Por qué este prófugo y separatista catalán es la clave para la estabilidad de España
La falta de una mayoría contundente en las elecciones ha otorgado al fugitivo residente en Bélgica una enorme influencia, dado que su partido podría determinar la permanencia en el poder del presidente, Pedro Sánchez.
Con sólo abstenerse, los siete diputados de Junts per Catalunya -un partido bajo la influencia de un hombre contra el que la fiscalía pidió una orden de detención el lunes- tienen el poder de dar a los socialistas de Sánchez una solución para volver a formar Gobierno tras las elecciones.
El Partido Popular (PP) en la oposición, favorito antes de los comicios, también ha entablado conversaciones con pequeños grupos regionales en el Parlamento en un intento de asegurarse una mayoría suficiente. Pero son los socialistas quienes tienen más posibilidades de éxito, si consiguen convencer a Junts per Catalunya.
España entró en un limbo político
El partido, también conocido como Junts, defiende una postura de línea dura respecto al separatismo y todavía se refiere a su fundador, Carles Puigdemont, como «presidente». Puigdemont huyó a Bruselas cuando España activó una orden de detención europea contra él por liderar el intento de Cataluña de separarse de España en 2017.
Mientras España digería los resultados electorales el lunes, la fiscalía pidió ese mismo día que volviera a emitir la orden de detención contra Puigdemont, miembro del Parlamento Europeo, después de que un juez de la Unión Europea lo despojara de su inmunidad a principios de este mes. Los fiscales afirman que podría enfrentarse a penas de entre seis y doce años de prisión por malversación de fondos en relación con el controvertido referéndum de independencia de hace seis años.
«Un día eres decisivo [para formar] un gobierno en España y al día siguiente España ordena tu detención», tuiteó Puigdemont, que suele aparecer en las reuniones de su partido por videoconferencia.
El lunes, Sumar, que formaría coalición con los socialistas de Sánchez en el Gobierno, autorizó a su responsable, Jaume Asens, a entablar las negociaciones con Junts sobre un posible acuerdo para que el presidente del Gobierno renueve su mandato.
Pero los aliados de Puigdemont se apuraron a señalar públicamente que Junts pondría un precio alto. «No haremos presidente a Pedro Sánchez a cambio de nada», sentenció Míriam Nogueras, líder de Junts.
Jordi Turull, secretario general de Junts y uno de los nueve líderes que cumplieron penas de prisión por su intento de independizarse de España, declaró que el partido exigiría dos cosas: un referéndum de autodeterminación adecuado para Cataluña y una amnistía para todos los que se enfrentan a procesos penales por el referéndum de 2017, que los jueces declararon ilegal.
Sánchez indultó a los nueve separatistas en un esfuerzo por relajar las tensiones en 2021, pero cientos más todavía se enfrentan a investigaciones o sanciones por el referéndum de 2017, incluyendo la prohibición de ocupar cargos públicos, según el grupo independentista Òmnium Cultural.
En opinión de Pablo Simon, profesor de política en la Universidad Carlos III de Madrid, sería constitucionalmente imposible que Sánchez permitiera un referéndum de independencia y difícil conceder una amnistía total. «Esas son demandas maximalistas. Junts tiene que hacer ciertas exigencias pero luego ya veremos qué pasa», añadió Simón.
Para formar Gobierno, se necesita una mayoría absoluta de 176 escaños en el Congreso, de 350 escaños. Sánchez podría alcanzar 172 con su actual socio de coalición, Sumar, y otros partidos separatistas catalanes y vascos que lo han apoyado en numerosas ocasiones desde 2018.
El ex terrorista de ETA que está provocando la caída de Pedro Sánchez en España
Sin embargo, necesitaría el apoyo de Junts, que tiene siete escaños, para salvar la diferencia final. Otra opción para el partido de Puigdemont sería abstenerse en la votación de investidura, lo que reduciría a 172 la mayoría que necesita Sánchez.
Los diputados de Junts votaron en contra de Sánchez cuando formó Gobierno en 2019, pero desde entonces han apoyado algunas de sus iniciativas legislativas.
En las elecciones de este año, el PP hizo una campaña feroz contra Sánchez por el gobierno «Frankenstein» que le acusó de haber creado, construyendo una coalición con la izquierda radical que contó con el apoyo de los separatistas catalanes y vascos. Ahora, la incorporación de Junts a la ecuación intensificaría las críticas.
El año pasado, Junts abandonó un gobierno regional de coalición con el otro principal partido independentista, ERC, acusándolo de no defender lo suficiente la independencia de la región. Ambos partidos obtuvieron malos resultados en las elecciones generales: Junts perdió un escaño y ERC, seis.
El lunes, Sánchez se convirtió presidente del Gobierno en funciones. Los diputados y senadores elegidos en las elecciones del domingo tomarán posesión de sus escaños el próximo 17 de agosto y, a continuación, el Rey se reunirá con los líderes de los partidos para determinar quién tiene suficientes apoyos para convertirse en presidente del Gobierno.
No es probable que se celebre una votación de investidura hasta septiembre, pero si nadie consigue formar gobierno podrían convocarse nuevas elecciones para diciembre o enero.
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