Curas milagrosas: Las teorías conspirativas en línea crean nuevos tratamientos médicos no probados
BUTLER, Pensilvania, EE.UU. (AP) — El hotel, en la periferia de la ciudad, se parece mucho a esos hospedajes que se pueden encontrar en cualquier autopista de Estados Unidos. A lo largo de los años ha sido un Holiday Inn y un Days Inn. El rótulo que luce lleva ahora la marca de una nueva y pujante cadena. Una que promete mucho más que una rica noche de sueño.
Los atractivos del Tesla Wellness Hotel and MedBed Center, a unos 45 minutos al norte de Pittsburgh, son nada menos que milagrosos.
El establecimiento, en parte motel y en parte clínica new age, ofrece pasar la noche en cuartos equipados con “biosanadores”, latas que, según pregona la compañía, trasudan “energía vital” o biofotones. Testimonios de los pacientes de la empresa declaman los poderes que tienen esos aparatos para tratar el cáncer, la demencia, el dolor crónico y una larga lista de otros padecimientos.
El centro también tiene a la venta latas para uso doméstico. El precio va desde los 599 dólares hasta los 11.000 dólares por el modelo más grande, con algunas versiones ligeramente más económicas para mascotas y niños.
Pero no llames “pacientes” a las miles de personas que han desembolsado un dineral en Tesla. Al doctor James Liu, el médico que fundó Tesla, no le gusta el término, y quizá esta sea la primera pista de que lo que está vendiendo va mucho más allá de las capacidades de la medicina tradicional.
“No somos una clínica, tampoco un consultorio médico”, dijo Liu, licenciado en Medicina en China y doctor en Nutrición Humana por la Universidad Estatal de Pensilvania. “Para mí, para la empresa, siempre los llamo clientes”.
Tesla Biohealing, que no tiene ningún vínculo con la empresa automovilística, es parte de una creciente industria que comercializa curas y tratamientos no comprobados a seguidores de teorías de conspiración y otros que desconfían de la ciencia y la medicina. Los expertos que estudian ese fenómeno aseguran que está creciendo gracias a internet, las redes sociales y el escepticismo hacia los servicios de salud tradicionales.
“Siempre ha habido charlatanes que venden tratamientos médicos, pero me parece que eso se está acelerando”, dijo Timothy Caulfield, profesor de Derecho y Política Sanitaria de la Universidad de Alberta que estudia ética y fraudes médicos. “Hay ciertos factores que impulsan eso: obviamente internet y las redes sociales, y la desconfianza hacia la medicina y la ciencia tradicionales. Las teorías conspirativas están creando y alimentando ese recelo”.
Combinando la jerga de alta tecnología de la ciencia occidental con la terminología espiritual de la medicina tradicional y la oriental, esos modernos vendedores afirman que sus tratamientos pueden rejuvenecer, restaurar la agudeza mental o combatir el COVID-19 mejor que una vacuna. Prometen una mejor salud, pero lo que están realmente vendiendo es la idea de acceder a información privilegiada, la promesa de un secreto que sólo los ricos y poderosos pueden conocer.
Las llamadas “med beds” (camas médicas) son de los productos más llamativos, más caros y menos creíbles. “Las camas médicas están por llegar”, exclama una mujer en un video de TikTok. Videos parecidos tienen millones de visualizaciones en la plataforma.
De acuerdo con seguidores de la teoría conspirativa QAnon, las «camas médicas” fueron desarrolladas por el ejército (en algunas versiones, utilizando tecnología alienígena) y ya son usadas por las familias más ricas y poderosas del mundo. Muchas cuentas afirman que el expresidente Donald Trump, si gana otro mandato en la Casa Blanca, revelará los aparatos y los hará de libre acceso para todos los estadounidenses.
En Telegram, foros enteros se dedican a debatir sobre las camas médicas y los últimos rumores sobre cuándo y dónde llegarán.
“Busco desesperadamente la ayuda de todos para que respondan a mis oraciones para curar a mi hijo del cáncer”, escribió una mujer en otro canal de Telegram creado por teóricos de conspiración de las camas médicas en Nueva Jersey.
Para los que esperan la llegada de las camas médicas, los biosanadores de Tesla pueden ser una alternativa tentadora, aunque costosa.
Una noche en una habitación “altamente energizada” del complejo de Tesla en Butler cuesta 300 dólares. Es como cualquier otro cuarto de motel, pero si se mira debajo de la cama se descubre una serie de aparatos de biofotones. La empresa cuenta con otros siete centros de camas médicas en otros estados, y sus aparatos son utilizados en varias otras instalaciones “asociadas” gestionadas por otras empresas.
