Juan Grabois: Comparto el planteo federal de Llaryora y creo que es superior a Schiaretti
El dirigente social Juan Grabois, precandidato presidencial por la alianza Unión por la Patria, no les teme a las paradojas. Milita en el oficialismo nacional, pero cuestiona en durísimos términos a su rival interno, el ministro de Economía, Sergio Massa. Pero, a la vez, valora muchas políticas del Gobierno nacional y, sobre todo, defiende con ahínco a Cristina Kirchner.
Cercano a la vicepresidenta de la Nación, aunque aclara que no es su jefa política, de campaña en la ciudad de Córdoba, lejos de los grises en sus definiciones políticas, Grabois no dudó en defender el discurso “federal” del gobernador electo Martín Llaryora, y lo diferencia de manera muy marcada de Juan Schiaretti. Es más, pronosticó que el intendente capitalino llegará a ser presidente de la Nación.
–Ya que vino de campaña a la provincia, ¿qué relación tiene con Córdoba?
–Me siento muy cómodo en Córdoba. Mi abuelo es cordobés. Mi mamá estudió Medicina en la Universidad. Tengo muchos compañeros, amigos, una parte de mis raíces son cordobesas. Siento un gran cariño por esta provincia, espero que los cordobeses también.
–Más allá del calificativo “Pituquito de Recoleta”, Llaryora hizo un reclamo fuerte de mayor federalismo. ¿Qué opina de esa postura?
–No solo estoy completamente de acuerdo, sino que uno de los puntos programáticos de nuestra propuesta es llevar la Capital Federal al norte del país, “el Norte Grande”, como le decimos nosotros. Soy un bonaerense que vive en San Isidro, en la provincia de Buenos Aires, y mucho me cargan por eso, pero vivo en San Isidro pobre. Es decir, entiendo de lo que habla Llaryora. La provincia Buenos Aires también es afectada por el centralismo porteño en relación con la participación, por ejemplo. Suscribo punto por punto lo que dijo Llaryora, no puedo no suscribirlo. Fue un discurso brillante.
–¿Cree que hay una mirada displicente de la dirigencia porteña sobre el interior?
–Coincidido mucho con ese mensaje y también me interpela en algunas cosas. Me interpela como dirigente no porteño, pero sí bonaerense, y un poco patagónico porque viví cinco años en las afueras de San Martín de los Andes, y hay que vivir en la Patagonia, eh… Entiendo cómo sufren en el interior, porque lo veo con mis compañeros de acá, en Córdoba, en los sindicatos, en las organizaciones sociales, en la política y en las ONG. La conducción se concentra siempre en la Capital Federal. Dicen que Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires; en realidad, no es Dios el que atiende en Buenos Aires: me parece que es el del otro barrio. Hay un poder que hay que revertir. De lo contrario, no hay un modelo de desarrollo equilibrado posible para la Argentina. Estoy de acuerdo y suscribo el planteo de Llaryora.
–¿Cree que puede haber una confluencia entre Unión por la Patria y el peronismo cordobés?
–Te voy a contar un chiste. Hace dos años, cuando lo conocí a Llaryora, le dije que él iba a ser presidente. Y, ojo, que tengo cierta capacidad profética. A veces le pego, a veces no, pero suelo pegarle. Porque es un tipo con mucha capacidad, que me disculpen si alguien se ofende y que me disculpen si peco de soberbio bonaerense, pero yo no creo que Llaryora y Schiaretti sean lo mismo.
–¿Qué les ve de distinto?
