Niños de escuelas rurales alertan por la destrucción del monte cordobés
A sus 8 años, Thiago Peralta, poblador cercano al dique Pichanas –a 150 kilómetros de la ciudad de Córdoba y a 17 de Villa de Soto– hace un pedido público: no a la contaminación. “Tenemos un hermoso dique. A mí me gusta ir a pescar con mi hermano. Pescamos pejerrey y truchas con eso nos alimentamos. El lugar es hermoso y tiene muchos árboles nativos alrededor del dique. Lo que pido por favor es que cuidemos el dique para que no entren con motores y contaminen el agua por los peces que se mueren y no tenemos alimento. También con el dique consumimos el agua y el riego para nuestras plantas”, dice el niño.
Thiago asiste a la escuela rural José Manuel Estrada, de Piedras Amontonadas, en el departamento Cruz del Eje, un establecimiento de personal único, ubicado a tres kilómetros del dique, al que asisten siete niños de nivel inicial y primario.
Maricel Martínez, la directora y maestra, cuenta que sus alumnos tienen una gran conexión con el espejo de agua porque allí pescan para alimentarse y sus familias venden pan casero o pastelitos a los turistas.
Su relato puede leerse, junto a otros casi 70 cuentos, narraciones e ilustraciones, en el libro Historias del monte cordobés, que impulsó la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC y la Universidad Autónoma del Carmen de México, con el apoyo del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba.
Las universidades invitaron a 10 establecimientos rurales –Nicolás Avellaneda, de Villa de Soto; José Mármol, de Río Seco; José Manuel Estrada, de Piedras Amontonadas; Molinari Romero, de El Barrialito; Ricardo Rojas, de Represa de Morales; Juan Bautista Alberdi, de Cruz de Caña; Juan Larrea, del paraje Buena Vista; 12 de octubre, de Tres Árboles; Juana Azurduy, de Los Patayes; y Joaquín Víctor González Pichanas, de Pichanas– ubicados en parajes del departamento Cruz del Eje, a los que asisten unos 50 alumnos, a sumarse a la propuesta de contar a través de cuentos, fábulas, ilustraciones y relatos cómo es el lugar donde habitan y de qué manera cuidan el medioambiente.
Los niños y niñas rescataron relatos orales, mitos y leyendas, y los recrearon en textos que hablan sobre la flora y fauna autóctona para que todos, escritores y lectores, conozcan el entorno natural y lo respeten.
El libro, con una presentación preciosa, es una compilación del trabajo de la comunidad que rescata el patrimonio natural y cultural de la zona que habitan para que siga siendo una herencia de generación en generación. “Como docente rural destaco la alegría de los estudiantes de ser protagonistas de tan importante obra”, indica Lorena Vázquez, directora de la escuela 12 de Octubre, de Tres Árboles.
La publicación se presentó en octubre pasado, con la presencia de autoridades cordobesas y mexicanas, y fue un acontecimiento para toda la región. “Los estudiantes con sus seños y las familias llegaron orgullosos y muy felices a mostrar su trabajo para que se conozca un poquito el lugar donde viven y se tome conciencia del cuidado de nuestra gran casa que es la Tierra”, apunta Martínez.
En el prólogo se señala que Historias del monte cordobés representa, de algún modo, la identidad del pueblo porque pone en contacto a las infancias de hoy con la cultura de ayer y la venidera.
Conocer y cuidar
Claudia Romero, licenciada en Ciencias de la Educación, doctora en Estudios Sociales Agrarios y directora de la especialización en la Enseñanza de Ciencias Agropecuarias, que se dicta en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC explica que desde hace dos años trabajan en distintas acciones con colegas de la Universidad Autónoma del Carmen de México.
Una de ellas fue replicar en la región de Cruz del Eje un proyecto de concientización del medioambiente y el entorno realizado en comunidades mexicanas. Con este objetivo, representantes de ambas instituciones visitaron en 2022 las escuelas rurales cordobesas para compartir con los chicos, las maestras y las familias, acciones sobre educación ambiental.
De ese intercambio surgió la propuesta de publicar un libro –cuyas compiladoras fueron Romero, Heidi Salinas Padilla, Santa del Carmen Herrera Sánchez y Carolina Moreno– que abordara el contacto de la niñez con el medio ambiente y el entorno. De esta manera, los alumnos de primaria fueron plasmando mitos, leyendas, tradiciones sobre la flora y fauna autóctonas.
