La Voz del Interior @lavozcomar: La alfabetización y el regreso de los alumnos que no están: los retos del nuevo año escolar

La alfabetización y el regreso de los alumnos que no están: los retos del nuevo año escolar

En un clima de absoluto desánimo por la crítica situación que atraviesan los docentes, y en medio de un paro nacional, más de un millón de estudiantes y 87 mil educadores están convocados este lunes a iniciar las clases en los niveles de enseñanza obligatoria en Córdoba.

Será un año difícil para la educación, cuyas autoridades impulsan reformas educativas en un contexto desfavorable en lo anímico, económico, social y material. Con menos fondos nacionales para programas educativos, presupuesto ajustado, una situación social deteriorada y crítica, gran malestar docente y el arrastre de serios problemas educativos acumulados en los últimos años, este 2024 será desafiante.

El Ministerio de Educación de la Provincia estableció una serie de prioridades para este año vinculadas a la alfabetización y a la adaptación de la currícula a la realidad de las escuelas, aunque aún no ha dado públicamente precisiones sobre cómo llevará a cabo la transformación que pretende.

La Voz consultó a pedagogos, docentes y directivos de escuelas estatales y privadas para conocer la opinión de quienes caminan las instituciones respecto a cuáles serán los aspectos que habrá que abordar en las aulas y cómo hacerlo.

Hay consenso en que el énfasis estará puesto en garantizar algo tan básico como que los estudiantes aprendan, en traer de regreso a los miles de estudiantes que abandonaron la escuela durante la pandemia y jamás regresaron, enfocarse en las urgencias y en contener al alumnado que sufrirá más fuerte el impacto de la crisis y en tratar de enseñar con alegría pese a todo.

“Hay un desafío social muy grande este año en el que los docentes no estamos excluidos. Más que nunca, el reto tendrá que ver con transmitir la alegría de aprender en medio de un contexto que nos lleva al desaliento”, opina Adriana Herrero, maestra de la escuela provincial Cura Brochero, de barrio Villa Azalais, de la ciudad de Córdoba.

Este lunes se reinician las clases en la Provincia.
(Pedro Castillo/ La Voz)

Enrique Bambozzi, pedagogo y doctor en Educación, con larga trayectoria en el ámbito universitario, considera que para encarnar un proceso educativo es necesario antes que nada garantizar las condiciones materiales de trabajo.

“Hay que recuperar, a mi criterio, la categoría de escolarización; inscribir a los estudiantes en un tiempo-espacio donde las prioridades no se negocian, y la prioridad tiene que ver con que los sujetos aprendan. Todo tiene que estar centrado en el aprendizaje”, sostiene.

Dichos aprendizajes, agrega, han sido acordados por ámbitos que exceden a las escuelas, como el Consejo de Educación Federal para luego acomodarse a las lógicas particulares de cada escuela.

Todos en las aulas

Laura Castillo, licenciada en Ciencias de la Educación y directora de la consultora Educativa Global, considera que en el panorama actual de alta tensión política y complejidad social hay dos desafíos fundamentales: por un lado, que todos los estudiantes en edad de escolarización estén en las aulas, y por otro que sea posible enseñar y aprender.

En primera instancia, sostiene que es imperioso que los chicos y las chicas permanezcan y transiten las escuelas. “Básicamente que lleguen e ingresen”, dice en referencia a que la pandemia dejó afuera de las instituciones a miles de estudiantes que nunca volvieron a las aulas.

Además, remarca que en muchos casos se advierte un retraso en el ingreso escolar hasta la sala de 5 años de jardín de infantes.

Castillo recuerda que se estima que unos 200 mil alumnos no regresaron a los colegios después del cierre de las escuelas por la pandemia de Covid-19 en todo el país. Unicef afirma que cerca de 650 mil niñas, niños y adolescentes de entre 4 y 17 años están fuera del sistema educativo en Argentina, según datos del último Censo Nacional.

De ellos, aproximadamente medio millón son adolescentes que tienen entre 13 y 17 años.

Se estima que unos 200 mil alumnos no regresaron a los colegios después del cierre de las escuelas por la pandemia de Covid-19 en todo el país.