–Llaryora tiene un nivel de reflexión y una capacidad infinitamente superiores a los de Schiaretti. Además, le corre sangre por las venas. Un dirigente político tiene que ser apasionado, capaz, pero, sobre todo, tiene que tener la mente abierta a cosas nuevas y tiene que evitar los prejuicios. Eso es lo que sentí cuando hablé con él. Vi cómo se desarrollaron las obras de urbanización y de lotes con servicio en la ciudad de Córdoba. La Provincia también tiene un buen esquema de políticas de Estado. Conozco bien este tema porque la persona que está a cargo de esa política se llama Fernanda Minio, una mujer que viene de Villa La Cava, el barrio más pobre de San Isidro. Nosotros la promovimos como secretaria de Integración Sociourbana. También logramos una ley que la peleamos durante el macrismo, con el apoyo de legisladores cordobeses, y se votó por unanimidad. ¿Qué hace básicamente esa ley? Obras en los barrios populares que antes la Nación no hacía, urbanización y lotes para familias vulnerables o también para familias de clase media empobrecida. Hay algo que es absolutamente cierto, tenemos escasez de dólares, pero no tenemos escasez de tierra. Entonces, cada familia debe tener un lote y eso no debería ser un planteo utópico. Es sentido común, y en Córdoba se hicieron como 10 mil lotes con apoyo de la Nación. La Municipalidad de Córdoba tenía los proyectistas para realizarlas, cosa que no ocurre en otras provincias y ciudades. En Córdoba, lo aprovecharon muy bien. Obviamente que falta un montón, pero yo tengo capacidad de reconocer el mérito en personas que por ahí en este momento no están en nuestro mismo cuadrante político, pero creo que Llaryora es un tipo muy capaz y que no es lo mismo que Schiaretti. Noto que en Córdoba hay un trasvasamiento, una renovación generacional, que ojalá se reprodujeran en el resto del país.
–Precisamente, todo parece indicar que Llaryora buscará trabajar a nivel nacional en una renovación del peronismo. ¿Tiene chances de proyección nacional?
–Yo creo que la que más impulsa eso es Cristina. Hay sectores que se resisten a abandonar sus espacios y privilegios. Fue lo que pasó con (Eduardo) “Wado” de Pedro, que era el candidato que nosotros promovíamos. Para mí es un botón de muestra de la resistencia que hay del establishment político de abrir espacios. Y eso implica que a la resistencia del establishment hay que imponerle una fuerza superior. Y eso depende de nosotros, por eso yo soy candidato, porque no estoy dispuesto a que el staff permanente de la política argentina siga gobernando mal.
–¿No fue una debilidad de Cristina Kirchner que le impusieran un candidato?
–Creo que es una simplificación. De hecho, es la excusa detrás de la que se esconden muchos para justificar sus opciones ideológicas. Muchos dicen ahora que tiene que ser Massa porque lo dice Cristina. Es un subterfugio para no bancarse como se fueron corriendo de posiciones absolutamente conservadoras, en el peor sentido de la palabra, que es conservar los propios privilegios. Entonces, Massa les queda muy cómodo. Y es muy cómodo echarle la culpa de todo a Cristina. Primero decís que es una genia de la estrategia porque lo puso a Alberto (Fernández). No, no, en el medio hay presiones. Viajaron dos gobernadores para imponerlo a Massa.
–Entonces, ¿le torcieron el brazo a Cristina?
–Sí, fue una derrota política. Pero no fue magia y yo soy candidato. Lo que es patético es que la dirigencia quiere estar cerca del calor de poder y de Massa, que se excuse en que fue una directiva de Cristina. Eso es lamentable, porque primero habla mal de sus convicciones. Finalmente terminan siendo más papistas que el papa, porque, insisto, si Cristina no hubiera habilitado las Paso no habría interna y no podría elegir. Si vienen y me dicen “mirá, Juan, yo no estoy de acuerdo con tus planteos”, bueno, votalo a Massa, no hay problemas. Ahora si el planteo es porque Cristina lo ordena, ¿y dónde Cristina dijo que hay que votarlo a Massa? Yo no lo escuché. Hay que tener límites, y para nosotros Massa es un límite, por eso acá estoy.
–¿Cómo será la reacción de su espacio si Massa gana la interna, como todo parece indicar?