“Fue una manera divertida y creativa de generar conocimiento sobre el entorno natural y sobre su propia identidad”, explicó Romero. La compiladora cordobesa explicó que como institución adhieren a los Objetivos del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y a la Agenda 2030, y que en ese marco consideran al libro como un objetivo socioformativo, multicultural y transdisciplinar y como un material didáctico valioso.
“La educación nos puede transformar, nos puede cambiar, nos hace personas más libres, más dignos. Hay una frase de Paulo Freire con la que me identifico: ‘La educación no cambia el mundo sino que cambia a las personas que van a cambiar el mundo”, concluye.
Algunas historias escritas por los chicos
La asamblea de los animales
Una vez en la zona rural de Villa de Soto hubo una asamblea de animales en donde asistieron la reina mora, el pito Juan, las comadrejas, conejos, liebres, cuyes, puma, zorro, serpientes, sapos, lagartos. Fue un representante de cada especie invitada por el zorro quién estaba preocupado por los focos de incendio que se producían siempre en la zona. En la zona donde vivimos se producen frecuentemente incendios forestales impactando en el daño ambiental. En la asamblea decidieron que uno tenía que ir a hablar con el intendente para hacer una campaña para defender la flora y la fauna autóctona. Para convencer a los hombres para que no hagan más incendios porque se perjudican a ellos mismos también.
Martina Carla Palacio. 11 años y Solange Milena Díaz. 11 años. Escuela Nicolás Avellaneda (Villa de Soto)
La historia del gato montés
Había una vez un gato montés solitario que andaba por el bosque, tenía mucha hambre hasta que encontró una presa, la quiso comer, pero era un bebé montés. Lo llevó a su cueva con sus otros bebés. Su mamá salió a buscar comida. A la mamá se le apareció un puma, el puma le quiso quitar su comida, pero la mamá huyó a su cueva, los bebés comieron y se llenaron. Salieron a pasear por el bosque y encontraron un río y se metieron. Se quedaron limpiecitos y volvieron a su cueva y se fueron a dormir, pensando que bonito era su lugar, qué felices son al vivir sin que el hombre los amenace ni contamine su espacio.
Bianca, 9 años. Escuela Ernesto Molinari Romero (El Barrialito)
Los incendios matan animales
Soy de un pueblito de 300 habitantes, zona rural, tenemos un río de aguas cristalinas con fauna. Hay pájaros como reina mora, zorzal, carpintero, cóndor, águila, etcétera. Pumas, zorro, zorrino, vizcachas: también perdimos muchos animales por los incendios. Tenemos sequías.
Francesca Ceballos, 7 años. Escuela Juan Bautista Alberdi (Cruz de Caña)
La cabra y el puma
Un día me fui al campo, como siempre me voy a la tarde a cuidar mis cabras que criamos con mi familia. Después hacemos el trabajo del corral, en la tarde nos dimos cuenta de que nos faltaban dos cabras. A la mañana siguiente nos fuimos a buscarlas con mi papá y las encontramos comidas por el puma. El puma es un animal dañino en la zona y perseguido por la gente del campo, porque es muy peligroso. Por eso, está en extinción.
Florencia Gómez, quinto grado.
“Por favor, no cortemos árboles”
Hola soy Joaquín González del Dique Pichanas, tengo 7 años, voy a la escuela de Piedras Amontonadas llamada José Manuel Estrada, me gustan los animales, caballo,vacas, burro, cabras, oveja, reina mora, perro, gato, palomas, chancho, peces. Muchos de ellos se alimentan de árboles llamados algarrobo, mistol, chañar, tusca, tala, tunal, mora. Pido por favor que no cortemos árboles porque son alimento para nuestros animales y para sombra.
La alegría de la naturaleza
Personajes
Brasita de fuego: Es de color rojo y negro, le pusieron así por el color de las brasas cuando están calientes, es nativo de nuestra región.
Algarrobo: Es un árbol con hojas finitas, alargadas y de color claro, su fruto es de color amarronado y es comestible.
Había una vez en un campo una brasita de fuego que vivía en un algarrobo. Un día vino un hombre y taló el árbol, cuando vió este animal lo quiso enjaular, pero se pudo escapar. Al otro día, el pobre pajarito pudo encontrar un nuevo hogar para hacer su casa. Estaba muy entusiasmado porque tuvo la suerte de encontrar su compañera. Él le mostró su hermoso color rojo fuego, se enamoraron y tuvieron dos pequeñas brasitas tan hermosas como sus padres. El algarrobo fue su hogar para toda la vida.
Kiara Garay, 10 años. Romina Vaca, 10 años y Solange Ortega, 10 años. Escuela Nicolás Avellaneda (Villa de Soto) .
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