Comentario de Ya lo sabía: una obra cruda y realista para reflexionar y tomar conciencia sobre el acoso
Este año, Nazarena Vélez asumió el desafío de ser productora de Ya lo sabía, una obra protagonizada por su marido, Santiago Caamaño, e Ignacio Monná, que este martes baja su telón en el teatro Candilejas
De principio a fin, la obra transcurre en una habitación compuesta por dos camas rudimentarias, un baño, un perchero, una virgen, una botella de alcohol y un espejo.
Sin micrófonos y jugando con las diversas tonalidades de sus voces, posturas corporales, lenguaje no verbal e iluminación, Caamaño y Monná realizan un magnífico despliegue sobre el escenario trazando un relato lleno de matices.
Los protagonista de Ya lo sabía abordan varios tópicos que giran en torno al acoso escolar.
Sin perder el género que le da forma al libreto: la comedia dramática, las interpretaciones que los actores realizan sobre el escenario son muy buenas. Juntos, encarnan personajes con personalidades muy diferentes y paralizan a su público en la sala 2 del Candilejas.
Caamaño encarna el personaje de Torres, un consultor de empresas y futbolista frustrado; mientras que Monná hace de un reconocido actor de televisión, que se apellida Morales, y que sale en una novela que se llama Ya lo sabía.
Ambos fueron compañeros de un secundario religioso y estaban lejos de ser amigos. De hecho, Torres pertenecía al grupo de los populares y Morales al de los raros, que son objeto de burla y dejados de lado por su forma de ser.
21 años más tarde estos compañeros se reencuentran y cada uno recuerda momentos compartidos en el secundario. Al parecer, estos no compartían la misma visión.
Diferenciados y etiquetados por una sociedad conservadora y machista, Morales sufrió su adolescencia siendo víctima de la violencia escolar, y sacará a la luz temas que le hicieron mucho daño y que marcaron su vida.
Torres, era uno de los más admirados y era un gran amigo de González: compañero que ejercía violencia contra Morales pero que nunca fue sancionado por su brillante desempeño como alumno.
En sus relatos, recordando su pasado y hablando de su presente, los protagonistas tocan temas como la identidad, la soledad, el autoestima, el perdón, y el famoso costo de oportunidad, al que las personas se enfrentan para satisfacer y complacer las expectativas de los demás.
También está presente la seducción, la curiosidad por lo prohibido, situaciones ligadas al sexo, la manipulación, la mentira, la vulnerabilidad y la sanación de los traumas del pasado, que se van dando en momentos muy específicos donde el público de la sala observa en silencio absoluto.
El público se incomoda, se ríe y se cuestiona. Los diálogos de los actores hacen que los espectadores no aparten su vista del escenario en ningún momento. Atentos, siguen el hilo de una trama que a medida que avanza va desenredando el ovillo y aclarando cada una de las ideas. No es predecible y va teniendo giros inesperados que arman y desarman la percepción de quienes están viendo la obra.
Al principio los espectadores ríen o miran para otro lado ante la incomodidad que les genera lo que se dice explícitamente. Incluso se generan las mismas reacciones con los desnudos que forman parte del acting de los protagonistas.
Ya avanzando en la obra, quienes se encuentran en las butacas se dejan sorprender y se emocionan hasta las lágrimas por las distintas sensaciones que atraviesan como: la angustia, la tristeza, la bronca, la conmoción y la representación.
Caamaño es quien en varias oportunidades distiende a los espectadores aportando humor, pero también es quien hace que las personas aprieten sus dientes de la tensión que su actuación provoca en varias oportunidades, más que nada en el desenlace de la historia.
Con una pelota de fútbol y la enunciación de insultos como apoyo de sus argumentos, Torres (Caamaño), crea una réplica de un hombre frustrado que no pudo cumplir sus sueños y que utiliza su masculinidad para no mostrar “su verdadera cara”.
Ésta comedia dramática es digna de su premio Carlos dentro de esa categoría ya que a lo largo de aproximadamente una hora y cuarto, ambos conceptos se encuentran bien articulados en un constante ida y vuelta, abordando temas serios, que al mismo tiempo cuenta con un toque de humor que alivia la atmósfera.
Ya lo sabía muestra la otra cara del acoso social, que comienza en la infancia y adolescencia, que puede provocar traumas para el resto de la vida. Es un espectáculo crudo, cruel, realista y actual.
Al finalizar, los espectadores aplauden y agradecen a los actores que emocionados les devuelven las gracias.
Para mirar
Ya lo sabía presenta sus últimas dos funciones este lunes y martes a las 22:30 en el teatro Candilejas (Pje. Nini Marshall 75). Las entradas en la boletería del teatro o a través de Plateanet.
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