Escuelas cerradas, nunca más
En estos días ha resurgido una discusión fundamental para el desarrollo de nuestro país, esto es, la posibilidad de declarar en Argentina a la educación como un servicio esencial, lo que incluiría tanto a la educación inicial, como primaria y secundaria.
Para algunos gremialistas esta decisión podría restringir su derecho a la huelga, porque obligaría a que sólo uno de cada cuatro docentes se pueda adherir a este tipo de medida de fuerza, quitándoles muchísimo poder a los sindicatos. Sin embargo, no puede olvidarse que la educación obligatoria es un derecho humano, garantizado por la Constitución Nacional, y que la sociedad debe velar por el interés superior del niño.
La educación, más allá de sus niveles, tiene como fin último el desarrollo pleno del ser humano y una enorme potencialidad para lograr las transformaciones más profundas en la sociedad. Si hay algo que Argentina necesita para salir adelante es el poder de la educación para generar un cambio hacia una sociedad más segura, más justa, más igualitaria, con mayores oportunidades de trabajo y empleos mejor remunerados. Ya lo resumía Sarmiento con su famosa frase “todos los problemas son problemas de educación”.
Como habitualmente se destaca en los estudios de las ciencias políticas, el contexto social juega un rol clave en la reforma del Estado y en el diseño de las políticas públicas. Si la declaración sobre esencialidad de la educación en Argentina avanza, se estarán asentando las bases para que exista un antes y un después para la educación, como un valor que nos une a todos los argentinos.
Por supuesto que esta medida no solucionará los numerosos problemas educativos que tenemos, pero debería abrir las puertas para discutir temas prioritarios que hace años vienen relegados, como la baja calidad de la educación, la necesidad de mejorar la formación docente, recategorizar los sueldos de los maestros, adecuar la infraestructura de las escuelas y los contenidos dictados en las aulas, entre otros tantos cambios que deben implementarse.
En los últimos años numerosos informes, programas y campañas de la organización “Argentinos por la Educación” vienen visibilizando los diferentes problemas vinculados con la educación a lo largo y ancho del país, pero el resultado final es uno solo y es desesperante: la mayoría de los niños y jóvenes del país no llega a los niveles mínimos de aprendizajes que se espera de ellos.
Obviamente, esto tampoco puede desvincularse con otro dato angustiante: más del 50% de los niños en nuestro país vive bajo condiciones de pobreza. ¿Pero la escuela acaso no debería ser para ellos un lugar de contención, para su desarrollo e inclusión social?
Las erradas decisiones de los funcionarios públicos, que dispusieron un cierre masivo y prolongado de las escuelas durante la pandemia, generaron que la Argentina sea uno de los países que más tiempo demoró en volver a la presencialidad y a la apertura de las escuelas, provocando un aumento de la deserción escolar y la acentuación de los bajos niveles de rendimiento de los alumnos.
Con el tiempo, esta situación volvió a poner a la educación en la agenda pública. Hoy, el debate de la esencialidad de la educación es resultado de estos antecedentes, que movilizaron a toda la comunidad educativa, a los docentes y a las familias. La declaración de la esencialidad de la educación refleja la importancia de la escuela, como institución imprescindible para nuestra sociedad, que no debe ser sea cerrada ni interrumpida, nunca más.
* Docente de Economía en la UNC
https://www.lavoz.com.ar/opinion/escuelas-cerradas-nunca-mas/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/opinion/escuelas-cerradas-nunca-mas/