Asumiendo
“Asumir o no asumir, esa es la cuestión”, diría algún émulo de Shakespeare con ribetes de politólogo. Presumo que debo explicarme y asumo el desafío en grado sumo. Entonces pregunto: ¿qué tienen en común “asumir”, “presumir” y “suma”? Pues parece que el latín no es de mucha ayuda. Veamos: tanto “asumir” cuanto “presumir” vienen del verbo latino sumere, que implica “tomar”. El “a” y el “pre” son obvios.
¿Se trataría de tomar qué? ¿Un puesto, tal vez, para explicar lo que significa “asumir”? Y en el caso de la presunción, se tomaría… ¿una opinión? No es muy claro, y menos aún si integramos el vocablo “suma” a esta colección, proveniente de otra raíz latina (summa) que por supuesto implica la totalidad y que está –al menos en principio– desvinculada de toda asunción, por presumida que sea…
¿Qué hacemos, entonces? Pues nos vamos más atrás, al hebreo, hasta la palabra shuma, que denota una valoración, una estimación, una cotización, hermana melliza de sum, que quiere decir “asumir” el mando. Más clarito y más parecido aparece en el texto bíblico cuando el pueblo de Israel susurra que tendrá un rey diciendo “ASIMA alai melej”, cuya traducción más precisa sería “que asuma sobre mí un rey”.
Revelado ya el misterio del origen, comprendamos aquel vínculo escudriñado más arriba. Quien es nombrado, votado o elegido recién podrá presumir de tal nombramiento cuando sea capaz de asumir (nuevamente, en el sentido de valorar) la tarea para la cual fue convocado. En cierta forma, podríamos sugerir que para asumir (con todas las letras) se tarda bastante más de lo que a primera vista parece.
El liderazgo, al decir del Talmud, no es poder y dominio, sino servidumbre. Ese concepto, tan habitual para la concepción republicana de los antiguos sabios, no es cabalmente percibido en nuestros días. Y disculpen mi insistencia en orígenes y etimologías, pero estamos hablando de lo que significa gobernar, un verbo que constituye otro de los tesoros más sublimes de la lengua hebrea, donde gueber es “hombre” y guibor significa “héroe”.
Quitémosle el contenido machista y entendamos que “gobernar”, con acento judaico, implica poner un poco de hombría de bien, un toque de humanidad, diría, en lo relativo a lo social. Una señal de un buen gobierno sería –en consecuencia– asumir mucho, presumir poco y sumar, un sumar siempre humano.
* Rabino, integrante del Comité Interreligioso por la Paz (Comipaz)
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