La deuda comercial argentina requiere una solución urgente
La severa escasez de dólares que afecta al Banco Central desde hace más de dos años se ha convertido en un problema económico de primer orden. Como otros tantos que caracterizan a nuestra desequilibrada economía –inflación, déficit fiscal, emisión monetaria–, el tiempo pasa sin que el Gobierno atine a encarar una solución, y un dato que podía ser coyuntural se vuelve estructural.
Nunca se toman medidas de fondo, apenas si se apela a políticas que son definidas como transitorias. Así, el cuadro se complejiza y alcanza dimensiones exorbitantes.
Es el caso de la deuda que Argentina acumula a la fecha por las importaciones. No hablamos de la importación de objetos suntuarios de los que se puede prescindir en medio de una crisis más o menos prolongada a la que el Gobierno siempre le ha buscado explicaciones externas –la pandemia, la invasión rusa a Ucrania, la sequía, el crédito que en su momento firmó Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI)–.
Casi toda la producción nacional requiere de insumos importados para funcionar con normalidad. Cuando se frenan las importaciones porque faltan dólares, se frena la economía en su conjunto.
El cepo a las importaciones ha ido creciendo y extendiéndose en los últimos dos años, a pesar de que periódicamente se anunciaba que se trata de un asunto transitorio. A las importaciones que conseguían la autorización, además, no se les entregaban los dólares necesarios para abonar la operación. Siempre medió un plazo flexible que se estira más de la cuenta. Seis meses, por ejemplo. En un contexto de alta inflación y fuerte brecha cambiaria, ese lapso es una eternidad.
Según los análisis de varias consultoras, hasta el mes pasado las importaciones impagas equivaldrían a más de U$S 50 mil millones, monto que supera el préstamo que Mauricio Macri obtuvo del FMI en 2018. Para la asunción de las nuevas autoridades dentro de un mes, con seguridad será mayor a U$S 60 mil millones.
Se estima que dos tercios de esa deuda es de corto plazo. Para abonar a sus proveedores, las firmas internacionales utilizan sus casas matrices o filiales en otros países. Se endeudan con su propio grupo. Las compañías nacionales no tienen otra alternativa que conseguir dólares en el exterior, porque si lo hacen en el mercado financiero local, el Banco Central les cierra el acceso al dólar oficial.
Todas estas vías representan un aumento en los costos de cobertura y de financiamiento, lo que incrementa el costo de reposición de los insumos importados. Ese mayor costo se traslada a precios, lo que impacta en la inflación.
El Banco Central pretende argumentar que se trata de una deuda entre privados, como si pudiera desconocer que la situación se originó porque no tiene los dólares necesarios para efectuar los pagos. El actual Gobierno se escuda en ese razonamiento y en las pocas semanas que le quedan para no proponer una solución.
Los dos participantes del balotaje debieran explicar qué medidas tomarían si asumiesen el 10 de diciembre. ¿O dejarán que esta nueva deuda siga creciendo?
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