La Voz del Interior @lavozcomar: Congreso Aapresid: salud del suelo, tecnología y sustentabilidad, bajo la mirada de los expertos

Congreso Aapresid: salud del suelo, tecnología y sustentabilidad, bajo la mirada de los expertos

La presentación comenzó con una foto del recordado Mario Bragachini abarcando toda la pantalla. La sala escuchó en silencio. “Quería contarles algo de Mario. Él nos decía: ‘Observen la cantidad de fábricas de máquinas sembradoras que hay en el país’. En aquel entonces había unas 60. Bueno, nuestro país es tan extenso de norte a sur y de este a oeste que eso explica la cantidad de fábricas. Cada suelo, cada tipo de geografía, demanda una sembradora diferente”, sostuvo el ingeniero agrónomo e investigador de la Universidad de Kansas, José Peiretti.

Junto al especialista en agricultura de precisión Nicolás Pizzichini, fueron los encargados de llevar adelante el panel “Herramientas y procesos claves para la optimización de la siembra”, una de las primeras charlas que tuvo lugar en el 31° Congreso de Aapresid que se llevó a cabo esta semana en Rosario.

El congreso, que contó con unos 6.000 asistentes, tuvo entre sus ejes la huella de carbono sustentabilidad, los sistemas productivos, la salud del suelo, biotecnología y bioeconomía. La innovación tuvo un lugar destacado también.

“‘Yo siempre lo hice así’, es una frase que suele escucharse en el campo. Si el hombre no hubiese apostado por la tecnología no habría llegado a la luna, o no existiría WhatsApp. No hay que tenerle miedo a la tecnología. Hay que salir del estado de confort porque nos va a salir caro. Hay que dar el paso, de lo contrario vamos a perder rentabilidad”, agregó Peiretti, oriundo de Hernando, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, y voz autorizada cuando se habla de tecnología aplicada a la siembra.

Ambos expertos se refirieron a las enormes ventajas de conocer cada surco, cada centímetro del lote. Es posible hacerlo mediante sensores, una fuente indispensable de datos del suelo. “Es inviable no tener un sistema que genere un mapa de cómo fue la siembra. Hoy podemos tener mucha información de calidad para poder entender qué pasó metro a metro con mi sembradora”, advirtió Peiretti.

Los sensores pueden ayudar a calibrar desde la velocidad de la siembra a la profundidad a la que se quiere implantar una semilla. O, si se quiere, el control de kilos en función de la fuerza aplicada y la resistencia del suelo. “No todos los suelos son iguales y hay que actuar en función a ello”, sumó Pizzichini. La tecnología permite además medir el nivel de residuo del surco para aplicar un eficiente barrido de rastrojos.

El nivel de compactación del suelo, el recorrido que hacen las raíces, la emergencia de la planta hacia la superficie -que varía con la humedad, la temperatura, la densidad del suelo- también se pueden calibrar en esta suerte de “auditoría a campo”. Todo para lograr una siembra de calidad.

Para esto “prácticamente necesitamos distintas sembradoras dentro de la sembradora, momento a momento”, graficó Peiretti. “Las condiciones cambian de lote a lote”, justificó.

Pizzichini, gerente Comercial para Argentina e Hispanoamérica de Precision Planting, insistió en que el productor encuentre en la tecnología un aliado para lograr mayor eficiencia. “Por eso la complejidad de hacer las cosas como hacíamos antes. La tecnología va haciendo que tengamos muchas sembradoras en una sola. Cada surco va a ser controlado de manera automática gracias a los sensores. Este año, que hay poco crédito para productores, hay que volver al mantenimiento de las máquinas. Si no hacemos un buen mantenimiento, la tecnología que le pongamos arriba no va a funcionar. Es fundamental no tenerle miedo a la tecnología. Buscar la persona que nos ayude, que nos asesore y que nos dé respuesta”, sostuvo.

Los expertos insistieron en la adopción de todas las herramientas que brinda la tecnología. Y en la capacitación permanente. Sin embargo, hay algo que no debe perderse. Como dijo Peiretti: “siempre doblar la rodilla en el lote”.

Nanotecnología y fertilidad

“Conocemos nuestros suelos, pero no los medimos”, disparó el moderador Claudio Razquin. “Lo que no se mide no se gestiona”, agregó.

El becario de Conicet y miembro de Inta Manfredi fue el moderador del panel “Nanotecnología y su impacto en la salud, impacto en la salud y fertilidad del suelo”, un espacio en el que se habló de cómo la tecnología y la innovación permitieron mejorar la calidad de los nutrientes que aportan los suelos.

El experimentado ingeniero agrónomo Sebastián “Cachi” Gambaudo, profesor universitario y autor de más de 180 trabajos sobre suelos, trazó el recorrido que tuvo la investigación sobre macro y micronutrientes, que arrancó paralela al primer Congreso de Aapresid, 30 años atrás, del cual además participó como organizador.

“Lo del suelo no es tan fácil como ir a comprar fertilizante. Hay parte física”, aclaró.

Se refirió a la acidez del suelo, la pérdida de calcio y al rendimiento. Y también a los largos años de ensayos y la aparición del Convenio ENCaLAR, en los últimos años de la década del ‘90.

De cómo la mejora de las características físicas, químicas y biológicas de los suelos influyen en los rendimientos.

El ingeniero agrónomo Hernán Villada, que compartió el panel con Gambaudo, contó cómo la tecnología ayudó a sortear algunos de los obstáculos que se presentaron. “Antes la mirada iba más al rendimiento que al suelo. El proyecto Encalar se encontró con algunos problemas que hoy podemos solucionar relacionados con aplicaciones, dosis y empezar a realizar ensayos de larga duración”, dijo.

La innovación tecnológica, de la mano de la nanotecnología, viene a romper con lo anterior. “Aparece como una solución disruptiva”, señaló el miembro del staff técnico de Kioshi Stone.

“La firma Kioshi provee nanominerales de máxima pureza, que facilitan la aplicación y la logística a campo y reducen la huella de carbono. Se complementan con proyectos de sustentabilidad y sostenibilidad en el tiempo”, indicó.

Villada habló del comienzo del Proyecto MAS (Manejo Agronómico Sustentable), una serie de ensayos demostrativos comerciales a campo que se vienen desarrollando en un lote cerca de Rafaela desde la campaña 2018/2019 con la gama de productos de la compañía Kioshi Stone, que ofrece a través de Mist un fertilizante líquido con suspensión de nanopartículas minerales.

La experiencia, contó el experto, mostró la evolución de las propiedades químicas del suelo y óptimos resultados en la nutrición de los cultivos.

“Fueron seis años que permitieron validad datos. El trabajo de larga duración, es el que debemos fomentar en el país. Ahora 2023 puede ser el año cero para distintos proyectos”, indicó Villada para quien es posible trasladar la experiencia del proyecto MAS a otros campos.

Medir, registrar datos, comparar, es lo que permite evolucionar, cerraron los expertos.

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