Así fue el show de Divididos en el Kempes: transpirados por la gloria eterna
Este sábado, Divididos cerró su tira de shows en Córdoba en el marco del festejo por sus 35 años de trayectoria. Por primera vez en la historia, la banda culminó una gira fuera de Buenos Aires, por lo que la fiesta tenía motivos de sobra para hacerse a lo grande. A pesar del calor y la humedad, “la Aplanadora del Rock” y los cordobeses transpiraron la camiseta durante casi tres horas de recital.
Con momentos emotivos y algunos homenajes, Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella dejaron todo arriba del escenario. Junto a los mejores éxitos de su carrera, la banda se consagró en el Mario Alberto Kempes y consiguió una gloria eterna entre camisetas sudadas y cuerpos energéticos.
La lista de temas repasó algunos de los temas más icónicos de estos 35 años viajando por el globo e incluso contó con alguna que otra perlita de antaño.
Divididos en Córdoba: la previa y el “calorón”
Letizia Vocos fue la artista telonera de la noche. La cantante cordobesa y su pianista se ganaron el respeto de la gente y contagiaron buena energía. Con temas propios y algún que otro cover que hacía cantar al público, la artista brindó un show íntimo sobre el calor de la tarde que, a pesar de las ráfagas de viento, no daba tregua dentro del estadio.
Los rockeros estaban exultantes, felices y energéticos. Incluso antes de que apareciera Divididos en escena, todos cantaban, se reían, buscaban su asiento o espacio estratégico en el campo y compraban algo fresco para sobrevivir al resto de la velada. Lo que sí, a todos les juagaba en contra lo lejos que quedaban los puntos de hidratación (además de lo caliente que salía el agua de los bidones) y lo angosto que era el campo para circular.
Al margen de estos detalles, entre los presentes se percibía una hermandad muy unida cuya pasión era más fuerte que todo. Había desde padres con hijos hasta grupos de amigos que habían llegado al estadio desde diferentes puntos de la provincia y el país solo para ver a la banda tocar por última vez en el año.
En la previa, se escucharon dos cánticos claves: El clásico “escuchelo, escuchelo” y el hit post-elecciones “y ya lo ve, el que no salta votó a Milei”. Ambos se repitieron varias veces y durante toda la noche. A los costados del campo, estuvieron representantes de La Garganta Poderosa y Fundación Empate, dando a conocer su trabajo y recibiendo las donaciones de las personas que iban llegando.
Divididos: así comenzó el show en Córdoba
Pasadas las 21.30, las pantallas led se encendieron y proyectaron la imagen de un campo frente al atardecer junto a un hombre sentado. A las 21.42, el video comenzó a rodar y el ganadero se subió a una aplanadora (llena de referencias a otros álbumes de la banda), prendió la radio y no paró hasta estamparse contra una vidrio que las pantallas simulaban.
Paisano de Hurlingham marcó el inicio de una gran noche. Mientras dos banderas flameaban sobre la cabeza del público, un fanático le arrojó a Mollo lo que parecía ser una papa para que toque con ella. Para no darle con el gusto desde temprano, el músico tomó el supuesto tubérculo y se lo llevó a la boca, antes de tocar uno de sus clásicos solos profesionales.
Para cuando sonó El 38, el pogo estaba en su punto máximo. Sin embargo, debido a la muchedumbre y a lo angosto que era el secutor campo, las personas tenían que hacer un gran esfuerzo para moverse en el lugar. Cualquiera podía terminar estampado en la valla de adelante o la del fondo, que habían tenidp que reforzar durante el show. En cambio, en las plateas corría aire y los fans pudieron mantener su lugar entre las butacas, aún cuando se ponían de pie para saltar o cantar.
Quienes ocupaban la primera línea frente al escenario, jugaron con los músicos, los hacían reír e incluso algún suertudo tuvo la oportunidad de extender el brazo y tocar a sus ídolos. Narigón del siglo marcó las 22 y le siguieron Casi estatua, Cabalgata deportiva, Azulejo y Qué tal?.
Disculpas, historias y Sumo por Divididos
Las diferentes guitarras de Mollo iban y venían del escenario, mientras que los otros dos músicos conservaban sus instrumentos. “¿Sabés hace cuánto la tengo a esta? Hace 30 años” dijo el músico cuando un plomo le alcanzó una guitarra estilo Stratocaster color beige y blanco que usó patra interpretar Salir a comprar.
