Cosquín 2024: de la emoción en la apertura, al eterno amor por los Manseros y la fiesta de Galleguillo
Cosquín empezó a cantar tal como marca su himno y su historia, con una apertura de la edición 64a del Festival Nacional de Folklore que tuvo de todo y renueva el desafío de mostrar la actualidad de la música popular argentina haciendo foco en la tradición y también en los aires de renovación que acompañan las transformaciones culturales desde siempre.
Una primera gran noticia se conoció minutos antes del comienzo: se colgaba el cartelito de entradas agotadas como hace varios años no pasaba en una primera luna. Si bien hubo algunos lugares vacíos en la platea, la Próspero Molina lució prácticamente colmada en el arranque del festival. La decisión de programar a Los Manseros Santiagueños junto a Sergio Galleguillo, dos fenómenos populares de los últimos tiempos, sin dudas terminó siendo un acierto de esta renovada comisión organizadora.
La fiesta chayera, infalible
A riesgo de sonar reiterativo, la propuesta de Galleguillo siempre cumple con las expectativas de un público sediento de celebración sin importar si lo que suena es chaya, carnavalito, chacarera o un tinku-ska bien frenético con el que es imposible no contagiarse del saltito o quedar bañado con harina y espuma loca.
El cantor riojano festejó los 25 años de su debut en el festival en el cierre de la programación oficial y antes del regreso de la cacharpaya con un repertorio que incluyó muchos clásicos enganchados y algunas perlitas de sus primera época con Los Amigos.
Además, se dio el gusto de invitar un grupo de bailarines de Bolivia y a su hija Salomé de 19 años para cantar la clásica Zambita del musiquero en una versión bien rapidita. “Ella canta pop en inglés, pero que se venga pal folklore”, arengó el “Gallo” sin filtros.
Galleguillo mostró su encanto popular desde temprano sacándose fotos con el público en el clásico bar de atrás de la plaza que reabrió para esta edición, luego conectó con el público como es habitual, aunque llamativamente suspendió la conferencia de prensa antes de la presentación.
Dato al margen, completó una hora y cuarto de show bien arriba, que cerró todavía más alto con los himnos Carnaval en La Rioja y El camión de Germán, en el que nombró a su autor Pica Juárez y volvió a repetir en el final. La consigna era fiesta o fiesta.
Manseros, un año más
Lo de Los Manseros Santiagueños sigue siendo un fenómeno muy difícil de explicar: el grupo de Onofre Paz (cumplió 82 en diciembre) y Alito Toledo continúa el idilio popular que forjó hace poco más de una década, ya que para vale la pena reocrdar que el reconocimiento llegó en la parte final de sus casi 65 años de historia.
Es cierto que al igual que sucedió el año pasado, la sensación que queda es que siempre puede ser la última actuación. Igualmente, la conexión que se genera con el público es puro sentimiento.
En esta oportunidad la emoción fue aún mayor, ya que se sumó un homenaje a Martín Paz, el hijo de Onofre fallecido en octubre pasado y clave en el mencionado salto a la masividad del grupo. El dato que le dio todavía más emotividad: este sábado Martín hubiera cumplido años.
Emoción y homenaje a Martín Paz
“Sufrimos una gran pérdida en la familia mansera y estamos golpeados”, introdujo Alito para luego invitar a Santiago Paz, hijo de Martín, y Flor Paz, su hermana, quien también tuvo su evocación durante su propio show. Juntos interpretaron Eterno amor, el gran clásico compuesto por este gran músico que nos dejó a sus 48 años. La plaza coreó con mucho sentir.
El joven Santi se quedó para cantar con mucho oficio a pesar de sus 25 años una chacarera en honor a Onofre, quien lo contemplaba con amor de abuelo.
Luego llegó el himno Añoranzas, con los violines y el bombo como fondo perfecto para el “oh oh oh” de una plaza encantanda, la posterior ovación y un único bis que pudieron ser más. Así como la última presentación que nunca es la última.
Un arranque bien variado
Todo dio comienzo con la clásica bendición del cura párroco acompañado por el Cardenal de Córdoba que invitaron a la reflexión y también a la fiesta.
Enseguida llegó la arenga con un “Aquí Cosquín” que sonó atronador en la voz del histórico Claudio “Pipulo” Juárez, el embajador cultural de Cosquín que no pierde su vigencia, para dar paso al Ballet Oficial del festival que presentó un homenaje a la coscoína Argentina Beatriz Betinotti, una figura clave en el desarrollo de la danza para el festival y fallecida recientemente.
El cuadro se desarrolló al ritmo de una renovada versión del Himno a Cosquín, en este caso interpretada por La Callejera, un grupo muy ligado al espíritu del festival y la participación de dos cantoras cordobesas como Mery Mery Murúa y María Fernanda Juárez junto al arreglador Marco Cordero.
Esta relectura musical sonará en varias de las aperturas de cada luna festivalera, mientras que en el resto de los días se escuchará otra versión con elementos de música electrónica en lo que será un homenaje a los 40 años de democracia.
