia absoluta apalancada en la esperanza de millones de argentinos que efectivamente quieren un cambio.
–¿Hay una nueva grieta?
–Estamos volviendo a la grieta más nociva de todas, que es esta idea vacía de los que estuvieron con el cambio y ahora no están con el cambio. Ese es el discurso de Bullrich. Te hablan de cambio a cococho de Daniel Scioli o garantizando el silencio a Cristina Fernández de Kirchner? ¿Cúal cambio es ese? ¿Qué cambio es producir un ajuste tan ortodoxo como ajustar sobre los jubilados y sobre las economías regionales aumentando el impuesto Pais o proponiendo un aumento de las retenciones? ¿O sobre la clase asalariada queriendo volver con el Impuesto a las Ganancias? ¿Qué tipo de cambio es ese? Ese no es el cambio, por lo menos en el que yo me ubico, ni en el que me ubiqué en la lista para la que trabajé. Yo te recuerdo que Patricia Bullrich, para quien yo trabajé el día del acto de cierre, es decir, cinco días antes de darle su apoyo a Milei, dijo en el acto de cierre de campaña con Mauricio Macri al lado –que dijo palabras más, palabras menos, exactamente lo mismo–, que Milei era una persona que estaba poco preparada y que no podía garantizar ningún cambio duradero. Yo creo exactamente lo mismo al día de hoy, no fui yo el que cambié. Entonces, creo que es muy importante, ya que lamentablemente Patricia Bullrich no lo está haciendo, que alguien dentro del PRO, que es hoy el principal puntal del gobierno en términos de sus aliados, le aplique cierta racionalidad en el sentido de que el PRO fue siempre un partido republicano.
–¿Cree que habrá algún tipo de fusión del gobierno con parte del PRO?
–El PRO está en un punto de inflexión. Tiene que decidir si va a plantear con el gobierno un acuerdo de cargos para quedarse con tres ministerios, o va a plantear un acuerdo de valores y de instituciones y de largo plazo, que es lo que yo espero que haga.
–¿Cómo convive este ajuste fiscal y el impacto de la crisis con la paciencia de la gente? ¿Qué horizonte ve?
–Creo que Milei está perdiendo el propósito, porque está aplicando un programa de shock muy tradicional, por cierto, muy distinto al que él pregonaba en campaña, de los más tradicionales que se haya visto en la historia. Cada vez que la ortodoxia económica ha buscado bajar la inflación, ha hecho lo mismo que está haciendo Milei: destruir demanda, destruir actividad. En la destrucción de actividad, la caída de los precios es una respuesta al juego de la oferta y la demanda. El problema es que el precio de bajar la inflación es el aumento del desempleo y la caída en los ingresos.
–¿Por qué dice que Milei está perdiendo el propósito?
–Porque bajar la inflación no es un fin en sí mismo. Bajar la inflación es un medio para lograr el fin en sí mismo, que es mejorar la capacidad de vida de la gente, mejorar la capacidad de compra y de ahorro. Solamente así tiene sentido bajar la inflación. Hoy la inflación está bajando, pero está bajando más rápido el ingreso y está subiendo el desempleo, de manera que el ingreso real de la familia se está haciendo crema. Entonces ahí hay una pérdida de propósito. No tiene ningún sentido plantear una baja tan drástica de la inflación si se va a llevar puesto a cientos de miles de familias. Que Milei busque el ahorro en el gasto tributario que le perdona impuestos a miles de empresas. Que busque en el gasto tributario que le perdona el IVA a los grandes desarrollistas. Que busque en el gasto tributario que le da una eximición de ganancias a la fintech. No estoy hablando en contra de esos regímenes, por favor. En su momento fueron muy necesarios y si la Argentina tuviera superávit posiblemente habría que sostenerlos. No son malos en sí mismos. Pero cuando hay que tomar la difícil decisión de por dónde ajustar, me parece que tendría mucho más sentido y sería mucho más justo, mucho más humano ir a buscar ese ajuste en la rentabilidad marginal de las empresas que en el alimento o en los medicamentos de los jubilados. Pero estamos frente a un gobierno que, insisto, ha perdido el propósito.
–En el Congreso se observan varios espacios políticos fruto de la reconfiguración del sistema que derivó de la crisis de Juntos por el Cambio y el peronismo K. Y Milei saca provecho de ese factor. ¿Es impensado en esta nueva etapa ver a una parte de la oposición votar con el kirchnerismo?
–Creo que, semana tras semana, viendo el nivel y el tipo de conflictos que plantea el Presidente, el cuidado de votar junto con el kirchnerismo va desapareciendo. Y eso sucede porque lo que empieza a quedar claro es que no es que alguien vaya a votar con el peronismo o viceversa. Es que acá lo que se necesita es un Congreso que construya una mayoría en defensa del salario de los docentes, en defensa de los recursos de las provincias que después fondean las escuelas públicas, los hospitales, las rutas, las policías de las provincias. En defensa, en fin, de una agenda de largo plazo que no solamente logre algunas cuestiones que cambien, sino sobre todo su duración en el tiempo. Y si en esa mayoría, circunstancialmente, confluyen distintos partidos que, por cierto, nada tienen que ver en la vida partidaria, pero que pueden encontrar puntos de contacto en la agenda parlamentaria, bueno, tendrá que serlo. Porque al atropello de un poder del Estado, solamente lo puede frenar otro poder del Estado.
–Integra un bloque en el que están representados los intereses de Córdoba fruto de la elección que hizo Juan Schiaretti. ¿Qué rol debería tener el exgobernador?
–Espero que sea muy importante. Fue el primero, tal vez desde Angeloz, que logró nacionalizar una identidad muy propia que es la que tiene políticamente la provincia de Córdoba, una provincia en donde jamás han proliferado los extremos. Una de las pocas provincias en donde uno ve el recambio generacional y ve que hoy tiene un dirigente como Llaryora con una cabeza más moderna y con una gran preparación. Tiene, además, la alternativa de otra cabeza moderna y muy preparada como puede ser Rodrigo de Loredo. Córdoba tiene largo plazo precisamente porque hay una cantidad de cuestiones que se alejan de los extremos que son comunes independientemente que gobierne uno u otro. Schiaretti logró, gracias a los debates, romper ese techo que esa identidad cordobesa tenía cuando salía de la provincia. El único límite va a ser el que le pongan sus energías y su salud. Ojalá que las tenga por mucho tiempo y pueda agregarle, junto a muchos otros referentes, algo de cordura a este escenario tan alocado.
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