Talleres y sus grandes decisiones antes de los mayores desafíos
Quedó bien claro, por si había alguna duda, de la importancia de los jugadores de Talleres que estuvieron ausentes en los últimos partidos y que ante Independiente demostraron su valía. Es cosa muy seria Ramón Sosa cuando toma la pelota para llevarla hacia el arco adversario; puede desequilibrar a como dé lugar su inspiración, que es mucha, y que late paciente durante todo el encuentro.
El paraguayo ya se ganó el sentimiento de la hinchada, que también respeta y mucho la regularidad silenciosa en el medio campo de Rodrigo Villagra, y las respuestas defensivas en su mayoría positivas de Matías Catalán. Ellos tres, junto a Guido Herrera, quien pinta para cerrar su ciclo como símbolo en el club de barrio Jardín, son nítidamente la base de una estructura que espera a quien deberá reordenarla y mejorarla luego de la partida de Javier Gandolfi.
El dilema a resolver es el perfil del nuevo entrenador y de quienes podrían venir como refuerzos. Más que la disyuntiva entre experiencia o juventud, lo trascendente es que el recién llegado limpie de vicios a un equipo que tanto puede hacer por el bien del espectáculo, convirtiendo tres goles de excelente factura, como contra los Rojos, o que puede sostener el final del mismo encuentro con dos goles en contra y con una tensión y dramatismo como sucede en una película de terror.
Hay, en ese sentido, una línea de pensamiento y de acción que se vio en la gestión de Frank Kudelka y que, con algunos matices, se observó en todos “los Talleres” que lo sucedieron, sea quien haya sido el entrenador de turno. Equipo generoso, vertical, de buen trato de balón y con algunas individualidades destacables ha sido su respuesta favorita. Desprotección defensiva, desequilibrio en el medio campo, falta de pragmatismo para sostener un resultado favorable, han sido sus “grandes” pecados.
Una pregunta medular es si quien llegue para armar el rompecabezas deberá aceptar las caras que, por sí misma, le traerá la dirigencia, o si tendrá libertad de elección para buscar el perfil de equipo de su gusto. Y se subraya que quien sea elegido, al ver seguramente muchos videos de anteriores partidos, deberá equilibrar actitudes individuales y movimientos de conjunto para que el equipo gane más de lo que pierda, y para que, por personalidad y convicción, pueda sostenerse en trances decisivos, debido a aquellas luctuosas experiencias en las que la frustración no pudo cederle el paso a la gloria deportiva. Finales perdidas, digamos.
Talleres tiene 70.000 socios, una cifra que su presidente, Andrés Fassi, reclamaba desde hace un lustro (en realidad pedía 75.000), una asistencia consecuente en el estadio Mario Kempes y un futuro abierto a grandes desafíos. Sus ventas en la pretemporada anterior produjeron, según sus propios dirigentes, ingresos muy rentables. Aunque el fútbol sea en muchos aspectos una moneda al aire, puede haber menos posibilidades de equivocación si la mira de francotirador se ajusta para apuntarle a los botines de 2 o 3 muy buenos refuerzos y conservar un buen porcentaje del plantel, con varios integrantes que tiene mucho para dar, todavía.
La Copa Libertadores del año próximo es el mayor atractivo. En pocos días más se podría saber si puede jugar la Supercopa Internacional, lo que le permitiría luchar por un título en un solo partido. Son buenas las perspectivas en barrio Jardín. La moneda de las contrataciones ya está dando vueltas en el aire. Sea como caiga, los hinchas esperan con paciencia que algún día aparezca en un meme Guillermo Francella, con la camiseta albiazul, diciendo: ¡Buen día…hermosa mañana, verdad!
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