Santos tendrá que hacer examen de conciencia tras descender a la segunda división por primera vez
SAO PAULO (AP) — El mismo estadio en el que a inicios de año se realizó el funeral de Pelé fue invadido el jueves por aficionados enfurecidos, un día después de que Santos descendió por primera vez en su historia en la liga brasileña.
El histórico club, que juega en el estadio Vila Belmiro y que en algún momento encandiló a todo el mundo, está sumido en deudas, dividido políticamente, en busca de un nuevo ídolo y un sombrío futuro con menos dinero al irse a la segunda división justo cuando el fútbol brasileño se torna más competitivo y caro.
Alrededor de dos docenas de seguidores ingresaron el jueves al estadio buscando al presidente del club Andrés Rueda, quien estaba trabajando cerca — en el centro de entrenamiento Rey Pelé. Los hinchan culpan a las decisiones de los directivos — con 10 técnicos en tres años — de la misma manera que los jugadores que perdieron el miércoles 2-1 con Fortaleza.
Con una victoria, Santos hubiera seguido en la primera división y sobrevivir una vez más tras merodear el descenso en las últimas dos campañas, no sólo en la liga, si no en el menos competitivo campeonato paulista.
Pero en esta ocasión el equipo del mediocampista venezolano Jeferson Soteldo, el delantero colombiano Stiven Mendoza y la promesa brasileña Marcos Leonardo no lograron la permanencia frente a cerca de 20.000 aficionados.
Flamengo y Sao Paulo se mantienen como los únicos equipos brasileños que nunca han descendido.
La hecatombe de Santos en el campeonato brasileño que recordó a Pelé a los 10 minutos de cada partido esta temporada, en referencia a su icónico número, afectó incluso a excompañeros del delantero tres veces campeón del mundo.
“A los 88 años mi corazón ha vivido grandes emociones, buenas y malas y nunca hubiera pensado ver lo de anoche”, dijo en Instagram el exdelantero Pepe, quien anotó 405 goles en 750 partidos con el club. “Nunca contemplé la posibilidad de descender. Era como si los dioses del fútbol nos protegían”.
Santos ha tenido problemas para atraer jugadores desde antes de la muerte de Pelé, el 29 de diciembre, a los 81 años por cáncer de colon. Pero sigue teniendo una de las mejores academias de Brasil, pero los aficionados se preguntan qué pasó con los millones de dólares que le han pagado a sus juveniles. Este año el club vendió al delantero Deivid Washington a Chelsea por 15 millones de euros (16,1 millones de dólares), pero no pudieron fichar mejores jugadores para no sólo evitar el descenso, pero pelear por volver a la prestigiosa Copa Libertadores.
“Son unos estafadores, destruyeron al Santos por que creían que era imposible el descenso», dijo Vitor Claudio, de 28 años, un mensajero en bicicleta que portó orgullosamente la chaqueta con el emblema del equipo.
El club tiene una deuda de 700 millones de reales (142 millones de dólares), según el coordinador Alexandre Gallo.
Ahora el club tendrá que hacer una autocrítica, al transitar en 2024 el torneo de segunda división, con menor impacto en cuanto mercadeo e ingresos por derechos de televisión.
Aún así, algunos esperan que no sea tan malo para el club que en algún momento la mayoría de los brasileños apoyaron.
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