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Después de las tres noches de Taylor Swift en Buenos Aires

música

Dicen que todo lo que vale la pena, bien vale la espera. Un viejo dicho que cobró más sentido durante las últimas cuatro noches porteñas. Después de diecisiete años, alrededor de 200 mil personas llenaron el Estadio River Plate en tres ocasiones para ser testigos del arte de Taylor Swift en vivo, en un show casi biográfico de su trayectoria. Tras conquistar los escenarios de Estados Unidos, la artista desembarcó en la capital argentina con «The Eras Tour”. Y a pesar de que lleva un largo camino haciendo esto, lo que aguardaba en aquellas presentaciones superó todas las expectativas, tomando por sorpresa tanto a la propia cantante como a su equipo y, por supuesto, a los fanáticos. Un verdadero hito en su carrera, y en la industria musical del país.

Jueves 9, sábado 11 y domingo 12. Tres fechas le tomó a Taylor para convertirse en un acontecimiento nacional. El bullicio y la energía comenzaron mucho antes de que el ícono subiera al escenario. La llegada de la “blondie” fue cubierta con gran intensidad por los medios de comunicación, e incluso se la llegó a nombrar Huésped de Honor en reconocimiento de la magnitud de su presencia. La atmósfera estaba impregnada de la pasión de los swifties, que con la devoción de verdaderos seguidores, esperaron durante días, incluso meses, acampando para asegurarse de tener el mejor lugar dentro del predio. El clima se volvió una parte crucial de la narrativa, con la incertidumbre de una posible suspensión del día viernes (el cual se reprogramó para el domingo). Y como si fuera poco, en medio de esta lluvia de emociones, las fechas de los conciertos coincidieron con un momento político de gran importancia: las elecciones presidenciales.

Las recientes actuaciones de la estrella no sólo generaron impacto a nivel nacional, sino que su influencia trascendió las fronteras del país sudamericano. Desde la confirmación pública de su relación con Travis Kelce, sellada con un emotivo beso tras bastidores, hasta el afecto demostrado por su padre, Scott, hacia los fans. La magnitud de su debut en Buenos Aires no se limitó al estadio; con los hoteles colmados en la ciudad, todos quisieron formar parte de la vivencia de Swift en el país. “Nunca vi un fenómeno tan grande en Argentina, tal vez es la primera vez desde Madonna en la que se moviliza no solo un país entero sino un continente porque recibimos a muchos swifties de Perú, Ecuador, Paraguay o Bolivia y el sentido de comunidad fue hermoso”, comparte Máximo Gulich, fanático que se viralizó en las redes sociales por haber realizado 435 friendship bracelets, pulseras adornadas con palabras o frases relacionadas con la artista que los fans intercambian como simbolo de amistad.

Con la magia de Louta y la extravaganza de Sabrina Carpenter calentando los motores de una multitud que aguardaba ansiosa el espectáculo principal, la entrega del público fue total. Aunque todo parecía ensayado, guionado y milimétricamente chequeado, aquellos que vivieron los tres días seguidos seguramente percibieron que cada descenso del reloj para dar inicio a la cuenta regresiva trajo consigo una nueva experiencia. “Un momento que no voy a olvidar nunca es cuando la vi salir al escenario por primera vez después de tantos años de espera, es un sentimiento incomparable haberla tenido en nuestro país”, comparte Valentina Waldam, seguidora que asistió a la trilogía de shows. Todos los saludos de Taylor fueron recibidos con una ovación, marcando el comienzo de una odisea musical que abarca diez eras distintas de su carrera.

Durante tres horas y veinte minutos ininterrumpidos, la intérprete presenta un espectáculo que busca condensar los momentos más destacados de su vida. Realiza dieciséis cambios de vestuario, ejecuta coreografías, toca instrumentos e incluso recrea escenas descritas en sus letras. A medida que las canciones avanzan, la puesta en escena adquiere mayor complejidad. La extensa pasarela, una conexión entre la tarima y el corazón del estadio, fue utilizada de manera magistral por Swift, sus músicos y bailarines. “La energía de Taylor me parece una locura. Incluso después de varias horas de concierto cantando, bailando y usando zapatos de taco ella no hace alusión a estar cansada o algo parecido. Tiene una sonrisa de principio a fin y se nota que hace cada performance con nada más que amor y pasión por el arte y el público”, destaca Catalina Pielert, quien también vivió la experiencia completa de todos los recitales.

