La crisis argentina condiciona el ritmo de los pases en un mercado difícil para el fútbol
La Copa de la Liga edición 2024 dará comienzo el último fin de semana de este mes. Y de los 28 equipos que la jugarán divididos otra vez en dos grupos de 14, muchos tendrán poco y nada que ver con aquellos que la terminaron disputando en 2023. Más por las bajas que por las altas. Las incorporaciones han sido pocas porque el mercado se mueve con pereza. A tono con la indomable crisis económica.
Pero las salidas han sido numerosas impulsadas por la convicción compartida por los jugadores y los representantes de no renovar los contratos e ir a buscar oportunidades al exterior, en lo posible a países que paguen en dólar billete. Incluso a aquellos como Paraguay, Chile y Ecuador que, a priori no resultan tan atractivos desde lo deportivo, pero aseguran buenos cobros en moneda dura.
De cara a la triple actividad que se les viene en el primer semestre (Copa de la Liga, Copa Argentina y torneos continentales), Talleres y Belgrano, más o menos, han podido conservar su base. La “T” indudablemente sentirá la salida de su conductor Rodrigo Garro, transferido a Corinthians de Brasil por 5 millones de dólares. Pero al igual que la “B” no parece haberse desmantelado más allá de la llegada de Walter Ribonetto a la dirección técnica en lugar de Javier Gandolfi.
En Alberdi, Guillermo Farré iniciará su cuarta temporada como entrenador con la misma base del año anterior y la llegada ya confirmada de Francisco González Metilli para reforzar la generación de juego. La dirigencia encabezada por “Luifa” Artime hasta el momento ha podido retener al arquero Nahuel Losada, el medio centro Santiago Longo y al goleador Lucas Passerini, por quienes se recibieron ofertas desde Buenos Aires. La idea es encarar la Copa Sudamericana con el máximo poderío, cuestión de llegar lo más lejos que se pueda.
El gran cambio
Pero en Alta Córdoba, Instituto le pondrá otra cara al comienzo del año futbolístico. Jugadores que el técnico Diego Dabove tuvo muy en cuenta como los zagueros Ezequiel Parnisari y Leonel Mosevich, los volantes Nicolás Linares y Nicolás Watson y el artillero Adrián “Maravilla” Martínez ya no estarán en el plantel.
A cambio, después de 15 años, se produjo el regreso estelar de Silvio Romero para comandar la delantera y además arribaron el arquero Marcos Peano, el defensor Víctor Cabrera, los mediocampistas Stefano Moreyra y Rodrigo Pérez y el atacante Ignacio Russo. De los tres equipos cordobeses de Primera División, sin dudas la Gloria es el que más se ha remozado hasta el momento.
Otros conjuntos tendrán que hacerse a nuevo. O experimentarán bajas sensibles. Sin ir más lejos, River vendió a su gema Claudio Echeverri al Manchester City en 14 millones de euros, pero logró retenerlo en principio hasta fin de año y se le fueron Enzo Pérez, Jonatan Maidana, el uruguayo Nicolás de la Cruz y el venezolano Salomón Rondón. Sólo llegó el volante oriental Nicolás Fonseca.
✍️ RENOVADOS ❤️
Este sábado 6/1, antes del primer entrenamiento del año en River Camp, firmaron la renovación de su contrato con el Club los jugadores Paulo Díaz, Enzo Díaz, Leandro González Pirez, Agustín Ruberto, Ian Subiabre y Ulises Giménez ➡️ https://t.co/FkjFSCeEX8 pic.twitter.com/Bd799Qprpd
— River Plate (@RiverPlate) January 6, 2024
Boca, por el contrario, se desprenderá esta semana del “Colo” Valentín Barco, quien irá al Brighton de Inglaterra por 10 millones de euros y únicamente cerró al defensor ex-Belgrano Cristian Lema. Aunque se estima que en las próximas tres semanas habrá de incorporar a tres o cuatro refuerzos más.
Independiente dejó ir a varios jugadores complementarios que no conformaron a su director técnico Carlos Tevez. Y trajo a dos delanteros (el paraguayo Gabriel Ávalos e Ignacio Maestro Puch), al lateral izquierdo Adrián Sporle y a Alex Luna, quien viene de Atlético de Rafaela.