La experta apunta que se observa otro fenómeno: ya no es tan fácil lograr que todos los chicos vayan a la escuela, un hecho que estuvo legitimado durante décadas. “Los chicos iban a la escuela porque los adultos estaban comprometidos en que fueran. En la actualidad, las niñeces y adolescencias están realizando funciones de cuidado informal, trabajo y situaciones de latencia que los hace asumir otras realidades donde el derecho a la educación es postergado”, explica Castillo.

La situación se agrava en sectores en condiciones de pobreza, vulnerabilidad y exclusión. “Se entra en franca contradicción con las definiciones teóricas que sustentamos desde las distintas pedagogías, donde definimos a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos. Ya que advertimos que muchos están sujetados a otras realidades que complejizan su realidad infantil y juvenil”, opina.

Y agrega: “Que estén todos es un imperativo social de justicia y calidad educativa. Y es la responsabilidad del Estado presente que acompaña, compensa y repara situaciones de inequidad ante una niñez y adolescencias quebradas por la pobreza y la marginación”.

Por eso, sostiene, priorizar la alfabetización es esencial. “Que estén todos es responsabilidad de todos: del Estado, del sistema educativo, de las familias y de la sociedad toda”, remarca.

Una vez con todos en las aulas es posible el segundo desafío, a criterio de Castillo: enseñar y aprender juntos. “Todos somos necesarios, ninguno de los que construimos las comunidades educativas sobra. Nadie está de más. Es en la mística cotidiana del encuentro educativo donde se aprende poniendo el cuerpo, la palabra y también la esperanza”, asegura Castillo.

Lo urgente

La psicopedagoga Patricia Livi, coordinadora pedagógica PIT con sede en el Ipemyt N° 2 República Oriental del Uruguay y coordinadora de curso en el Ipem 160 Hipólito Vieytes cree que cada acción pedagógica debe estar orientada a acompañar las trayectorias de los estudiantes, para que los chicos permanezcan en las escuelas hasta egresar de las mismas.

Los aprendizajes, dice, deben estar orientados para ser aplicados en la vida del alumnado, ya que para la mayoría “la escuela se convierte en un espacio de oportunidades”.

Livi coincide en que la situación actual es compleja. Explica que a las aulas llegan adolescentes y jóvenes “con falencias concretas en lecto escritura, escaso hábito de estudio, falta de concentración, dificultades para la incorporación de reglas y acuerdos escolares”. Todo eso, asegura, hace que cada día sea un nuevo desafío.

De esta manera, las escuelas deben trabajar en contenidos prioritarios: lecto escritura, oralidad, resolución de situaciones problemáticas y cultura digital.

Los especialistas coinciden en preservar las trayectorias escolares de niños y jóvenes.

“Lo pedagógico incluye también el contexto social que rodea actualmente a nuestra comunidad. Y nos hace mirar a nuestros estudiantes como individuos únicos, con historias que los atraviesan y que debemos escuchar, contener y sostener, porque en muchos casos somos la única posibilidad de apoyo y seguridad”, afirma Levi.

Y agrega: “Encontramos también, situaciones de vulnerabilidad, violencia, adicciones, dificultades económicas que hacen muy difícil para ellos sostener la asistencia, porque las prioridades se desdibujan y lo urgente es aquí y ahora, por lo que los proyectos, el futuro, se ve tan lejano como imposible”.

En este marco, plantea, las estrategias pedagógicas deben incluir la tarea de crear un ambiente escolar que haga atractiva la intención de asistir a clases y motive a los chicos y chicas a permanecer y participar activamente.

Los anterior supone, a criterio de Livi, potenciar el trabajo colaborativo, llegar a acuerdos pedagógicos que posibiliten los aprendizajes, con situaciones del mundo real, con el desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico y la resolución de problemas que les permitan enfrentar desafíos complejos tanto en su trayectoria educativa como en su vida.

El reto: sostenerse

Ana Carolina Parma, máster y especialista en gestión de instituciones educativas, sostiene que los desafíos educativos en el contexto actual superan la esencial preocupación sobre la calidad de los aprendizajes que se imparten, la inclusión, la participación de la comunidad y la formación integral.

