Auge y caída de Gativideo, la empresa argentina que marcó el negocio de los VHS
En la época pre Netflix, el VHS era el encargado de llevar el cine a casa. La mayoría de los hogares tenían una reproductora que escupía y rebobinaba cintas casi todas las semanas. Al mismo tiempo, los videoclubes se multiplicaban, aunque luego fueron eclipsados por la llegada de Blockbuster a la Argentina en 1995. Pero aquel ritual tenía su propia banda sonora: una fanfarria cuyos primeros estrofas aparecían apenas se apretaba el botón de play. En pantalla volaba y giraba el logo de Gativideo e inmediatamente después un saxofón anticipaba el comienzo de la película.
Fundada en los 80 por la familia Scalella, Gativideo llegó a ser una de las tres grandes videoeditoras del mercado argentino. Vivió su época dorada en los 90, cuando la economía favorecía la compra de reproductoras de VHS, y construyó una planta de multicopiado en San Luis de 5200m2. Pero la migración al DVD y el crecimiento de la piratería erosionaron su negocio hasta hacerla desaparecer en 2009.
Para muchos la marca representa parte de su infancia, una película que reproducían una y otra vez. Pero detrás de Gativideo está la historia de una familia ligada al negocio del cine desde hace más de 70 años.
Una familia dedicada al cine
El italiano Curzio Scalella fue el primero en incursionar en la industria, aunque solo como encargado de control en un cine. Fueron sus hijos, Luis y Duilio, quienes profundizaron su vínculo con el rubro. Ambos se dedicaron a la distribución, aunque el segundo de ellos dejó la actividad en 1972. En cambio, Luis Scalella formó parte de varios eslabones del negocio.
Como distribuidor, en los 60, trajo al país varias películas del cine italiano como La escapada, Rocco y sus hermanos y Matrimonio a la italiana. Fundó Distrifilm y llevó a la cartelera grandes clásicos de la talla de King Kong (1976), Superman (1978) y Flash Gordon (1980). También administró los cines Adán 1 y Adán 2 en la Ciudad de Buenos Aires.
Los hijos de Luis, Luis Alberto, Jorge y Beatriz, heredaron Distrifilm y continuaron el negocio familiar. A su vez, ellos manejaban la distribución local de las películas de 20th Century Fox.
En 1976 la japonesa JVC declaró la guerra de las cintas con el lanzamiento de Video Home System (VHS) para competirle a su rival Sony, que había presentado Betamax el año anterior. Antes de eso, el sistema de cinta magnética era muy costoso y solo se utilizaba en televisión, pero para esa época el precio había bajado entonces lo llevaron al consumo hogareño.
La oportunidad del VHS
El negocio de alquiler de VHS se volvió una pata interesante para los grandes estudios y así nacieron los videoclubes. Por lo tanto, se necesitaban empresas que editaran esas películas al formato casete. Ese era el trabajo de las videoeditoras y los Scalella vieron una oportunidad.
De esta manera, en 1983 los hermanos conformaron su propia empresa, pero el nombre Gativideo recién aparecería unos años más tarde. Al principio ellos manejaban dos marcas, por un lado Videoman, para las películas de MGM, y por el otro Legal Video para Fox.
La parte más difícil, según Luis Alberto Scalella, fue la negociación con los estudios para conseguir los derechos. «Una vez con mi hermano estuvimos 45 días en Los Ángeles. Lo de Disney no llevó por lo menos dos años y medio de negociación», recordó, en diálogo con APERTURA. La marca del ratón fue la tercera en sumarse al portfolio de la compañía.
Pero los Scalella no estaban solos en el emprendimiento. En parte estaban asociados a Videoman Internacional, compañía de origen español cuyo dueño era el empresario Enrique Cerezo, actual presidente del Atlético de Madrid, y a los dueños de la productora local Aries, que aportó su catálogo de películas.
Origen de Gativideo
Gativideo surgió en 1987 a partir de un proyecto en San Luis que otorgaba exenciones impositivas a aquellas empresas que radicaran su producción en la provincia. Para eso necesitaban una sociedad constituida específicamente en territorio puntano. Al principio el nombre no les convencía a los Scalella, pero finalmente decidieron mantenerlo. En San Luis construyeron su planta de multicopiado que empleaba a 70 trabajadores y llegó a trabajar a tres turnos.
Videoman y Legal Video convivían juntas con Gativideo en la introducción de los VHS, sin embargo, esta última empezó a ganar fuerza y pronto se quedó como la única identidad de la compañía.
El mercado de videoedición se concentraba en tres empresas que se repartían un 80% del negocio. La principal competencia de Gativideo era Argentina Video Home (AVH), perteneciente al grupo Coll-Saragusti que tenía larga trayectoria en la industria del cine. Ellos tenían las licencias de Warner, Paramount y Universal. LK-Tel completaba el podio con las películas de Sony/Columbia.
Según un informe de la Unión Argentina de Videoeditores (UAV), en 1999 el negocio de alquiler de VHS movía alrededor de $200 millones y 78 millones de casetes por año. Las videoeditoras se encargaban de vendérselos a videoclubes, supermercados, kioscos y casas de música.
Quién hacía la música de Gativideo
La música es uno de los grandes distintivos de Gativideo. En particular son dos las canciones que se enraizaron en la memoria de los nostálgicos.
La primera es «Fanfarria para el hombre común» compuesta por Aaron Copland en 1942. Lo hizo a pedido de Eugene Goosens, el director de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati, que quería una pieza para abrir sus conciertos que homenajeara a los que pelearon en la Segunda Guerra Mundial.
En tanto, el famoso saxofón que suena durante el mensaje antipiratería forma parte de «Silhouette» del estadounidense Kenny G. La canción luego fue reversionada por la banda británica Emerson, Lake & Palmer.
Fin del VHS y cierre
La llegada del DVD cambió el panorama. Aseguraban que al ser más fácil de piratear, esto hizo que creciera la venta ilegal de películas. En 2007 se vendieron 67.000 VHS en comparación con los 1,3 millones de 2002. Y los videoclubes, poco a poco, fueron desapareciendo.
La primera en cerrar fue LK-Tel en abril de 2009. Los Scalella mantuvieron a flote a Gativideo hasta que los costos operativos empezaron a flaquear. Unos meses después la compañía bajó la persiana definitivamente. AVH esbozó reconvertirse como distribuidora de videojuegos y fabricante de dispositivos electrónicos (tablets y cámaras), pero también cerró nueve años más tarde.
Hoy Scalella no tiene planeas de revivir la marca, no obstante la misma sigue viva a través de una banda que la adoptó como nombre.
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