–Primero no hay que dar nada por hecho. Nosotros estamos jugando a ganar, desde luego con tres escarbadientes, desde luego con la cancha inclinada y con el uno por ciento de los recursos de Massa. Aunque pasa una cosa curiosa: nosotros hicimos un crowdfunding de recursos, recaudamos una cantidad que para nosotros es un montón de plata, más o menos 10 palos. Y nuestro rival (Massa) declaró cuatro millones, nada más. No sé cómo hará la campaña. La verdad me llama mucho la atención. A nosotros nos aportaron docentes, profesionales del Conicet, funcionarios y mucha gente común, y no creo que nos hayan aportado empresarios. Pero volvamos a la pregunta: ¿qué va a pasar en el hipotético, remoto y casi imposible caso de que gane Massa? Nosotros tenemos que acompañar, porque si no no sería una interna, sería una estafa. Nosotros no estamos en una actitud especulativa. Planteamos claramente que tiene que ganar Unión por la Patria. Eso es lo estratégico: queremos ganar la interna, pero sobre todo que gane Unión por la Patria. Porque creemos que es una delimitación contra discursos e ideologías deshumanizantes, que es la negación del otro, la negación de los derechos, sobre todo los de los más vulnerables. Y creemos que eso expresan (Horacio) Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Esta señora vive de la política desde que tiene 16 años, primero matando soldados y después matando mapuches. Su discurso es represivo. Y Larreta, que tenía un discurso más de centroderecha, se fue corriendo y tiene casi la misma posición, quizás para tratar de sacarle algún voto a Bullrich y a (Javier) Milei. Entonces, Unión por la Patria no puede avanzar hacia esas posiciones, en el contexto en que está. Nuestros votos van a estar puestos en una agenda: tierra, techo, trabajo, soberanía y nuevo federalismo, que no hay que confundirlo con feudalismo, porque en algunas provincias, no es el caso de Córdoba, existe el feudalismo. No me pregunten en cuáles, porque no quiero estigmatizar.
–Desde la izquierda le cuestionan diciendo que es funcional a Massa y a la estrategia de Cristina de retener el voto del kirchnerismo duro. ¿Qué responde?
–Es muy divertido, porque algunos más kirchnerista que Cristina me acusan de sacarle votos a Massa y que por eso puede que no sea el candidato más votado en las Paso. Y los partidos trotskistas dicen que le estoy sacando votos a la izquierda y que para eso me utilizan. Miren, si me vota la gente, será porque ni Massa ni los partidos trotskistas la interpelan. No entiendo ese razonamiento. Insisto, obviamente que si hacemos una buena elección somos un condicionante tremendo para el sistema político, mucho más que los partidos trotskistas, que tienen la lógica de no votar nada en el Congreso. Como si fuera un pecado o en el Presupuesto, por ejemplo. Nunca votaron un Presupuesto, ¿todos estarán mal hechos? Entonces el planteo es autocomplacencia, propio de quien está cómodo en una posición. Vos hablás a un dirigente trotskista y te dice que su plan es hacer una revolución que implica la socialización de los medios de producción, la nacionalización de la tierra, de los bancos, de las empresas. Esa es la revolución es la teoría trotskista. Ni ellos creen en su programa. Menos en llevar el salario a más de $ 600 mil, como proponen. Yo sí creo en nuestro programa y planteamos cosas muy concretas: tierra para la gente, apoyo a la pequeña producción, protección de los cinturones hortícolas como los de Córdoba, un esquema de economía plural en el que las cooperativas tengan un rol para darle laburo y dignidad a la gente. Entonces, obviamente hay mucha gente que está cansada del chamuyo “progre” nacional y popular que termina decantando en Sergio Massa. Mucha gente está cansada del chamuyo de las revoluciones que nunca suceden.
–¿Esa es su propuesta para el casi 40% de la economía que vive en negro?
–Sí, que no solamente son los más pobres, hay mucho sectores medios que viven de lo que se llama “emprendimientos productivos”, de la economía familiar o como se la quiere llamar. En realidad, son laburantes que están poniendo su propio tiempo al servicio de la producción de un bien y de un servicio que no son valorizados plenamente en el mercado. Por ahí, no les permite juntar un salario estable, que habría que garantizar de algún modo. Son los denominados “cuentapropistas”. Es un mecanismo laboral que es distinto del que trabaja en una empresa con horarios, sueldo y patrón. Es una economía plural en la que se valora a la gente que tiene otro mecanismo de laburo distinto que cobra un salario en blanco.
–¿Y qué le dice a la otra mitad del país, la que está dentro de la economía formal y que considera injusto tener que sostener a los informales?
–Que la engañan en cómo se conforma el Presupuesto nacional. El principal impuesto no son las retenciones, es el IVA, y el IVA es un impuesto absolutamente injusto que lo paga en la misma alícuota el más pobre de los pobres y el más rico de los ricos. Los sectores de la economía popular, social, solidaria, cooperativa, autogestionada son un motor de la economía, también hacen caminar la economía. Entonces a veces es muy fácil contarles la costilla a los de abajo. Es una tendencia a la deshumanización no buscar que quien está mal esté un poco mejor. La desigualdad es una realidad humana que hay que combatir.
–¿Qué piensa de las retenciones agropecuarias?