¿Y qué hay adentro de los botes? Una mezcla de “piedras finas naturalmente activas y metal fino activado, lechada, arenas y polímeros patentados que se fabrican con una tecnología especial”, según la empresa.
Además de los botes que sueltan biofotones, la empresa también vende agua embotellada —un paquete de 24 botellas de medio litro (16,9 onzas) de agua de manantial de Tennessee— por 150 dólares. La empresa afirma que el agua está impregnada de “energía vital” que puede incrementar la energía y la libido, mejorar la respiración, la digestión y el sueño, reducir el dolor y provocar “sueños vívidos que indican una mejor actividad cerebral”.
En Walmart, un paquete de 24 botellas de agua de marca genérica de medio litro (16,9 onzas) cuesta menos de 4 dólares.
Los testimonios en línea de los clientes de Tesla hablan del poder transformador de los productos de la empresa, con efusivos superlativos como ”¡Hizo milagros!”, pero especialistas y científicos que han estudiado las afirmaciones de la empresa dicen que no hay evidencia científica que las respalde.
Tesla reconoce los hechos es sus términos de servicio: “Tesla BioHealing no brinda ningún consejo médico”, dice la letra pequeña. “Nuestros productos… no pretenden sustituir la atención de sus médicos, diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad o afección médica”.
Liu dijo a The Associated Press que no conocía la teoría conspirativa de las «camas médicas” cuando decidió el nombre de su empresa y que no trata de aprovecharse de personas ingenuas que quieren creer que dichas camas son reales. Señaló que 40.000 personas han usado sus aparatos hasta la fecha, y que cree que los botes pueden tratar alrededor del 80% de las enfermedades.
Dada la importancia primaria de la salud, no sorprende que aserciones médicas no comprobadas y productos que parecen demasiado buenos para ser reales tengan un largo historial en Estados Unidos. Hace más de un siglo, los mercachifles vendían elíxires mágicos desde sus carretas. Décadas más tarde, la electricidad desató una breve moda de cinturones electrificados y trajes magnéticos que supuestamente trataban la ansiedad, la parálisis y los trastornos sexuales. En la década de 1920, un curandero llamado John Brinkley se hizo famoso por implantar testículos de cabra en pacientes con problemas de infertilidad e impotencia. Más tarde perdió su licencia médica tras ser descubierto como un estafador.
En las décadas de 1970 y 1980, las contraportadas de las revistas estaban llenas de anuncios de píldoras y suplementos dietéticos de venta por correo que hacían promesas no respaldadas por los hechos.
Hoy día, los mismos anuncios se hacen en internet, donde han encontrado un nicho de audiencia entre seguidores de teorías de conspiración y otras personas que desconfían de la ciencia y la medicina tradicional. ”¡Compre ahora!”, reza el sitio web del teórico de conspiraciones Alex Jones, donde se venden suplementos y vitaminas junto con equipos de supervivencia y raciones de alimentos de emergencia.
Estas comunidades en línea ya prosperaban desde antes de la pandemia de COVID-19, en la que se produjo una explosión de afirmaciones falsas sobre vacunas, enfermedades contagiosas e incluso ciencia médica básica.
Y a medida que ha crecido la desconfianza de algunos hacia la medicina tradicional, los medios de comunicación y el gobierno, más gente está dispuesta a depositar su fe en tratamientos no probados y afirmaciones no demostradas.
En algunos casos, esa fe puede tener resultados mortales. El año pasado, un predicador de Florida y miembros de su familia fueron condenados por vender una cura contra el COVID-19 que en realidad era lejía industrial tóxica. Otras personas han muerto después de ingerir otras curas para el COVID-19 no probadas, como el fosfato de cloroquina y la hidroxicloroquina, que fue promovida por Trump cuando era presidente. Las teorías conspirativas sobre el COVID-19 y la inmunización también han estimulado la oposición a la vacuna.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) mantiene una base de datos en línea de tratamientos no probados o perjudiciales que ha identificado, entre los que se incluyen tratamientos no aprobados para el COVID-19 que contienen sustancias químicas nocivas, “curas” del autismo que incluyen leche cruda de camello y la ingestión de peligrosos metales pesados, y medicamentos que supuestamente curan todo tipo de cáncer.
