La Voz del Interior @lavozcomar: Luchas por la igualdad: la yegua de Troya, un título de vida

Luchas por la igualdad: la yegua de Troya, un título de vida

Hace unas semanas estaba en un bar, tramando como siempre cómo conquistar el mundo. No vayan a pensar que esta travesti escritora busca iniciar una campaña despiadada pactando con los poderes oscuros del averno para tener fuerzas sobrehumanas y colonizar así las mentes de los pobres sujetos que circulan por esta vida de manera incauta y llenos de felicidad.

Lejos de mí esas intenciones. Por mundo, entiéndase ese espacio político/cultural repleto de privilegios para algunos pocos y de tremenda desazón para muchos.

En dicha reunión, mientras tejemos redes de apoyo y sobre todo de trabajo, surgió un comentario de esos que traen gran algarabía. Miren que a lo largo de mi vida se me ha acusado de muchas cosas: ladrona, parea, populista (aunque no sé bien que tendría de malo esa palabra), hegemónica, subversiva, blanca, negra, pobre, rica… Sin embargo, y volviendo al meollo de la situación, nunca me habían dicho un piropo tan bello como el que salió de la boca de una mujer de esas que admiro (luchadoras e inteligentes): “Sos una yegua de Troya”.

Un concepto perfecto

Sin duda, es actualmente el título de vida que más me gusta, porque engloba de alguna manera la cantidad de cosas delirantes y poderosas que tuve que hacer a lo largo de mi existencia para poder ser todo aquello que dicen de mí, y más.

El concepto es sencillamente perfecto. Poder entrar en los espacios como lo hizo el caballo troyano, disfrazada de souvenir, de premio devenido en una foto tal como si se tratase de un trofeo de caza, pero que con el paso de las horas y los días, cuando menos se lo esperan, desde su interior deja salir la horda de soldades¹ internos para teñir el mundo de colores y equidad.

Porque no importa lo que les digan, no importa cuánto odio magullen algunas mentes y corazones retorcidos, no buscamos transformar a nadie. Simplemente, estamos luchando porque los derechos y las normas de vida sean mejor distribuidas y no se beneficien los mismos de siempre.

¿Quiénes son los mismos de siempre?

Los mismos de siempre son esas personas que no pasaron hambre nunca, que nacieron creyendo que son superiores, que se mueven en espacios donde abundan las mesas chicas y piensan que la gente no importa. Son los que salen a reclamar porque el pobre tiene acceso a la salud pública o porque el inmigrante (latino) puede venir a estas tierras y tener derechos.

Esa gente que siempre está culpando a los distintos porque no alcanzó la torta (pero tienen “frizada” el resto de la pastelería) y que esta yegua troyana podría mencionar con nombre y apellido.

Porque las yeguas no tenemos pelos en nuestras lenguas. Lenguas que suelen estar llenas de astillas por la cantidad de veces que tenemos que usarlas para lamer heridas propias y ajenas, pero que siempre están listas para defenderse antes las campañas de horror y de miedo que vienen persistentemente a señalar a las comunidades más vapuleadas como las culpables de las “tristes realidades”.

Chivos expiatorios

Es cuestión de matemáticas: en los países más pudientes del primer mundo abundan las casas vacías, y la otra cara de eso es que en otros países no hay dónde vivir. Las familias más ricas consumen siete veces más recursos que las familias menos pudientes. ¿En serio creen que los problemas son los pobres? ¿Qué el problema es la diversidad sexual y sus banderas?

El modelo actual no se regula solo. Falló para la mayoría de las personas que habitamos este planeta. El modelo actual es beneficioso para algunos pocos humanos, que sin duda pactan cosas peores que las que podemos hacer las indecorosas travestis de pechos duros de aceite de avión.

Pero aunque el odio esté direccionado siempre para aquellos que somos los chivos expiatorios, mientras sigan culpándonos de los errores ajenos, nosotres¹ vamos a continuar avanzando, escribiendo, figurando en las películas para que nos tilden de adoctrinadores, en los cuentos y en el alma, porque pueden vender todas las sombras y quimeras que quieran, pero jamás podrán volver a meternos en el clóset de la vergüenza y el silencio.

¹ Respetamos la ortografía de la autora.

* Secretaria de Género del Observatorio de Participación Ciudadana de Córdoba

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