En un momento, el cantante paró el show y se disculpó con todos los que le pedían tocar con ellos. Según explicó, habían dedicado mucho tiempo en preparar el concierto y lo tenían bien ajustado a los tiempos. Nadie más volvió a insistir.
Mientras la luna en cuarto menguante se abría paso en un cielo despejado, la banda tocó La rubia tarada, un clásico de Sumo que reactivó el pogo duro en cuestión de segundos. Aunque este año se conmemoran 70 años del nacimiento de Luca Prodan, los artistas prefirieron hacer solo un homenaje musical a la banda que dos de ellos integraron hace tiempo (como siempre lo hacen).
Tras una breve pausa, Mollo reapareció solo en escena. La cámara lo enfocó visiblemente emocionado (al borde de las lágrimas) y tomando su tiempo para comprender el emotivo momento que estaban por vivir en Córdoba.
Divididos en Córdoba: Con invitados especiales y “pogos de folcklore”
El cantante comenzó a entonar las primeras estrofas de Spaghetti del rock cuando de repente el escenario se iluminó por completo y apareció un coro de infancias. Se trataba del grupo Canciones urgentes para mi Tierra de la localidad de San Marcos Sur, provincia de Córdoba, bajo la dirección de Ramiro Lescano.
“El futuro es este”, expresó Mollo, mientras el público se desconcía en aplausos. Más tarde, el trío de folklore cordobés Los tres mundos acompañó a “la Aplanadora” en el tema Guanuqueando. Allí, Mollo aprovechó también para reconocer la belleza de las Sierras de Córdoba y dijo: “Qué hermoso lugar tienen”.
Los “pogos de folcklore”, como los denominó Ricardo, se completaron con La flor azul y en compañía del músico Diego Fiorentino en guitarra. “¿Alguien va a bailar ahí o no?”, preguntó el cantante, mientras invitaba a alguna pareja a subir al escenario para bailar la chacarera.
Entre las mujeres que se animaron a ir, había una que cumplía años así que se llevó el afectuoso saludo de su ídolo. Aunque no se ponían muy de acuerdo en los pasos y los roles que ocupaba cada una, todas se divirtieron mucho a la vez que estaban felices por saludar a los músicos.
Hablando de derechos
El reloj marcaba las 23.04 cuando Catriel comenzó su clásico solo de batería de casi siete minutos de duración. Al regreso de Mollo y Arnedo, comenzó a sonar El arriero y le siguió Vida de topos. El calor no daba tregua, pero la gente hacía lo posible para seguir en pie.
Durante el trascurso de la tercera y última parte del show, hubo tiempo para hablar del trabajo de Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. “La lucha de las abuelas va a ser siempre. Hay cosas que son inalterables, pese a todo. Y agradezcan a ellas por los recuperados. ‘Imaginemos lo mejor’”, mencionó Mollo, haciendo referencia a la letra de la siguiente canción: San Saltarín (junto a Ariel Leiva en flauta y Santiago Molina en gaita).
Luego de Crua-Chan, Ricardo volvió a tomar la palabra y agradeció a todos los cordobeses por el recibimiento. “Es la primera vez que terminamos el año federal. Siempre terminamos en Buenos Aires, es la primera vez en Córdoba. Gracias por recibirmos. Estamos en nuestra última tocada. Perdón que sea repetitivo, pero es muy emotivo. Muchas gracias”, señaló.
Un eterno final de gloria
La banda comenzó su despedida al menos media hora antes del verdadero final, quizás para que la gente no se quede rogando por bis.. Tras interpretar Amapola del 66, enganchada al tema Para ir del grupo Almendra, Mollo recordó a Ricardo Iorio, quien falleció el pasado 25 de octubre.
“Que pibe más lindo”, exclamó el cantante, quien también homenajeó a “Pappo” con su infaltable versión de Sucio y desprolijo. Cuando la gente pensaba que ese era el último tema, Divididos agregaba otro, otro y otro. Así se sucedieron Rasputín, Paraguay, Ala delta (donde finalmente Ricardo le dio el gusto a la gente y tocó la guitarra con una zapatilla) y El ojo blindado.
La banda cerró con la canción Nextweek de Sumo y un eterno final con el que se pretendía extender la noche a más no poder. Mollo se bajó a saludar a la gente y Arnedo y Ciavarella se quedaron “aguantando los trapos” arriba de la tarima. Finalmente, los tres se fundieron en un (pegajoso) abrazo y, en medio de una ola de aplausos, dieron por concluída la gira de festejo de sus 35 años de trayectoria.
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