Luis Brandoni: el amor por Buenos Aires, y la amistad con Robert De Niro, el ingrediente que condimenta la cuarta pared de la serie «Nada»
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En la cocina existe un porcentaje, un agregado, un elemento, o mezcla, aquella que indefectiblemente le da el sabor al plato. Una pizca de leche que dote de esponjosidad a la verdura, embadurnar el pollo con mostaza, mezclar el ajo y el perejil con el pan rallado y no con el huevo al cubrir una milanesa. Así, se crean las recetas. Una palabra que por un lado, describe el listado de pasos a seguir; y por otro, contiene el conocimiento, el método, lo clave. En la filmografía de Mariano Cohn y Gastón Duprat («El ciudadano ilustre», «El hombre de al lado», «Competencia oficial»), los componentes son la dosis de ironía y humor ácido y el costumbrismo y artilugio de sus personajes, la mayoría de ellos tan repulsivos como intrigantes, que a su paso y provocación desmantelan su realidad.
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El espécimen de su nueva serie, «Nada» (que se estrenó esta semana en la plataforma de Star+) es Manuel Tamayo Prats, un empedernido crítico gastronómico que vive en a gusto y piacere en su Buenos Aires querida (diría Carlos Gardel), acompañado por Celsa (María Rosa Fugazot) una suerte de asistente personal, ama de llaves y cocinera, que le resuelve la existencia. A medida que todo le va resultando cada vez más insípido, se ve inmerso en una crisis económica, y demora la entrega de un libro del que ya cobró los primeros adelantos por parte de la editorial. Hasta que su calculada rutina se sacude con la llegada de Antonia (Majo Cabrera), una joven inexperta nacida y criada en un pequeño pueblo de Paraguay.
Con esta trama, llegó la propuesta a Luis Brandoni, en la vuelta al trabajo con la dupla de directores con los que protagonizó «Mi obra maestra» (2018), formó parte de «4×4» (2019) y viene de su reciente participación en la serie «El Encargado». ¿Qué fue lo que más lo atrajo de realizar esa serie?
«Los elementos», responde y enumera, como si el guión fuera esa carta a degustar. El actor -que con su personaje comparte el prestigio de una trayectoria dedicada- dialoga con Filo.news en La Fernetería (el complejo gastronómico del Museo Nacional Bellas Artes), una de las locaciones de la ficción donde en el primer episodio se encuentra y le responde con evasivas al abogado de la editorial (interpretado por Gastón Cocchiarale), nieto de un amigo suyo.
«La ciudad, los afectos, las cosas que uno quiere, las que a uno lo afectan, están todas expuestas con cierta claridad, y crudeza incluso; y también la ternura que está disimulada con otros gestos pero que la tiene y se demuestra sobre todo al final de la serie: que hay una ternura y la hubo siempre, aunque a veces tratamos de disimularla», reflexiona sobre el componente emocional de la historia.
«Se equivoca, sobre gustos hay todo escrito»
Hace poco más de un año, comenzaban a llegar los rumores del inicio de la producción de la serie. El imaginario puede resultar idéntico a la escena donde Tamayo Prats les avisa a los socios de la editorial, que quiere que sea «su amigo», nada menos que el multipremiado escritor neoyorquino Vincent (Robert De Niro), la persona que llegado el caso presente su libro. El desparpajo del la mesa editorial es tal. Mirá si semejante personalidad va a venir al país. Llamémoslo, propone el crítico. —Estos boludos no me creen— dice al teléfono. Del otro lado de la línea, el ganador del Oscar («El padrino II», «Toro Salvaje», y que este octubre a su vez estrena su nueva película «Los asesinos de la luna») efectivamente forma parte de una producción realizada para y grabada en Argentina.