“La desconfianza en el gobierno y en las grandes instituciones hace que la gente sea vulnerable”, afirma Stephen Barrett, psiquiatra y experto en aserciones médicas no probadas que creó la organización Quackwatch en la década de 1970 para exponer estafas médicas. “Pero también hay otros factores: Algunas personas están desesperadas por recibir ayuda y no saben qué creer”.
Las estafas relacionadas con la salud son un gran negocio y la mayor fuente de multas y sanciones civiles por fraude pagadas al gobierno federal el año pasado: más de 5.000 millones de dólares. La mayoría de las investigaciones y enjuiciamientos se centraron en tramas para defraudar programas de salud pública como Medicaid y Medicare o los miles de millones de dólares reservados para COVID-19. En consecuencia, los mercachifles de bajo nivel o los que venden tratamientos no probados no suelen recibir tanta atención.
Liu y otros empleados de Tesla defienden su trabajo, alegando que sólo están ofreciendo a la gente alternativas a un sistema médico en el que muchos ya no confían.
Al igual que la empresa automovilística propiedad de Elon Musk, Tesla BioHealing lleva el nombre de Nikola Tesla, el inventor del siglo XIX y pionero de la electricidad que, al igual que Musk, se ha convertido en el favorito de muchos teóricos de conspiración.
Muchos de los clientes de Tesla Biohealing se sienten frustrados con las respuestas que reciben de los médicos, afirma Seth Robinson, quiropráctico que dirige la clínica de Tesla en Delaware. Cuando se le pide que describa a un paciente típico de Tesla, Robinson no duda.
“Desesperado, desesperado, desesperado es la palabra”, dijo. “Muchas veces la gente viene aquí y tiene pensamientos y sentimientos contra la medicina. No estamos en contra de la medicina. Creemos que la medicina tiene un lugar. Pero la medicina tiene una limitación”.
Las afirmaciones de Tesla han despertado el interés de los reguladores federales. En agosto, la FDA escribió a la empresa para exigir respuestas a preguntas sobre sus aparatos y sus supuestos beneficios médicos. Liu afirma que su empresa se toma en serio la carta y que está trabajando en su respuesta.
Entre otros aspectos, la FDA cuestionaba las aserciones que Tesla había hecho sobre sus aparatos. La agencia declinó hacer comentarios al respecto. En función de la respuesta de Tesla, la agencia podría imponer multas o tomar otras medidas punitivas, como ordenar a la empresa que retire sus productos del mercado.
La AP se puso en contacto con varias personas que habían comprado los productos, o cuyos familiares lo habían hecho, y que afirmaron sentirse engañados más tarde. Ninguno de ellos accedió a hablar oficialmente, por miedo a la vergüenza pública. Algunos clientes enfadados han publicado quejas sobre los productos en las redes sociales.
“No desperdicien su dinero, yo ya he desperdiciado el mío”, dijo una mujer que subió un video a TikTok sobre su experiencia con un biosanador. Durante el video, la mujer abrió el envase para revelar el interior del bote: una masa sólida que parecía hormigón. “Me vendieron una lata de cemento”.
Muchas de las aserciones de la empresa imitan el lenguaje de la ciencia, dijo Caulfield, el profesor de Derecho canadiense, incluyendo palabras que suenan técnicas, como “cuántico” o “biofotones”, para aumentar su credibilidad.
“Suenan a alta tecnología y emplean el lenguaje de la tecnología y la medicina, incluso toman prestado el nombre de Nikola Tesla”, afirma Caulfield. “Está diseñado para aumentar su credibilidad”.
Las afirmaciones de Tesla sobre la energía vital también se basan, en cierto modo, en hechos. Los biofotones son reales: se trata de un tipo de luz que emiten los tejidos vivos y que el ojo humano no puede ver. Pero su papel en la salud no se conoce bien y su uso como terapia médica no está probado, según Bahman Anvari, profesor de bioingeniería de la Universidad de California en Riverside.
Tesla está realizando un estudio clínico para demostrar la eficacia de los botes. Por ahora, la empresa cita un único estudio médico escrito por Liu y otros tres empleados de Tesla como prueba para respaldar sus afirmaciones. El estudio demostró que los botes de Tesla ayudaron a una mujer que se quejaba de fuertes dolores menstruales.
Sin embargo, Anvari señaló que el único artículo publicado por Tesla en una revista no había sido revisado por expertos, se limitaba a un único paciente que también recibía tratamientos estándar, carecía de un grupo de control y no ha sido reproducido.
“Es completamente inverosímil desde el punto de vista científico”, dijo Caulfield. “Pero si estás desesperado y buscas respuestas, es comprensible que te atraiga”.
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