Elecciones Córdoba capital 2023: un escrutinio con inicio confuso y cierre veloz
Con el espejo hecho trizas por el escrutinio de la elección provincial del 25 de junio pasado, el proceso para los comicios municipales de este domingo en la Capital transcurrió bajo una mirada de sospecha. Y esta recién se disipó cerca de las 21, cuando Rodrigo de Loredo subió al escenario del búnker de Juntos por el Cambio para aceptar tempranamente la derrota.
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La descompresión que a cualquier conteo electoral le otorga la aceptación de una derrota es innegable. Y ello quedó plasmado anoche una vez más.
El hecho de que De Loredo haya aceptado que perdió incluso antes de que el escrutinio provisorio hubiera abierto los datos siquiera de una sola urna no hace más que señalar las deficiencias en el inicio del conteo, dirigido por una Junta Electoral municipal dubitativa y hasta acusada de parcial por la oposición.
Una muestra. En los días previos, desde la Junta se indicó que anoche los datos serían abiertos una vez computada una masa crítica en torno del 40% de los votos, algo que, se estimaba, podría suceder cerca de las 21. Un criterio razonable.
Pero ayer a la tarde, el titular de la Junta, Alejandro Moyano, salió a comunicar la modificación de ese criterio y dijo que los datos se iban a presentar a medida que fueran ingresando. ¿Sucedió eso? No, los datos se abrieron a las 21.25, con el 26% de las urnas escrutadas.
Es cierto que, amén del gesto de De Loredo, a partir de allí la carga avanzó a buen ritmo, hasta que a las 23.40 ya alcanzaba el 99,57% de la mesas. Muy, muy distinto al escrutinio provisorio de los comicios provinciales, que se interrumpió a las 6.40 de la mañana del lunes 26 con apenas un 94% de las mesas escrutadas.
El candidato radical afirmó que se basó en datos propios para asumir que el resultado que aún estaba atesorado en las urnas era a esa hora irremontable. Sus datos fueron certeros.
Otra muestra más. Cuando la web oficial del escrutinio definitivo abrió, los medios detectaron que, si bien la profundidad del conteo llegaba hasta cada una de las 3.289 mesas habilitadas –es decir que era posible ver el resultado en cada mesa–, los datos no estaban discriminados por los 117 circuitos que integran las 14 seccionales.
El detalle, que para una lectura descuidada puede parecer menor, determina la imposibilidad de hacer un zoom sobre la elección, acercarse al verdadero mapa de los comicios y determinar qué zona benefició a cada candidato, lectura que quedará para cuando se realice el escrutinio definitivo. Si es que esa información es entregada.
Pero esos no fueron los únicos puntos flojos que la Junta acreditó durante el proceso. El más cuestionado fue, sin dudas, la comunicación publicitaria –publicada el pasado sábado en un aviso en La Voz– que indicaba que para los comicios de ayer, aunque era obligatorio sufragar, no se iba a multar a quienes no asistieran “por no estar reglamentado”.
La catarata de críticas colmó las redes sociales sábado y domingo, y hasta provocó la presentación de una denuncia penal por parte de Juntos por el Cambio, aunque el oficialismo también se quejó, por las redes.
La frase de la Junta Electoral, inexplicable por donde se la mire, pareció estar destinada a desalentar la participación ciudadana, un pecado capital para una democracia de apenas 40 años que viene luchando contra la desazón de un país que deambula desde hace décadas sin encontrar un rumbo.
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