Llaryora-Pullaro y el desafío de construir una sociedad
El 10 de diciembre, el radical Maximiliano Pullaro estará estrenando varias cosas: sus 48 años (los habrá cumplido cuatro días antes), el título de gobernador de Santa Fe (el primer radical desde el retorno de la democracia) y su condición de socio regional del cordobés Martín Llaryora (con quien tiene varias cosas en común, aunque ambos no lo sepan).
Como Llaryora, Pullaro construyó su poder desde un pueblo del interior para llegar a la grandes ligas de la mano de un gobernador sin ser de su riñón: el socialista Miguel Lifschitz lo hizo ministro de Seguridad en 2012, durante el apogeo mediático de los Monos,
En la misma época, José Manuel de la Sota designó a Llaryora como ministro de Comercio e Industria, tras la crisis policial del 2013.
Germán de los Santos, el periodista rosarino que más conoce de narcotráfico en Argentina, aclara que la gestión de Pullaro en Seguridad “no fue buena”, aunque hubo un baja en la tasa de homicidios de Rosario sin que se hayan hecho políticas de fondo. “No se entiende bien por qué en entre 2014 y 2016 bajó la tasa de homicidios, pero Pullaro se tomó de eso para potenciar su carrera política”, dice De los Santos.
Luego, la catastrófica gestión en seguridad (con un récord en homicidios) de Omar Perotti, el gobernador saliente, le facilitó a Pullaro la construcción de su narrativa. “Pullaro vende que él metió presos a Los Monos y eso no es verdad: Guille Cantero, el líder, se entregó en junio de 2013, cuando Pullaro no era ministro de Seguridad; pero en políticas de seguridad no hubo medidas innovadoras”, dice De los Santos.
Salvando las distancias, el paso por la Municipalidad de Córdoba de Ramón Mestre le permitió a Llaryora construir una narrativa que fue impermeable a las críticas opositoras respecto de lo “cosmético” de la gestión del peronista
Y claro, Llaryora es gobernador electo por los vecinos de Córdoba, la ciudad que heredó de Mestre.
Ambos son hijos del aparato, del sistema, de las grandes estructuras de la política; ambos se posicionaron en sus partidos a fuerza de pelear internas.
Proyectos
Llaryora ya está cimentando su proyecto nacional. El tiempo juego a su favor: tiene una reelección como horizonte, en 2027.
Pullaro, en cambio, tiene fecha de vencimiento: en Santa Fe no hay reelección, pero una reforma constitucional es factible, quizá en 2025. Sin embargo, una eventual hecatombe de Juntos por el Cambio en octubre (o noviembre) le daría otra proyección.
Antes, tiene que resolver la inseguridad, que con 288 asesinatos por año convirtió a Rosario en la ciudad más violenta de Argentina.
Juan Cruz Cándido, de la mesa chica del gobernador electo, reconoce que “Llaryora no está en el radar” de Pullaro, pero sí la Región Centro, en particular el debate por la hidrovía y la infraestructura que llegan al río”. El río es el Paraná, fuente de la red de acueductos que Juan Schiaretti y Perotti pusieron en marcha.
No sólo está esta herencia que deben gestionar. La larga frontera Santa Fe-Córdoba demanda una estrategia conjunta contra el narcotráfico. La muestra es el despliegue interjurisdiccional de fuerzas de seguridad en San Francisco y Frontera-Josefina, las localidades santafesinas más próximas a Córdoba.
En la mesa chica del cordobés aclaran que Llaryora no tiene una relación personal ni política con Pullaro. El Celestino podría ser Pablo Javkin, el intendente de Rosario, que el domingo logró la reelección.
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