La Voz del Interior @lavozcomar: Una sola salud

Una sola salud

Luego de limar con paciencia algunas asperezas, cuatro organizaciones centrales vinculadas con la salud mundial conformaron una alianza en torno al concepto “Una sola salud”.

La expresión resume la intención de mejorar la salud de las personas, de los animales y de los ecosistemas de manera simultánea y coordinada.

Ya en 1964, el “padre de la epidemiología veterinaria” Calvin Schwabe había acuñado la expresión “Una medicina”, para proponer que los principales problemas de salud humana y animal fueran abordados de manera conjunta.

Luego de acuerdos entre la Organización Mundial para la Salud Humana, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la Organización Mundial de Sanidad Animal y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se eligió “Una sola salud” como lema de la propuesta que expone la íntima dependencia entre la salud humana, la de otras especies animales, de los sistemas microbiológicos y del medio.

No obstante, aún falta un camino por recorrer ya que la especie humana no parece haber perdido su lugar de privilegio, a juzgar por los fundamentos de la alianza.

“Alrededor del 60% de las enfermedades infecciosas emergentes en el mundo proceden de otros animales, tanto salvajes como domésticos; y los ecosistemas sometidos a severo deterioro crean condiciones propicias para la aparición y propagación de nuevas enfermedades” (por supuesto, humanas).

De modo explícito aparece postergada la preocupación por otras especies y por el ambiente; en todo caso, subsumida a prioridades humanas, según surge de la lista de acciones propuestas por “Una sola salud”:

  • Reducir la resistencia bacteriana a los antimicrobianos (RAM).
  • Controlar las zoonosis, infecciones causadas por gérmenes que se propagan de animales a personas.
  • Disminuir las enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos, garrapatas, piojos y pulgas).
  • Reducir las enfermedades causadas por la contaminación de alimentos y las enfermedades por contaminación del agua, contaminación atmosférica y los cambios climáticos.

La contradicción surge naturalmente al no citar intervenciones directas sobre la salud animal y ambiental; las propuestas se orientan de manera exclusiva –por el momento– a resolver trastornos de salud humana.

Lo dicho: la visión antropocéntrica sigue intacta, reavivando el antiguo mito del ónfalo (ombligo), piedra ubicada por Zeus en el centro del mundo; metáfora perfecta sobre la centralidad real y simbólica del hombre respecto de su entorno.

El historiador israelí Yuval Harari devela: “De ser una insignificante especie en su origen, notablemente menos dotada físicamente que otras, (la humana) pasó a constituirse en dueña de poderes que siempre se han considerado divinos, como la creación de vida, la eterna juventud, la transformación de nuestra propia naturaleza genética e, incluso, la capacidad de leer la mente mediante cerebros conectados por ordenadores”.

En síntesis, el actual “Tecno-Homo sapiens” sigue siendo no sólo el principal depredador de otras especies, sino de los recursos naturales extinguibles, así como también el generador de las principales causas del deterioro climático global.

No todo está perdido.

“Una sola salud” no deja de ser un excelente concepto para sumar protagonistas anónimos de un cambio necesario.

Mientras la alianza de organizaciones concreta acciones que causen impacto, las nuevas generaciones marcarían una diferencia en caso de ejercer lograr lo básico: alimentarse lo suficiente, disponer de agua potable, recibir vacunas, no contaminar su espacio físico, proteger a las mascotas y reciclar lo reciclable.

Cuesta aceptarlo: los humanos no somos lo más importante. Apenas un pequeño pero dañino integrante de este mundo precioso pero agotable.

* Médico

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