Revertir una crisis que agobia a los consumidores
Las góndolas de los supermercados suelen ser un reflejo de la inestabilidad en materia de precios, que se manifiesta, sobre todo, en tiempo de crisis económica como la que atraviesa el país. También marcan el pulso sobre el poder de compra de mucha gente sujeta a un módico presupuesto hogareño.
En realidad, se trata de un fenómeno que comprende toda la cadena de comercialización de productos de primera necesidad, incluidos los supermercados, los hipermercados y hasta los almacenes de barrio.
Por supuesto, la constante variación de costos apunta siempre hacia arriba, nunca hacia la baja, a excepción de algún producto estacional.
Lo llamativo del caso estriba en que, en paralelo con la caída del consumo y de las ventas en los más variados rubros de la actividad comercial, los precios no dejan de subir, en línea con la escalada inflacionaria que el Gobierno nacional no logra domar, al menos para ubicarla en un dígito mensual.
Todo un contexto adverso para comerciantes y consumidores, potenciado en gran medida por la incertidumbre política generada por el calendario electoral nacional. Señales de vacilaciones y de marcadas expectativas que se instalaron desde las Paso de agosto y que cobraron mayor vuelo tras las urnas de octubre, las que dejaron a Sergio Massa y a Javier Milei en carrera para definir, el 19 de noviembre, voto popular mediante, quién será el próximo presidente de los argentinos.
Todo está por verse, pero las maquinitas actualizadoras de precios operan a tiempo completo. Conforme al relevamiento de precios que cada 30 días realiza La Voz en las principales cadenas minoristas de la ciudad de Córdoba, la canasta de productos en supermercados e hipermercados aumentó un 12,3% en octubre. De esta forma, la compra mensual para una familia tipo (dos adultos y dos menores) de clase media trepó a $ 165 mil.
El desenfreno en los costos que atañen a la extendida secuencia de distribución antes de que un determinado producto llegue a manos del comprador es un problema de vieja data que, en estos tiempos de ajustes, se suma al fracaso de los programas de precios cuidados que impulsa el Gobierno nacional, y a los que pocos comercios del interior del país adhieren.
El desbande general de productores y comerciantes, que en muchos casos remarcan precios “por las dudas” y de modo de proteger sus lógicos intereses, no debe, sin embargo, caer siempre sobre las espaldas de los consumidores. Ya no sólo de clase media, sino de grupos familiares hundidos en la pobreza.
Las actuales autoridades ejecutivas de orden nacional y provincial, como también aquellas que asuman sus cargos el próximo 10 de diciembre, deben poner en marcha políticas conducentes en defensa de los consumidores. Ello desde la concepción de que las recetas cosméticas han contribuido poco y nada en la batalla por revertir una crisis económica y social en grado agobiante.
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