A pesar de que la euforia se mantuvo en su punto más alto a lo largo de todas las presentaciones, un momento culminante se destacó cuando Swift sorprendió tocando dos canciones, que quedaron fuera del setlist, en versión acústica. En el primer concierto, los seguidores fueron sorprendidos con  «The very first night» del álbum Red (Taylor’s Version) y una en piano de «Labyrinth» de Midnights. En el segundo espectáculo, como parte de la celebración por el lanzamiento reciente de 1989 (Taylor’s Version), la artista desbloqueó nuevas joyas musicales: «Is it over now?» con un toque adicional de un mash-up con «Out of the woods«. Además, en piano, cautivó a la audiencia cantando «End game» del álbum Reputation, aún pendiente de regrabación. Para cerrar el último show, eligió «Better Than Revenge«, un clásico de Speak Now, y «Slut!» de también de 1989 (Taylor’s Version).

El desenlace de cada concierto cumple su propósito al transformar gradualmente el estadio en una pista de baile. La culminación de los tres espectáculos, sin variaciones en la lista de temas ni en su orden, fue marcada por Midnights, el álbum lanzado el año pasado que nos guió a través de una aventura pop. La inevitabilidad de que cada era se acercara al cierre del espectáculo permeaba la atmósfera. «Es una sensación agridulce porque, por un lado, estoy extasiada de haber podido vivir lo que viví estos días, pero por otro lado, no quiero que se termine. Ahora toca volver a seguir su gira desde la pantalla del celular como lo hice antes de su estadía en Argentina, pero ahora con los recuerdos presentes de las últimas noches mágicas», dice Pielert.

Cuando la multitud grita: el éxtasis de Taylor en Argentina

A lo largo de las presentaciones, la misma artista quedó sorprendida por la efusión de sus miles de seguidores. Al concluir uno de sus éxitos en el primer show, se quedó atónita al escuchar el estruendoso grito de la multitud en el estadio, expresando su agradecimiento con palabras emotivas. «¿Dónde han estado toda mi vida? Estoy viviendo una experiencia increíble«, exclamó emocionada al percatarse de que el público argentino coreaba su nombre. “Los momentos más memorables del show, sin dudas, fueron los ‘breaks’ que se tomaba para expresar todo el amor por los fans. Ya de por si los argentinos tenemos un ego muy grande, pero que hermoso es que nos digan que somos el mejor público, siempre. Que somos muy cariñosos, amables, agradecidos”, cuenta Luisa González, quien lleva el título de swiftie desde hace más de 10 años. “Tal vez, para nosotros es algo tan obvio, y lo damos por sentado, pero no es así alrededor del mundo. Más estando en una situación en la que escuchamos tan seguido la frase ‘que país de mierda’, que alguien del exterior nos recuerde nuestra calidez es algo muy satisfactorio”, añade.

Pero, ¿cuál es el origen del amor por Taylor? La conexión entre la cantante y sus fanáticos va más allá de la música, arraigándose en la vulnerabilidad que Swift comparte a través de sus canciones. Mediante sus letras, los seguidores encuentran relatos melódicos y espejos de sus propias vidas. La capacidad de la estadounidense para expresar las complejidades del amor, la pérdida y la superación resuena de manera íntima, creando una conexión emocional que supera la simple admiración. «Su música me acompaña todos los días de mi vida; su discografía es tan amplia y abarcativa que siempre encontrarás una canción que se ajuste al momento de la vida que estés atravesando o a tu estado de ánimo del día», reflecxiona Waldman, y agrega: «Creo que eso es lo distintivo de ella, que escribe desde la experiencia y la emotividad, lo que hace que todos se sientan incluidos en su mundo y que no están solos».

Su éxito radica en su autenticidad y lealtad a sí misma, rompiendo con las convenciones de la industria que a menudo dictan un camino más «tradicional» hacia el estrellato. “Para mi es un ejemplo a seguir porque logró ser exitosa siendo completamente genuina y fiel a ella misma, a sus gustos, intereses y emociones”, analiza Gonzalez, y sigue: “Estamos muy acostumbrados como sociedad a ver triunfar a artistas, o mismo, personas en otros ámbitos, mediante la creación de obras más bien ‘mainstream’, que ofrecen a los públicos lo que quieren escuchar”. Es un vínculo va más allá de la música; y nace propiamente en la aceptación. “Es una cantante que rompe con todo estereotipo y abraza la feminidad que tanto asimilan como “tonta». Le gusta rosa, le gustan los brillos, llora por amor, ¿y qué?”, expresa Luisa.

Más que una ídola musical, Taylor se reveló como una narradora de historias, una creadora de momentos compartidos. Y durante estos tres días, la complicidad entre la artista y su público alcanzó niveles inimaginables.La conexión va más allá de la música y se convierte en una experiencia emocional única. «Se siente que realmente le importa la experiencia de los fans y que sea inolvidable para todos, y sin duda lo logró», detalla Waldman. En esa misma línea, Gulich continúa: “Me siento tan agradecido de haber podido experimentar algo así». «Por suerte, ya me saqué entradas para verla en Alemania el año que viene porque nunca son suficientes fechas del Eras Tour en la vida de las personas”, concluye, entre risas.

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