No sólo que De Niro aceptó participar sino que además es su primera serie, antes rechazó una serie de propuestas que no lo entusiasmaron. A simple vista su participación anticipaba ser solo eso, una breve aparición en el último episodio. Y para sorpresa de quienes miren la serie, su actuación está tan bien equilibrada que es uno de los hilos conductores del relato. Punto a favor para los directores, que exprimieron el jugo de tamaña oportunidad para que rindieran esos 10 días en los que estuvo filmando en el país. Además recibió por parte del gobierno de la Ciudad, la distinción de Huésped de Honor.
A través de su personaje Vincent, De Niro, va narrando la serie. Una especie de muñecas rusas que contiene un significado dentro de otro y una temporalidad dentro de otra: que van desde contar lo que transita el crítico hasta su encuentro en la ciudad de la furia y luego el desenlace final.
Con los personajes, Buenos Aires se presenta como escenario pero no sólo en el decorado, predomina en la intencionalidad de Cohn y Duprat que eligieron retratar una capital actual, impiadosa, «que no duerme», frenética, acogedora y magnética, y homenajearla, tal como sucedió en su estreno internacional dentro de la sección Culinary Zinema de la 71ª edición del prestigioso Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2023.
* Así como el personaje tiene una relación muy emotiva con Buenos Aires, A lo largo de tu trayectoria, incluso hoy presentando esta serie, has sido representado esa cultura, desde frases como ‘Tres empanadas’ y podríamos seguir enumerando: ¿Cómo es tu vínculo con Buenos Aires?
Entrañable. Es mi ciudad. Una ciudad que tiene música propia, que es mi música y se llama tango. Ástor Piazzolla quiso resolver la animadversión que tuvieron con él y dispuso la música de Buenos Aires y le preguntaron qué le generaba. Es una de las pocas ciudades que tiene música propia. En este caso junto con Montevideo.
Yo soy argentino y porteño y me gusta esta ciudad, que es bonita, mala, sucia, hermosa, tiene algunas manifestaciones arquitectónicas por ejemplo, dignas de una mejor ciudad del mundo y que tiene cosas que son las peores del mundo, que no hubiésemos querido. Es mi ciudad y yo también de pronto tengo mohos qué voy a hacer, no es una de las cosas más agradables pero forma parte de mi vida y de mi cuerpo.
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«Nada» está compuesta por cinco episodios que llevan en sus títulos la genialidad del arte popular: 1. Estar en el horno, 2. Remar en dulce de leche, 3. La verdad de la milanesa, 4. Comerse un garrón, 5. Tirar Manteca al techo. Dichos con alusión a comida que De Niro va definiendo con intervenciones espectaculares donde, además de explicar las metáforas entrampadas en los títulos, expresa palabras en español y definiciones como «boludo», «pelotudo» y hasta «la concha de la lora»; así como también representa al mismísimo protagonista.
* En una línea describe que «cosas dichas a través de tu boca tienen otra gracia», característica que resulta muy tuya y que se destaca en el humor de todos tus personajes. ¿Cómo te sentís con esa frase?
Esto lo pude manejar con la experiencia y con mis convicciones. Tiene que ver con la crianza que me han regalado mis maestros. El haber trabajado en la observación de la realidad durante muchos años. Soy muy observador porque me parece que es una manera de enriquecer al instrumento que somos nosotros los actores. De modo que saber cómo se puede decir una mala palabra sin ofender, sin ser vulgar, es entender que se pueden decir cosas atroces no digo con una sonrisa pero de un modo que no hieran.
Hay palabras que no necesitan subrayado, que con decirlas es suficiente. La palabra carajo es de una potencia tan enorme que no hace falta subrayar (la resalta mientras la pronuncia). No diría que se convierte en algo agradable pero se hace más llevadero y no suena como algo chocante para herir la sensibilidad de la gente.
* Hay algo argentino a su vez en el humor ¿no?
