La Voz del Interior @lavozcomar: Robos: en barrio Crisol Norte, los vecinos sufren una sucesión de robos en los últimos 10 días

Robos: en barrio Crisol Norte, los vecinos sufren una sucesión de robos en los últimos 10 días

A escasos metros detrás del Hospital de Niños de la Santísima Trinidad, en la zona céntrica de la ciudad de Córdoba, se erige barrio Crisol Norte, donde un grupo de vecinos sufre robos todos los días en sus viviendas, en sus locales comerciales y en los automóviles que quedan estacionados en las veredas.

Los domos policiales, plantean, están tapados por los árboles. Los controles policiales existen, reconocen, pero son fijos.

Cuando salen a hacer las compras temen lo peor: “Dejamos los celulares, los monederos y los bolsos en casa. Solo llevamos una tarjeta de Mercado Pago, que no tiene nada más que el dinero que vamos a gastar en el almacén”, comentan.

Para colmo, en los últimos 10 días se registraron situaciones de usurpación, de agresiones, de amenazas y hasta de desconocidos que se quedan a dormir en los jardines de las viviendas, estando sus propietarios adentro. Ante este último drama, los habitantes temen salir de sus casas.

“Los borrachos o la gente que vive en la calle se drogan y se alcoholizan. Se duermen en los patios en los jardines frontales. Hace días, uno se quedó semidormido al frente de casa, llamé a la Policía y no llegaron nunca. No me atreví a salir, porque ya nos han amenazado con cuchillos”, cuenta M, una de las referentes del grupo de vecinos inquietos por la situación de inseguridad que se vive en la barriada.

Y a pesar de que la Policía mantiene un patrullaje activo, constante, fundamentalmente en la zona de las Terminales de Ómnibus y la vía del tren que separa barrio Villa La Maternidad de Crisol Norte, los damnificados por el delito aseguran que hay calles intransitables. O mejor dicho: ganadas por la delincuencia.

Se trata de un cuadrante –siempre según información vecinal– que va desde la calle Esposos Curie hasta Ferroviarios y en los laterales, entre Pardos y Moreno y calle Húsares. Son las vías que los vecinos intentan evitar, dado que allí sufren el ataque constante de motochorros o ladrones a pie que actúan y escapan hacia la zona sudeste de la ciudad.

“Hay una ola de asaltos y las fuerzas de seguridad llegan a destiempo, porque los robos ocurren de manera muy rápida. Ya hicimos meter preso a uno de los cuidacoches, lo cual es casi un colmo, porque se había robado todas las pertenencias de un automóvil de mi familia”, contó M., que pidió reserva de su identidad.

Los autos estacionados son justamente una de las mayores preocupaciones. En siete días se registraron seis robos de ruedas de automóviles. “Están muy caras y los delincuentes se aprovechan de los descuidos. Con mucha habilidad, vienen entre dos, levantan el frente del vehículo y otro saca las gomas. Se demoran unos segundos”, dice uno de los vecinos afectados.

Hacia dentro de los grupos de seguridad del barrio se habla de “bandas” que operan de manera conjunta.

La Policía, dicen los vecinos, los tienen identificados. Andan con intercomunicadores, advierten.

“Los oficiales no pueden hacer nada porque los tienen que agarrar durante el robo. Y eso no pasa siempre. Cuando hacemos una denuncia, con nombres y apellidos, nos explican que no pueden ir hasta la casa de los sospechosos, porque no tienen una orden judicial para hacerlo”, lamentan.

En cuanto a las medidas de seguridad, referentes barriales han solicitado reuniones con autoridades policiales. Estos encuentros se han realizado con anterioridad y de allí han surgido grupos de mensajería con los comisarios zonales.

Sin embargo, los vecinos dicen que no es suficiente. Evalúan realizar una solicitud para una nueva reunión con autoridades.

“Sabemos quiénes son los que nos roban. Los policías también saben quiénes son. Andan armados, en motocicletas, y se han registrado disparos contra los dueños de los celulares, que junto a las cubiertas son los artículos más robados. No podemos esperar hasta que haya un herido, nos tienen que dar una respuesta ya mismo”, plantea M.

Alarmas, cámaras, domos y robos

No es la primera vez que la zona afronta un incremento en los robos. Tiempo atrás, las viviendas se llenaron de cámaras de seguridad y medidas de barrera para evitar la intromisión a los domicilios.

Sin embargo, ahora nada parece detener a los ladrones.

“Ven las cámaras conectadas en nuestras casas y entran igual. No parecen tener miedo. Es como si se sintieran impunes”, dice un comerciante.

Hay un domo de seguridad que instaló la Policía hace más de un año. Cuando los damnificados han solicitado ampliaciones de las investigaciones en los casos de robos, o algún tipo de información sobre algún hecho, les han respondido –según coincidieron los habitantes de la zona– que las ramas de los árboles obstruyen las filmaciones.

El jueves pasado, una vecina de la calle José Ingeniero, vio con preocupación un mensaje que llegó al grupo de WhatsApp: “Tengan cuidado que andan robando autos y ruedas. Hace rato intentaron robar un vehículo y dispararon cinco veces al aire”, se leía.

Al salir de su casa, vio que le habían robado las dos cubiertas traseras. “La Policía llegó luego de varios minutos, porque venía del barrio SEP. Eran las 0.30 y mi marido, que llegó más tarde, cambió las cubiertas a las 3 de la madrugada. Sacó su automóvil más antiguo y entró el auto más nuevo, le puso un precinto a las cubiertas, pero no podemos dejar nada en la calle”, cuenta la mujer.

“En la zona, hay vecinos que no dejan sus autos al frente de sus casas, porque son sitios que sufren muchos robos. Llevan sus autos hasta tres y cinco cuadras de sus casas y los dejan a la intemperie, en una calle donde roban menos, o la zona está más iluminada”, comentan.

Entre los numerosos robos, los vecinos también destacan intentos frustrados. Uno de ellos fue el que sufrió una mujer en una motocicleta. El pasado 5 de febrero, una mujer que se conducía en una motocicleta de gran porte, roja, fue abordada por dos delincuentes que quisieron quitarle sus pertenencias. La conductora se escapó, con el infortunio de sufrir un choque a metros del lugar.

“La chica voló y se golpeó con todo su cuerpo. Le habían apuntado con un revólver para robarle. Se le desplazó la rótula hacia dentro y hacía 40 grados de calor, estaba tirada en el piso, así que los vecinos le pusieron hielo en el cuerpo porque estaba sufriendo mucho dolor”, relataron.

El pasado lunes, a primera hora de la mañana sonó la alarma comunitaria: un vecino detectó el ingreso de ladrones a la casa de enfrente.

“Entró un hombre alto y una mujer rellenita. Escucharon la alarma y salieron los dos, más otros cuatro que estaban haciendo “campana”, que estaban al frente. Nos salvamos gracias a los vecinos, pero un día antes nos habían robado las ruedas de los autos. Así vivimos”, plantean.

En la zona, cuentan que andan con palos y gas pimientas en los autos. “Hemos llegado hasta este punto, el de querer pisar a los ladrones cuando nos vienen a robar los autos, o el de querer golpearlos, porque ya no soportamos que nos ataquen”, dijo un joven que vive atemorizado.

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