San Lorenzo ya no contará con su arquero Augusto Batalla, el volante Jalil Elías (que partió a Malasia), el cordobés Gonzalo Maroni (que retornó a Boca pero volverá a salir) y Federico Girotti, recobrado por Talleres. Y Racing le dio salida a Anibal Moreno (a Palmeiras de Brasil) y a Gonzalo Piovi (a Cruz Azul de México) y ya tiene al arquero Facundo Cambeses, a “Maravilla” Martínez, Maximiliano Salas y al volante Santiago Sosa repatriado desde la MLS de los Estados Unidos.
Las incógnitas
Estudiantes de La Plata, uno de los campeones de 2023, aprovechó el haber ganado la Copa Argentina y se desprendió de tres titulares (el zaguero Santiago Nuñez y el volante Jorge “Corcho” Rodríguez se fueron a México y el lateral derecho ex-Talleres Leonardo Godoy a Brasil) además de los retiros de dos glorias como el arquero Mariano Andújar y el goleador Mauro Boselli. Por lo que resulta una incógnita con quiénes habrá de rearmarse para jugar la Copa Libertadores.
El resto de los equipos es un interrogante. Argentinos Juniors, Barracas Central, Defensa y Justicia, Lanús, Platense y Tigre presentarán planteles muy renovados, además de los ascendidos Independiente Rivadavia de Mendoza y Deportivo Riestra. En todos los casos y como siempre, habrá que aguardar casi hasta el cierre del libro de pases, previsto en principio para el jueves 25 de este mes para tener alguna precisión.
Durante estas semanas, los representantes seguirán buscando posibilidades para sus jugadores en los mercados del exterior y sólo cerrarán con los equipos argentinos si no les queda más remedio. La consigna es ir por los dólares que escasean en el mercado interno. Jugar en la liga de los campeones del mundo suena lindo. Pero es un detalle que a pocos parece interesarle.
Echeverry y Barco, otros dos íconos del éxodo
Las peripecias que deparó la transferencia de Claudio Echeverri de River a Manchester City en 14 millones de euros (más 9 por objetivos) y las que está deparando la salida de Valentín Barco de Boca al Brighton de Inglaterra en 10 millones de la misma moneda le dejan un gusto amargo al paladar de los hinchas.
Representan la comprobación de que el sueño de las promesas más jóvenes del fútbol argentino ya no pasa por ganar títulos y gloria en los equipos en los que cuales se formaron. Todo lo contrario: apurados por sus voraces representantes y por sus familias ansiosas de llegar a una vida mejor, ahora pretenden mostrarse rápidamente en sus clubes y sin perder el tiempo, dar rápido el gran salto rumbo al deslumbrante fútbol europeo. O a cualquier otro mercado que pague mucho mejor que el de la Argentina.
Echeverri se plantó ante las cámaras de televisión cinco minutos después de que River le ganara a Rosario Central el Trofeo de Campeones. Y ganó la pulseada: River tuvo que venderlo cinco días más tarde. Ni siquiera pudo hacerlo por los 25 millones de euros que cobró o está cobrando por el cordobés Julián Alvarez y Enzo Fernández: “el Diablito” jugó ante Central su primer partido como titular, no salió campeón como ellos y por eso, el City pagará apenas 14 millones por él.
Barco se quedó para intentar ganar con Boca la Copa Libertadores. Como no pudo, no permanecerá un año más en el club. Su representante, Adrián Ruocco, ya le hizo saber al presidente boquense Juan Román Riquelme que tiene plazo hasta mañana martes para aceptar la oferta de 9 millones de euros que le formuló el Brighton. Caso contrario, ejecutará la cláusula de rescisión por 10 millones y se irá del club sin dejar un porcentaje.
El fútbol argentino vende bueno y barato. Muy barato. Tanto que la joya brasileña Endrick (17 años) pasó de Palmeiras a Real Madrid en 72 millones de euros y Vitor Roque (18), de Atlético Paranaense a Barcelona (donde ya debutó) en 35 millones de la misma divisa. Apurados por los propios jugadores y sus representaciones y por sus propias necesidades económicas, los clubes de nuestro país están obligados a vender a sus jóvenes promesas casi ante la primera oferta que reciben. Y por valores muy inferiores a los que rigen en el mercado internacional.
Que Belgrano haya vendido el año pasado a Bruno Zapelli a Atlético Paranaense en poco más de 5 millones de dólares y Rodrigo Garro haya dejado Talleres para irse a Corinthians más o menos por la misma suma es un reflejo de la misma imagen: la de jugadores que se van demasiado rápido y que les dejan a las tesorerías de sus clubes menos dinero del que deberían dejarle.
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