Me viene de la observación. Se leer las historietas. El humor de Mafalda fue importantísimo, esas cosas que nos da la vida cotidiana y lo que uno puede sacar. El humor es una herramienta mágica que puede con todo, con el malhumor, el cansancio y arrancarle una sonrisa a un espectador da la satisfacción que a uno lo sigue entusiasmando en este oficio
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En la serie, por instrucción de Tamayo Prats (Brandoni), Vincent (por ende De Niro) toma mate, graba en la parrilla «Bravo» o «Lo de Omar» ( calle Matheu, entre las avenidas Rivadavia e Hipólito Yrigoyen) donde su personaje degusta un bife de chorizo a caballo y aprende que los nombres de las facturas se las debemos a los anarquistas italianos: el vigilante, la bola de fraile, y que las medialunas sólo se consiguen en esta parte del fin del mundo.
Trascendiendo de toda ficción, sus conversaciones con Brandoni son como se ven en la serie, esa mezcla ítalo-castellana o ítalo-inglesa que les permite entenderse sin hablar ni inglés o español propiamente, y rememorar el vínculo que los reunió por primera vez en Buenos Aires en La Casa del Teatro luego de asistir como espectador a la versión nacional que Lito Cruz realizó sobre una de sus obras, a la que le cedió los derechos.
El cine volvería a encontrar a Brandoni con De Niro en 1986, cuando estaba en Nueva York filmado «Made in Argentina» donde compartía escena con un actor estadounidense que casualmente fue a cenar a un restaurante que del protagonista de «Taxi Driver». Le preguntó qué hacía por allá, y artista le contó que estaba filmando una película argentina y que al único que conocía era «un tal Brandoni». A lo que De Niro le dijo: ‘¡Brandoni! Decile que me llame’. El muchacho no podía creer y al día siguiente le dijo que lo llamara. Y así fue. Charla que se dio un 21 de diciembre, en la que además lo invitó a su casa a pasar las fiestas.
* Hay una relación muy linda entre tu historia con Robert De Niro y el paralelismo con la serie, ¿cómo fue el momento en que a vos te propusieron y pensaste ‘voy a grabar una serie que se parece tanto a lo que viví con él en la realidad’?
Claro. Primero fuimos amigos y no compañeros de trabajo. Tal es así que la primera escena que hicimos en la parrilla, no me di cuenta. Recién en la segunda me dije: ‘Estoy trabajando con Robert De Niro’. Porque era ver a mi amigo con el que tanto en tanto nos vemos y tenemos una relación muy afectuosa. Es una persona adorable, encantadora. Es un gusto trabajar con un profesional que demuestra en esa participación esporádica que es esta historia, lo gran actor que es. Tiene dos o tres momentos históricos. Por ejemplo el final: cómo él llega a decir la última palabra en la serie que es Nada. Hay que ser muy buen actor para aguantar esa pausa, disfrutarla y pronunciarla.
En el elenco se lucen los talentos como Silvia Kutika, Guillermo Francella, Enrique Piñeyro, Daniel Miglioranza, Pablo Novak, Belén Chavanne, Alejandro Paker, Rodrigo Noya, Ariadna Asturzzi, Cecilia Dopazo, Manuel Vicente y con la participación especial de Daniel Aráoz (junto a quien vuelve a compartir escena y «rivalidad» tras «La odisea de los giles»).
«Nada» llega en tiempos de sobreabundancia. Por eso la simpleza de su título aborda a un personaje pedante y lo encara de frente con lo elemental y lo sensible de la vida. Pero también es una ‘engaña pichanga’, porque frente a que parece jactarse de lo poco, mucho dice y tiene para decir. O mostrar. Es una invitación a conectar con lo simple -con la amistad, los afectos, las calles, la identidad, la vejez, la juventud, un buen plato de comida que remonte otras fibras y no consumirlo por gourmet-, a desprenderse de la parafernalia con la que el mundo nos demanda cada vez a mayor velocidad. Y por sobre todo, para reírse y disfrutarla.
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