Reforma laboral para frenar la industria del juicio, la receta de este experto para acabar con el empleo en negro
«Cada vez que una pyme enfrenta un juicio laboral hay peligro de que esa empresa desaparezca, de que tenga que irse porque los juicios que llegan a una sentencia que es impagable. Es necesaria una reforma laboral que corrija estas deformaciones que llevaron a la denominada industria del juicio», dice Julián de Diego y sostiene que las multas que fijan los tribunales, agrega, llegan a montos que duplican la indemnización por despido.
Abogado laboralista, director del posgrado en Recursos Humanos de la Universidad Católica Argentina y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, De Diego afirma que la jurisprudencia deformó la legislación e hizo que todo sea opinable y discutible en la medida que se considere remuneración encubierta.
«Los juicios se han potenciado gracias a montos desproporcionados porque se cambia la base de cálculo», agrega.
-¿Cómo ve hoy la realidad del mercado laboral?
-Bueno, mirá, primero, es muy importante tener en cuenta el nivel de trabajo no registrado. La próxima reforma laboral tiene que apuntar a luchar contra el trabajo en negro y para eso no se debería adoptar una posición represiva que hasta ahora nunca funcionó. Lo que hay que hacer es una reforma laboral que apunte claramente a facilitar la contratación de personal a las empresas de menos de 100 personas, que representan el 85% del empleo de la Argentina. Esto permitiría no solamente la dinamización del mercado de trabajo, sino también generar el atractivo de la simplificación y el blanqueo de todas las operaciones. Con eso se bajaría la conflictividad judicial y disminuiría considerablemente el problema de la de la evasión. Todo el mundo está de acuerdo en que el trabajador debería pagar aportes para preservar, por ejemplo, su jubilación y su obra social, pero las contribuciones patronales deberían ser cero en empresas de hasta 20 personas o de hasta 30 personas.
Cambio de modelo
-¿Una reforma laboral así no tendría la oposición del sindicalismo?
-Sí. Y, en realidad, hoy el sindicalismo está en una encrucijada. Gracias a esa férrea posición que adoptan, el mercado está como está: totalmente desquiciado. El nivel de desempleo que muestran las estadísticas es una ficción, porque la mayoría de la gente está trabajando en negro y no tiene cargas sociales. Por lo tanto, no paga jubilación, no paga obra social, tiene que ir a atenderse al hospital público porque no tiene dónde requerir asistencia y gana sueldos miserables con condiciones laborales malas o pésimas. Gracias a ese modelo que tratan de proteger con ortodoxia, más del 50% de la población está en negro, empezando por el mal ejemplo que da el propio Estado, que tiene muchísima gente con monotributo. Yo creo que todo ese proceso ha demostrado ser un fracaso, incluso para el mundo sindical. Gran parte de sus posibles afiliados están fuera de del ámbito sindical porque están en negro.
-La Ley de Contrato de Trabajo es de los años 70, los convenios colectivos en general son del 75. Son casi 50 años en los que cambió completamente la manera de trabajar, ¿cómo se puede adaptar esa ley a un mercado como el actual?
-Yo siempre sostuve que hay que construir sobre lo construido y no tratar de destruir. Por eso me han criticado, sobre todo los empresarios. La ley de Contrato de Trabajo fue aprobada en el 75, los antecedentes en los que se basó el texto eran de 10 años atrás, época en que no había ni fax siquiera. ¿Entonces qué está pasando? ¿De 280 artículos que tiene la ley, cuánto se utiliza? La indemnización por despido y más o menos porque está cuestionada por la jurisprudencia, y algo sobre la jornada, pero la ley está totalmente fuera de de época, se ha anquilosado, tiene montones de cosas que son absolutamente actualizables y que habría que modernizar. Pongo un ejemplo, si vos tenés un teletrabajador -y ya hay empresas que tienen 70% de la gente trabajando desde la casa- ¿cómo hacés para acusar abandono de trabajo? La ley no te da la solución porque el abandono de trabajo estaba pensado para cuando tenías un edificio al que tenías que ir y un día te ausentabas. Entonces te mandan una intimación. ¿Cómo hacés eso con alguien que trabaja desde la casa? ¿Le mandás un telegrama a la casa diciendo que no concurrió al trabajo en su casa? Hay que crear un mecanismo que adecue la norma.
Incorporar la tecnología
-La tecnología y, en especial, las plataformas de economía colaborativa cambiaron de manera sustancial las relaciones laborales…
-Sin dudas. Hubo un avance y aceleración de las nuevas tecnologías que la ley no llega a abarcar. Las aplicaciones de delivery , el régimen de transporte de personas con Cabify, Uber o DiDi, están fuera de la Ley de Contrato de Trabajo, pero también están fuera del Código Civil. No es algo fácil de resolver y en ningún país del mundo se los ha incorporado como parte de la ley de contrato de trabajo. En ninguno. Hay fallos en contra en California, hay un fallo en Londres, hay fallos en Suiza, pero la verdad es que ningún país modificó la legislación y dijo que el trabajador de Rappi es un empleado en relación de dependencia. Y no lo quieren hacer porque porque saben que si lo incorporan a la ley, lo transforman en algo inviable. En este momento en Argentina más de 500.000 personas que están en estas plataformas.
Eso también requiere algún tratamiento, por ejemplo, el que hizo Mendoza, que legalizó las tres marcas, Didi, Cabify y Uber. ¿Cómo? el chofer tiene que tener carnet profesional, tiene que inscribirse en autónomos, tiene que pagar el seguro contra terceros, el seguro personal y el seguro en beneficio del transportado. Y el vehículo tiene que tener un control anual.
¿Cómo está funcionando todo esto en Mendoza? ¡Fantástico! Los taxistas dejaron de ser taxistas y se transformaron en trabajadores de alguna de estas tres marcas. Todo el mundo está cobrando, todo el mundo está usando un servicio de transporte. El servicio de transporte mejoró considerablemente casi todo el mundo renovó la flota. Ya no hay autos viejos porque no pueden circular. Si el auto tiene más de cinco años de vida, le hacen un montón de controles especiales para que tenga un buen mantenimiento. O sea, todo mejoró.
Otro de los problemas que tienen las empresas es que a la hora de contratar personal lo piensan muchas veces, por un lado, por el alto costo del empleo, por las cargas patronales, pero también por la posibilidad de un juicio posterior. ¿Cómo se puede hacer para terminar con esto que se llama la industria del juicio?
Vamos por el principio. Es peor tener un trabajador en negro que tener un trabajador en blanco. El juicio laboral de un trabajador en negro te da un nivel de exposición y de riesgo del doble o del triple que el de un trabajador en blanco. Ahora, el trabajador en blanco tiene, además de la legislación laboral, la jurisprudencia tan obrerista que hemos generado en nuestro país, que es una forma de de espantar las inversiones y de dudar sobre la contratación. Y eso tiene otra consecuencia: la sustitución, que en algunos países como Francia llaman cancelación. Es lo que está pasando cuando vos tenés una amenaza muy grande desde el punto de vista de la legislación laboral. Ya no contratás, sino que reemplazás el empleado por tecnología. El resultado final de ese proceso es algo más dramático, la anulación de puestos de trabajo. En la Argentina se ve en muchas actividades, por ejemplo, la actividad bancaria, con el home banking está reemplazando las sucursales. Todas las tareas que antes hacía un empleado pagado por el banco, las terminás haciendo vos como usuario y gratis.
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