Los vouchers de Javier Milei para la educación encienden alertas: las fallas donde se implementó
La financiación y eficiencia de la educación pública en la Argentina es uno de los ejes centrales del debate presidencial enmarcado, en gran parte, por la propuesta por parte del candidato de la Libertad Avanza (LA), Javier Milei, de instaurar un sistema de vouchers, una especie de subsidio a la demanda.
Como se declara en la plataforma electoral, la idea del candidato libertario es instalar un cheque educativo. Si bien en la declaración no se especificó para qué nivel de enseñanza se aplicaría, según las últimas declaraciones del líder del partido, estaría enfocado en el nivel universitario.
Así, en lugar de entregarle el presupuesto al Ministerio de Educación, que se eliminaría en caso de ganar, sería entregado a los padres para que ellos definan a qué institución financiar para que asistan sus hijos, lo que descentralizaría el sistema de educación.
En caso de triunfar en las urnas, para cumplir con su promesa, Milei debería repartir los fondos destinados en el presupuesto de 2024 para universidades a los particulares. Y, si bien la propuesta de los gastos públicos que envió el oficialismo se debatirá en el Congreso después del 22 de octubre, los montos rondan en los 1,8 billones de pesos (4% de PBI).
Pero, tal como señala el economista, especialista en Finanzas Públicas e investigador en el IIEP-UBA, Oscar Cetrángolo, un referente en el sector, el sistema que propone Milei no solo ya fue implementado y discutido en el mundo, sino que también se encuentra vigente en otros sectores.
«Este debate aparece ya está en otras políticas públicas, está incluido en la sociedad argentina y no viene de los libertarios», afirmó Cetrángolo en el marco de un seminario junto con el economista especializado en políticas públicas, Javier Curcio en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
Así, para Cetrángolo en un sistema en donde los estudiantes abonen, en caso de precisar, una diferencia sobre el voucher comparte similitudes con lo que ya sucede con las obras sociales. «Muchos asalariados que reciben una obra social por su trabajo, por la que no están conforme, ponen sus aportes en su bolsillo y lo llevan a una prepaga privada», ejemplifico.
El voucher comparte similitudes con lo que ya sucede con las obras sociales. «Muchos asalariados que reciben una obra social por su trabajo, por la que no están conforme, ponen sus aportes en su bolsillo y lo llevan a una prepaga privada», ejemplifico Centrángolo.
Aunque las consecuencias de emplear el mismo sistema en las universidades no serían las mismas. Ya que, para ambos especialistas, la educación es un bien imperfecto, que, a pesar de tener muchas fallas de mercado, sigue siendo el eje de las políticas públicas para la igualdad de oportunidades.
En caso de implementar, un sistema de competencia entre las instituciones públicas y privadas para la primaria y secundaria, como sucedió en Chile en 1980 y propuso Milei en la plataforma de 2021, producirían el efecto contrario al que se proponen: competencias y una mayor desigualdad de oportunidades.
«La experiencia de Chile mostró que las escuelas que competían no estaban en la misma situación. Aquellas que tenían los mejores indicadores de enseñanza, seleccionaron a los mejores estudiantes para mantenerse en la cúpula y seguir siendo las más elegidas», aseguró Cetrángolo.
Así, la experiencia del país vecino demostró que el sistema, además de solo funciona en las ciudades al permitir la competencia, no logra la eficiencia ni la equidad.
Pero para la campaña presidencial de 2023, los váuchers que propone Milei, está destinado a las universidades tanto públicas como privadas. Un sistema que se implementó en Australia, Inglaterra, Colombia y Chile, el que más se asemeja es el del Estado de Colorado, Estados Unidos.
Bajo el argumento de que el Estado utilizaba de forma ineficiente los recursos, las autoridades de Colorado financiaron la educación superior mediante vouchers a las universidades, lo que las hizo competir por la captación de los alumnos.
«Si bien, la evaluación arrojó que el sistema favoreció la eficiencia interna y la terminabilidad de las carreras cortas, de máximo 2 años, no se mantuvieron los resultados para las largas. A su vez, de que no se medir de forma aislada que los resultados no se deban al tiempo de durabilidad de los estudios», afirmó Curcio.
También sucedieron inconvenientes en el sistema para la educación superior que se implementó en Chile, que otorgo financiamiento a los estudiantes vía prestamos que debían devolver al finalizar los estudios, lo que produjo problemas a causa de las diferencias en las rentabilidades que tienen las carreras.
Frente a las experiencias desfavorables del resto de países, ambos especialistas, argumentaron que el «problema del voucher no es que sea una mala solución, sino que saca del debate para discutir una estupidez en lugar de como mejor la educación».
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