El Himno Nacional ocupó como es habitual un lugar central en la primera luna festivalera, en esta oportunidad con la voz de Victoria Birchner y Franco Luciani en armónica. Una interpretación muy emotiva que dio lugar al canto colectivo de la plaza.
Más tarde, tanto Birchner como Luciani, pasaron con sus propias propuestas por el escenario Atahualpa Yupanqui. Ese bloque cerró con un breve pero merecido homenaje a Marcelo Simón, mucho más que un histórico presentador del festival.
La cantante rafaelina presentó un equilibrado repertorio junto a sus exquisitos músicos. Para destacar la versión de La resentida, la zamba escrita en la década de 1930 por Julia Fierro para otra mujer. La interpretación fue acompañada por una pareja femenina en danza. “Por el amor en todas sus formas”, dedicó la artista. Un hallazgo.
Lo de Luciani también fue de alto vuelo, con una bellísima relectura de La plumita, cueca de Arsenio Aguirre bailada por el Ballet Horizonte y una arenga también necesaria a favor de la cultura. “Es la mejor inversión que puede haber y nunca puede ser un gasto injustificado”, lanzó el armonicista rosarino.
Una leyenda viva como Las Voces de Orán fue la encargada de abrir la programación propiamente dicha. El grupo salteño con más de 50 años de historia regaló zambas, chacareras y sus clásicos recitados, respaldado por un sonido bien criollo de bombo, guitarra y violín, fiel a su estilo. La plaza festejó cada intervención, pidió el bis y le regaló una merecida ovación.
El poder de los Banegas
Para mostrar la amplitud musical que se puede palpar en el estado actual del folklore, el sonido criollo de Las Voces de Orán contrastó con la propuesta bien eléctrica junto a un poderoso power trío como nos tiene acostumbrados Horacio Banegas.
El músico santiagueño y referente para toda una nueva generación, desplegó su habitual seguidilla de poderosas y celebradas chacareras junto a su banda familiar en la que se encuentran sus hijos Jana (guitarra eléctrica) y Mono (bajo, arreglos y dirección) junto al enérgico baterista Franco Giovos.
Ariel Ardit, conexión y ovación
A continuación se produjo el debut de Ariel Ardit para darle un merecido espacio al tango. El cantante cordobés que tuvo un inesperado protagonismo en la última entrega de los Latin Grammy, protagonizó otro de los grandes momentos de la primera luna: enormes interpretaciones, formidable banda e interacción con el público. Se fue con un poncho coscoíno, doble bis y enorme ovación. Regreso asegurado.
Danza con sorpresa
En la primera luna se presentaron dos ganadores del Pre Cosquín. Por un lado, el grupo formoseño Son del Río que se adjudicó el rubro Conjunto vocal. Por el otro, la pareja de baile tradicional integrada por Lucía Bracco y Ricardo Lorenzatti.
Además de presentar un gran cuadro de danza con un chamamé acompañado por músicos en vivo, la dupla proveniente de la sede Rosario llamó la atención al finalizar su segunda pasada por el escenario con un hecho fuera de libreto.
El bailarín le ofreció casamiento a su compañera sacando un anillo y arrodillándose ante ella como marca la tradición. Acto seguido, la plaza se fundió en una ovación mientras la pareja se escabullía por el costado del escenario. Una postal inolvidable.
El regreso de la cacharpaya
Luego del cierre de Galleguillo, los más entusiastas se quedarían hasta el amanecer disfrutando del regreso de la Cacharpaya, un acierto de esta nueva comisión para reflotar un espacio para los artistas que no tuvieron lugar en la programación oficial y sobre todo para el público sediento de más música y baile.
Músicos como Pachi Herrera (quien recordaba que debutó en Cosquín justamente en una Cacharpaya hace 30 años), Candela Mazza, Dúo Huacke y la dupla integrada por Flor Castro y Rocío Villegas formaban parte de la grilla extra que prometía extenderse hasta pasadas las cinco de la mañana.
Desfiles y un pericón “récord”
En la mañana del sábado se realizó el tradicional desfile inaugural por la Avenida San Martín, incluyendo más de 60 agrupaciones gauchas y más de 4000 jinetes y paisanas que se pasearon a caballo dejando su huella en las calles de la ciudad.
Ya por la tarde llegó el turno del otro desfile, mucho más colorido, que tuvo como protagonistas a a decenas de academias, ballets y talleres de danza llegados desde múltiples rincones del país.
Este año, la gran novedad fue la puesta en escena de un pericón a lo largo de toda la avenida, en lo que la organización catalogó como “el pericón más grande de la historia”. Una postal sin precedentes.
Como es costumbre, el público se apostó en bares y reposeras para acompañar la extensa caravana que durante casi dos horas mostró los ritmos de cada región del país. El espíritu de Cosquín sigue intacto.
Programación para este domingo
Dúo Coplanacu, Yamila Cafrune, Algarroba.com, Suna Rocha, Nahuel Pennisi, Marina Cornejo, Destino San Javier, El Indio Lucio Rojas. Entradas desde los $ 5.900 a los $ 21.800 (más cargo por servicio).
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