“La particularidad de la coyuntura sin lugar a dudas no puede escindirse de la conflictividad, la inequidad, la fragilidad de algunos sectores cuantificables por momentos en porcentajes que parecieran ya haberse incorporado, pero que son inaceptables, y la incertidumbre que interpela a la educación en su tradición más conocida: planificar un recorrido”, opina la especialista.

Parma dice que, no obstante, en este contexto aparece la oportunidad del trabajo colaborativo entre las comunidades. “La escuela hoy tiene por delante la afanosa tarea de asegurar su existencia en cuanto a recursos materiales, tiene que poder pensarse ‘estar en pie’ en las condiciones socio económicas complejas, inciertas, dinámicas y tensas del contexto que a veces influyen y resquebrajan el vínculo familia- escuela”, opina.

Parma piensa que es tiempo de acompañar a los docentes, de sostenerlos y profesionalizarlos. “No hay margen para hacer lo mismo de siempre en un tiempo tan diferente”, subraya. E indica que será necesario innovar progresivamente en el concepto de “otras aulas” con estilos de gestión que puedan potenciar la sinergia con el medio y ser permeables a nuevas alianzas.

En promedio, las provincias planificaron 187 días de clases: Córdoba va con 189. (Gobierno de Córdoba).

En otras palabras, subraya, “una escuela porosa para la vinculación academia-empresa-gobierno”.

La experta sostiene que la escuela debe tener la plasticidad cultural para proyectarse en la cultura global sin olvidar su inspiración fundacional. Esto supone formar en valores para un mundo sostenible, para una población “itinerante”; educar en la paz dentro de un panorama de conflictos con escalas de diferente nivel y la informatización con las mediaciones de la inteligencia artificial.

Se necesitará asumir, manifiesta Parma, que educar siempre es una oportunidad y una inversión a nivel humano, aunque ese concepto por momentos esté sometido a discusión.

Entre lo posible y lo imposible

Darío Benítez, director del Ipem 8 Manuel Reyes Reyna, también doctorando, profesor y licenciado en Ciencias de la Educación con 28 años de carrera docente, 15 de ellos en la gestión directiva, dice que las instituciones educativas trabajan desde la “trinchera” por una escuela “que cada día parece más imposible que posible”.

El juego de palabras refiere a la idea que promueve la nueva gestión ministerial de trabajar bajo la idea de “una escuela posible”; sin grandes reformas estructurales, sino con cambios pensados desde las necesidades y particularidades territoriales específicas.

“Me hablan desde una oficina lejana de ‘escuela posible’ cuando debo pensar cómo administrar los recursos humanos, materiales y económicos que no tengo, que no puedo ni exigir, ni pedir y menos aún reclamar”, explica el director.

El Ipem 8 que dirige es reconocido en el sector norte de la ciudad de Córdoba. Hoy tiene mil alumnos, el primer terciario público de la zona, bachillerato para adultos y un sinfín de acciones realizadas con la comunidad educativa.

Ipem 8 Manuel Reyes Reyna en barrio La France.

Benítez insiste en que la escuela posible es la que se hace desde lo imposible, desde la nada, desde el anonimato, con el apoyo solidario de la comunidad, de la gente que lleva donaciones o “demostraciones de cariño y respeto por el trabajo honesto, generoso y desinteresado que hacen los docentes cada día”.

“La escuela posible es la que se hace cada día con el esfuerzo de su comunidad concreta, situada en una realidad de carne y hueso de carencias, de las riquezas de sus profesores que permiten soñar a cada uno de nuestros jóvenes en una Argentina mejor, a pesar de que la realidad cotidiana sea dura y casi imposible”, sostiene.

El director del Ipem 8 considera que, por ese motivo, cada docente merece el título de “hacedor de lo imposible”. “Con casi nada podemos transformar las almas de miles de estudiantes en hombres y mujeres de bien, en los ciudadanos de esta aldea global. Esta es la escuela de lo imposible a lo posible, no la de los libros, sino la que hacemos cada uno de los actores institucionales cada día, a cada momento ante cada situación compleja que debemos afrontar a diario; a veces sin luz, sin agua, sin recursos, pero con la mirada puesta en que siempre hay un amanecer luego de las sombras de la noche oscura”, concluye.

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