Escándalo en España: Carles Puigdemont contraataca con su “todo se sabrá”
Terremoto en el tablero político español fruto de la carta de tres hojas que el expresidente catalán Carles Puigdemont envió el pasado sábado a los miembros del Parlamento Europeo. En la misiva, titulada “If we had made Feijóo president, all this would not happen” (Si hubiéramos consagrado a Feijóo presidente, nada de esto hubiera ocurrido), Puigdemont cargó contra el zafio movimiento político de los eurodiputados españoles para que el Parlamento Europeo investigue los presuntos contactos del expresidente catalán con la Rusia de Vladimir Putin.
El líder catalán denunció en esa carta “una persecución judicial” y negó cualquier contacto con Putin, señalando irónicamente que “en cuestión de semanas, he acumulado dos de los delitos más severamente castigados del Código Penal español –terrorismo y alta traición– que en más de seis años nadie había advertido”.
Con respecto a Putin, aseguró que “no ha existido ninguna trama rusa ni connivencia con el régimen de Putin, en ningún sentido”, para dejar sentado que “lo que alimenta y desencadena el proceso de independencia de Catalunya no es ninguna potencia enemiga. Los millones de personas que cada año se han manifestado para pedir votar no los han movido los rusos”.
La carta finalizó lanzando una carga de profundidad dejando un recado al líder popular español: “Si mi partido hubiera permitido la investidura del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, o hubiera impedido la de Pedro Sánchez, todos estos espectáculos se habrían ahorrado. Y de esto también hablaremos cuando toque. Como en la ‘trama rusa’, ¡todo se sabrá!”.
Exigencias inasumibles
Las consecuencias a ese “todo se sabrá” no se han hecho esperar. El líder popular empezó a realizar una voladura controlada de la situación y confesó ante un grupo de periodistas, off the record –y sin que nadie le hubiera preguntado–, que existió una reunión entre los populares y el entorno de Puigdemont para calibrar una amnistía a cambio de los votos favorables de los independentistas catalanes a su investidura.
El movimiento del jefe de filas del Partido Popular significaba anticiparse a las repercusiones de una filtración del contenido de la reunión secreta entre Esteban González Pons, vicesecretario de Acción Institucional del PP, con Jordi Turull, el secretario general de Junts, en casa de un empresario barcelonés. Feijóo teme que Puigdemont cuente qué le ofreció el PP para su investidura.
Feijóo declaró ahora que efectivamente “será difícil probar que (Puigdemont) cometió un delito de terrorismo”, y añadió también que se estudió “un posible indulto condicionado” para Puigdemont.
Con referencia a ese posible indulto –indulto imposible, puesto que Puigdemont no ha sido ni juzgado ni condenado–, el popular aclaró que el líder independentista sería indultado si “se somete a juicio y muestra arrepentimiento”, unas exigencias con tintes inquisitoriales inasumibles para el expresidente catalán.
El propio Pons salió a rebatir a Feijóo y sacudió los cimientos del PP al decir que “la legalidad de Junts no está en duda”.
Sobredosis de cinismo e hipocresía
El Partido Popular se encuentra en medio de una reñida campaña electoral en Galicia, feudo tradicional de los conservadores españoles, y las declaraciones de Feijóo no han sentado nada bien entre las bases.
Los socialistas no han dudado en hurgar en la herida: “Le pedimos al PP transparencia, que les cuente a los ciudadanos cuántas reuniones más ha mantenido con Junts y de qué temas hablaron”, apuntaron fuentes socialistas.
Por su parte, Félix Bolaños, secretario de organización del Psoe, preguntó sarcásticamente al PP: » ¿O es que esos partidos que hoy son terroristas en el verano no eran terroristas?”.
Que salgan a la luz estas negociaciones secretas con aquellos a los que se llamaba públicamente “terroristas” ha enervado a todos los miembros y simpatizantes del Partido Popular –y de VOX– que secundaron las reiteradas manifestaciones delante de la sede de los socialistas españoles en Madrid para presionar negativamente sobre la ley de la amnistía.
Esta sobredosis de cinismo e hipocresía afean el liderazgo de Feijóo dentro de la derecha española y puede representar el ocaso final del político gallego ante la madrileña Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y líder del sector más duro e intransigente del PP.
Persecución de disidentes
Mientras, en Europa se acumula la presión para España. El presidente español, Pedro Sánchez, debe maniobrar para que se consiga la amnistía, salve su legislatura de la zozobra y las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) queden sin efecto.
Cabe recordar que la asamblea del Consejo de Europa dictó en su resolución 2381/2021 que “España dejara de perseguir a los disidentes”. Puertas afuera, en la EU siempre son políticamente correctos con España, pero otra cosa es la opinión interna que se tiene de la Justicia española en el mundo político-jurídico europeo. Saben que los jueces españoles se manifestaron contra una ley que ni tan siquiera está redactada, saben también que hay catalanes que se han pasado dos años de prisión preventiva y han sido posteriormente declarados inocentes.
Se suma a esto los juicios de los jefes de Policía autonómica catalana, acusados de delitos muy graves, que también san sido finalmente absueltos.
A través de los recursos de los independentistas catalanes, saben que hubo filtraciones de pruebas falsas en la prensa, investigaciones prospectivas que finalmente acabaron en nada, y presiones de la Audiencia Nacional para arrebatar los juicios al juez natural predeterminado por la ley.
En Europa los jueces no juegan –al menos abiertamente– a la política y saben que en España hubo un lawfare de libro.
En medio de las diferentes batallas jurídicas europeas, entremezcladas con las tremendas dificultades para la aprobación de la ley de la amnistía, España se ha encontrado con un hábil y curtido Puigdemont que resulta ser un negociador político mucho más duro que los políticos catalanes situados en Catalunya, ablandados por años de lawfare.
Sabemos que Puigdemont no es sobornable, no es mediocre y no es ingenuo. Y a la vista está: con su “todo se sabrá” parece haber puesto un clavo más al ataúd político del líder de los conservadores.
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