–Es un tema que tiene cierta complejidad para mí. Yo no me voy a ir a mostrarme a la Sociedad Rural con gente que creo que le hizo daño al país. Mucho menos en el Predio Ferial de Palermo, adonde les gusta ir a los pituquitos porteños y también a los pituquitos del interior. Si fuéramos gobierno, al predio de la Rural lo convertimos de inmediato en una gran feria para economías regionales y pequeños productores. Hay que ser pragmático con las cuestiones económicas. Creo que el problema principal no es recaudar vía retenciones, sino garantizar el abastecimiento interno. Entonces tiene que haber un plan agroalimentario en el que el cupo de exportaciones del trigo, del maíz, de la carne se determine sobre la base del abastecimiento interno, con precios razonables. Vicentin era una empresa que podría haber funcionado como testigo de este plan, sobre todo en la cuestión de los granos. Más allá de las retenciones, el problema que tenemos hoy es el problema de la moneda, que es mucho más grave. Lo que hay que hacer es unificar el tipo de cambio y para unificar el tipo de cambio hay que entender que el peso está muerto, y hay que hacer el duelo. ¿Cómo se reemplaza al peso? Una canasta de monedas, fundamentalmente vinculada a la unificación monetaria con Brasil, que es un país con el que compartimos el ciclo económico, pero con el que hemos tenido tensiones comerciales por las devaluaciones o revaluaciones de la moneda de cada país. Hay que iniciar el camino hacia el euro de Sudamérica, que nos va a permitir ser una potencia porque acá tenemos todos los recursos, pero hay que agregarle valor. Es lo que el papa Francisco llama “la Patria Grande”.
–Por tener una buena relación con el papa Francisco y por tu mirada humanista y cristiana, ¿siente el acompañamiento de la Iglesia Católica?
–No te diría de la Iglesia como institución, pero sí de muchos laicos y sacerdotes con los que hemos trabajado durante toda la vida. Me acompañan como pueden, dentro de sus limitaciones.
–¿Qué les dice a los que creen que el Papa tiene una mirada distante de la realidad del país?
–Que lean a Francisco. No creo que haya una persona con una compresión histórica, sociológica, política y cultural más profunda que Bergoglio, que vivió en nuestro país y lo recorrió como pocos. Si hubieran leído a Bergoglio los que fueron a negociar con el FMI, no estaríamos en esta situación. Es muy claro con el Fondo: dice que es neocolonialismo. Cada vez que fuimos al Fondo, terminamos en una crisis. Una y otra vez nos enroscaron la serpiente a los que se creían amigos de los norteamericanos. Así como Roma no paga traidores, Washington no paga a arrastrados.
–Es precandidato del oficialismo, ¿qué cosas defiende de este gobierno?
–Creo que en la pandemia, a pesar de algo bochornoso que fueron los privilegios del vacunatorio VIP, se actuó bien. Se hizo una negociación correcta con el tema de las vacunas que se consiguieron de todo el mundo. Se priorizó la vida sobre otras cosas. Se implementaron mecanismos como el IFE y el ATP, que permitieron sostener la vida de la gente. Creo que ahí hay otra cosa destacable de este gobierno, que no es represivo. Fue un gobierno que no utilizó ni la persecución política, ni la persecución judicial, ni la persecución mediática, ni la represión policial para resolver los problemas. Fue un gobierno que tuvo un rol importante en la defensa de la democracia en Bolivia frente al golpe de Estado. Fue un gobierno que revalorizó los derechos humanos, que habían descendido el estatus de curro, según la visión de Mauricio Macri. Tengo bastantes cosas buenas que puedo decir. Después hay cosas que son desastrosas y que las digo desde el día uno. Por eso decidí no ser funcionario de este gobierno, porque yo veía que la orientación no era la nuestra. Distinta es la valoración que nosotros tenemos del gobierno de la provincia de Buenos Aires (gobernada por Axel Kicillof), donde se hizo un gran laburo en área de salud y educación que no se ve porque tarda en valorizarse. Del Gobierno nacional también puedo decir que empató con la inflación al menos con los jubilados que cobran la mínima. Si bien no estamos en la situación de 2001, estamos en una situación suficientemente mala para no resignarse a sostener el mismo modelo socioeconómico, que es el modelo que viene desarrollando Massa, que el año que lleva como ministro de Economía empeoró casi todas las estadísticas. Por eso lo enfrentamos en la interna.
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