Así es Pneuma, paisajes del vacío, la primera obra de teatro inmersiva de Córdoba
Pneuma significa respiración, aliento e incluso espíritu en griego y también es el título de la nueva obra de Distópico Teatro, una compañía que propone nuevas formas de dramaturgia con la tecnología como aliada.
En este caso se lleva a escena una historia que busca reflexionar sobre la pandemia, un tema que, por lo doloroso y reciente, aún no está presente en las propuestas artísticas.
En el ingreso a esta experiencia que se desarrolla en la sala Azucena Carmona el teatro Real, se usa la sigla UTI con dos sentidos diferentes. Primero se propone al espectador que se deje llevar a ciegas, con los cascos puestos, por la Unidad de Teatro Inmersivo pero luego cada una de las 20 personas que participan del ritual entiende que con los cascos también entran en una Unidad de Terapia Intensiva con su estricto sentido médico.
Y allí comienza el viaje inmersivo que lleva al público por un sinfín de situaciones oníricas. En este caso en particular, el uso de la realidad virtual está completamente justificado ya que durante varios minutos el espectador asiste a su propia internación en plena pandemia. Los médicos lo atienden, lo inyectan, le colocan la máscara. El movimiento de la cabeza hace que se pueda ver por completo toda la terapia.
Pero Pneuma no se trata solo de una internación, mientras el personal sanitario trabaja otra capa de sentido muestra a la ciudad desolada, desbastada, pero aun así, bella.
Aunque el internado es cada espectador con su casco, la trama demuestra que quien en realidad está internado es un actor llamado Martín (encarnado por Lucas Goria). Allí se comienza a entender parte de la trama Pneuma. Martín tiene recuerdos en forma de destellos, allí se le aparecen otros actores y se pueden recorrer los teatros (algunos vacíos) tras bambalinas.
Las imágenes son pura poesía hasta que se mezclan de nuevo con los pasillos del hospital. Y así ocurre un ida y vuelta entre la muerte posible y la vida artística. Surgen preguntas, todas sin respuestas.
Para no arruinar la sorpresa este artículo no comentará cómo esa realidad virtual se combina con una escena de teatro despojada e íntima. Pero sí vale destacar que tal momento ocurre.
La tecnología como aliada
Javier “Fati” Artaza dirige junto a Sergio Ossés esta obra inmersiva. Consultado sobre las razones para incluir tecnología en una propuesta artística, Artaza dice que los desafía a correrse de su zona de confort para explorar otras posibilidades.
“Sergio trabaja desde lo teatral y yo desde audiovisual y juntos venimos tratando de correr los límites de la escena e incluir a las tecnologías en nuestras propuestas. Habíamos hecho una obra con un holograma y también trabajamos con artefactos sonoros”, dice.
El director cuenta que el uso de cascos de realidad virtual tiene varias razones y una de ella es simbólica: “pensábamos en la máscaras como el barbijo y también pensamos en la idea de las mascaras modernas. El casco de realidad virtual es una de las máscaras modernas”.
El proceso que llevó a completar los 20 minutos iniciales de la obra demandó más de un año de trabajo espaciado. Primero hubo filmaciones con cámaras 360 grados en teatros y en la calle y luego un proceso de edición que tuvo además la particularidad de necesitar de un casco para poder ser editado. Artaza lo cuenta así: “Tuvimos que alquilar un casco para poder editar. Al principio las escenas se veían en la nuca. Terminábamos un minuto de edición y luego controlábamos con el casco, anotábamos todo y volvíamos a editar”.
El resultado es un shock audiovisual realmente inmersivo en el que la persona puede girar la cabeza hacia cualquier lado y ser el protagonista.
“No es una cámara subjetiva como la del cine sino que se le agrega la posibilidad de elegir el recorte de lo que se quiere ver. Hay menos incidencia desde la creación, desde lo que queremos mostrar, y más del punto de vista del espectador”, dice el director y remata asegurando que este es un tipo de experiencia inmersiva pero hay muchos otros: “Hoy lo inmersivo puede ser un género o un subgénero”.
Y luego explica: “Este dispositivo (el casco de RV) fue desarrollado para la industria del entretenimiento. Hay intentos pedagógicos, pero suele usarse básicamente para entretenimiento. Nosotros quisimos ensanchar ese uso. En los juegos en red se pone al protagonista del juego como un avatar, nosotros jugamos también con la idea de que el espectador deja de serlo para ponerse en lugar del actor”.
Asumir riesgos
Consultado sobre las decisiones narrativas que tomaron junto a Ossés, Artaza responde: “La obra tiene un ritmo narrativo que asume riesgos. También creímos necesario darle velocidad. Tratamos de comprimir el tiempo y alivianarlo. Al pasar en 20 minutos por tantas emociones y secuencias hace que la fluidez del relato sea un poco más rápido y que el espectador pueda llevarlo mas cómodamente a pesar de la situación más invasiva”.
El director cuenta que evidentemente en algún momento había que salir de la virtualidad y volcarse a la presencia física, algo que ocurre sobre el final de la obra: “Ahí hay un contrasentido con lo que pasó en la pandemia y el aislamiento”.
Y agrega: “La virtualidad funciona como un soma, por un lado te asfixia pero por el otro lado te vas acostumbrando y sacarte los lentes y volver a la realidad es un gran contraste. La mayoría de las personas que van no han tenido aun una experiencia con el aparato. Eso configura un público particular y un desafío”.
Para ver “Pneuma”
La obra dirigida por Sergio Ossés y Javier Artaza se presentará los jueves en la sala Azucena Carmona del teatro Real en doble función: a las 19.30 y 21. Estará disponible agosto y septiembre. Entradas: $ 2.500 en autoentrada.com y en boletería. La obra cuenta con el apoyo de la Agencia Córdoba Cultura.
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