La Voz del Interior @lavozcomar: Así fue el primer show de Roger Waters en Buenos Aires: con Eruca Sativa y mucha lluvia en la previa

Así fue el primer show de Roger Waters en Buenos Aires: con Eruca Sativa y mucha lluvia en la previa

En medio de una polémica que incluyó una presentación por parte de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (Daia) y una orden judicial para que el músico se “abstenga de realizar hechos o expresiones antisemitas”, anoche Roger Waters dio el primero de sus dos recitales en el estadio Monumental de River. La visita concluirá esta noche.

El ex Pink Floyd volvió a Buenos Aires en el marco de su gira despedida “This is not a drill” (“Esto no es un simulacro”) con lluvia y un despliegue inconmensurable y bien característico de su alma artística y militante. Con cuatro pantallas enormes de alta definición y un sonido muy potente, el músico de 80 años salió a escena pasadas las 21.15, previamente de haber mandado “a la mierd*” a quienes dicen escuchar a Pink Floyd, pero que no están de acuerdo con sus ideales.

Cerca del escenario se podía sentir el vibrato de cada nota tocada. Como no podía ser de otra manera, Waters arrancó con los míticos Comfortably numb y The Wall. Sobre el final del tema se vio flamear la bandera Whipala.

Siguió The powers that be mientras en las pantallas se disparaban imágenes de violencia policial y guerras alrededor del mundo. Las icónicas coristas, como siempre, aportaron sus voces arrasadoras para completar los mensajes de Waters con fuerza, elegancia y glamour.

Tras saludar a los argentinos con un “buenas noches” en un español algo arcaico, el músico agregó: “Estoy feliz de estar aquí en Buenos Aires. ¡Muchas gracias!”. Acto seguido, conversó con el público y pidió diálogo a pesar de las diferencias y “amor entre hermanos y hermanas”.

La polémica por sus dichos

Luego, sin mencionar a nadie, aseguró que “por alguna razón” no lo dejaron alojarse en algunos hoteles y agregó: “Yo lucho por los Derechos Humanos. Eso es algo que me enseñó mi madre y nunca olvido”.

Después de aclarar los tantos, Roger zolvió a la música con Pigs (de álbum Animals) y homenajeó al tempranamente fallecido Syd Barrett con Wish you were here. El emotivo momento quedó registrado en los celulares del público, mientras en la pantalla se leía el resumen de lo que fue una noche inolvidable: “Cuando pierdas a alguien que amas, eso sirve para recordarte que esto no es un simulacro”.

El repaso de su carrera en esta gira despedida tuvo muchos momentos emotivos y se lo vio al músico mucho más tranquilo y calmado y con un despliegue material mucho menor al de su anterior tour en 2018. La primera parte del show cerró con una increíble interpretación de Sheep. Apenas se dio iniciado el interludio, el público comenzó a corear al ritmo de “El que no salta es militar”, al que le siguieron el grito firme de “Nunca más” y algunos cánticos contra Javier Milei, presidente electo.

Promediando las 23, el clásico chancho volador apareció sobre las cabezas del público con una frase que decía “Él es malo, no lo escuchen”. El animal dio media vuelta en el estadio con los ojos inyectados de sangre. Acto seguido, Roger apareció en escena en una silla de ruedas y con una camisa de fuerza para hacer un pequeño, pero potente acting sobre el tema In the flesh.

Emoción a flor de piel

Con esta presentación, el británico repasó momentos icónicos del disco The Wall que a su vez recuerdan a los maratónicos 11 Rivers en el 2012 (que no hasta hace mucho ostentaban con el récord de más Monumentales realizados, hasta que Colplay los destronó).

Las nubes amenazaron con volver a atacar, pero la gente no se movería de lugar. Para este punto del show, la energía iba y volvía, pero el público se encontraba muy tranquilo, disfrutando y pensando seriamente sobre el contenido de los mensajes que aparecían en la escena.

A veces el show se puso más reflexivo con temas como Déjà Vu (autoría de Roger) y Us+ them donde el cantante volvió a pedir por los Derechos Humanos; pero en otros momentos, el fuego de la resistencia ardía sobre las tablas del Monumental y la cosa se ponía más candente, por ejemplo cuando sonó Money mientras un cerdo con traje en la pantalla orinaba al público.

Creer o reventar: En el resto de la noche no cayó ni una gota más. El cielo se despejó por completo justo cuando sonó Eclipse de The Dark Side of the Moon, por eso el juego de luces láser que proyectaban los colores de la pirámide de Pink Floyd se pudo ver tan bien.

La noche perfecta llegaba a su fin, pero hubo tiempo para un discurso más. Allí, Roger agradeció a todos en nombre de la banda y pidió un fuerte aplauso para “toda su familia alrededor del mundo”, además de técnicos y la producción del show.

También habló de las Malvinas y lamentó la muerte de tantos soldados argentinos, a la vez que reconoció que esta generación no aceptará nunca más el uso de armas nucleares en el mundo. Finalmente interpretó Two Suns In the Sunset y con la canción The bar se retiró del escenario, no sin antes brindar con mezcal junto a su banda y la gente y saludar a su esposa Camilla que lo acompañaba tras bambalinas.

La previa de Eruca Sativa

En medio del conflicto entre hoteles, organizaciones y políticos, la producción atrasó el anuncio de Eruca Sativa como banda telonera más de lo que se esperaba. Sin embargo, en el momento exacto en el que el grupo subió al escenario, a nadie le importó cuándo ni quién demoró la salida de semejante noticia.

Eruca comenzó su show a tiempo y en medio de un séquito de pilotines de colores (que afuera del estadio se vendían por mil y dentro, $5000) porque la lluvia no daba tregua. Algunos valientes no se sentían afectados por la tormenta y dejaban que su infalible remera de Pink Floyd se mojara. Mejor un poco de agua que perder el estilo bajo un insulso (pero muy útil) poncho de plástico.

El power trío cordobés comenzó a tocar debajo de un gacebo negro y con el tema Para que sigamos siendo y de a poco, Eruca se fue comprando a quienes aun no los conocían. “No hubo tempestad que pare, la tormenta de tu alma”, fue uno de los primeras líneas que cantó Lula Bertoldi y que cerró con “Memoria, verdad y justicia”, un impecable resumen de lo que fue el resto del concierto marcado por el rock y la reivindicación de derechos.

Que la banda de Córdoba fuera invitada por un ex Pink Floyd para ser teloneros no solo se siente como un logro histórico y personal, sino también como el cierre de un etapa de mucho crecimiento sin techo, sin escalas.

Sucede que cuando Eruca Sativa se armó, uno de sus primeros movimientos fue versionar el tema Amor ausente de Claudio Pacheco y Eduardo Bechara con la esencia del tema Shine on You Crazy Diamond. Ese juego entre jóvenes músicos hoy toma un sentido mucho más especial y le brinda al grupo un cierre conceptual y humano, tan mágico como divino.

A pesar de que las pantallas grandes no estaban transmitiendo el show, cada uno disfrutó del sonido latente de los instrumentos de los cordobeses, al que se le agregó un pandero con la bandera Whipala. Por quienes vendrán, Seremos primavera y el cover Cinco siglos igual (de León Gieco), marcaron el comienzo de un setlist corto muy bien pensado, con un mensaje.

Magoo hizo despegar algunos pies del suelo y el solo de Lula sorprendió a más de uno que preguntaba quienes eran esos tres que la estaban rompiendo. Aunque muchos querían seguir escuchando, ese fue el último tema de Eruca en el Monumental.

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