Una campaña electoral con mucho ruido y pocas nueces
La frase, que repetimos en el lenguaje cotidiano, copia exactamente el título de una comedia clásica de William Shakespeare. En su argumento, hay un matrimonio que se quiere concretar entre Claudio y Hero, pero muchos desconfían de esa unión y tratan de evitarla. Otros la impulsan.
Pero en algo están de acuerdo: cada grupo recurre a todo tipo de estrategias para lograr su cometido. Entonces, utilizan métodos en los que la realidad es falseada por medio de apariencias, simulaciones, habladurías, rumores y todo tipo de engaños. Todo sirve para cumplir sus objetivos; hasta la invención descarada.
El escenario de la política nacional no dista mucho de los mecanismos que utilizan los protagonistas de esta obra clásica. Al menos es lo que puede observar cualquiera que se disponga a recorrer los medios y redes sociales. Pero con una diferencia no menor: el espectáculo que nuestra discusión política ofrece es el de un drama de enredos; no el de una comedia. Porque si así lo fuese, no deberíamos preocuparnos por lo que los personajes hacen y a lo que recurren para llegar a sus metas.
Dijo, pero luego lo desmintió. Fue malinterpretado. No es una interna feroz, para nada. Ellos mienten, como lo hicieron siempre. Tuvimos diferencias, pero nunca dijimos que con ellos jamás integraríamos una lista. Pensamos igual, pero diferimos en el método para lograr nuestros objetivos, que son similares. Yo viví y me crié acá, aunque fui elegido en otro distrito. Siempre pensé lo mismo. Esto es un caos y todo parece que va a empeorar, porque siempre se puede estar un poco peor. El año próximo la Argentina comenzará un ciclo de crecimiento; las condiciones están dadas para ello. La universidad está llena de estudiantes de otros países. No es cierto que así sea, lo que hay es diversidad. Las reservas del Banco Central están en rojo. El país pagó sus obligaciones de este mes con las arcas del Central.
Enredos, contradicciones, medias verdades, mentiras descaradas y pocas certezas que se mezclan al interior de un guion incoherente.
La espera de un proyecto o un conjunto de metas por alcanzar, con pasos centrales por seguir y alternativas posibles para afrontar potenciales cambios de contexto, es lo que la ciudadanía aguarda que elaboren los guionistas de nuestra política. O algo parecido a eso, más o menos articulado, que ayude al país a atravesar una trama dramática, aunque sus actores y actrices protagónicos se esfuercen en hacerla parecer a una comedia caótica y por momentos frívola.
Llenar la realidad de certezas para que no sucumba al asedio de dispares y disímiles interpretaciones, que por no estar en su mayoría ancladas en diagnósticos serenos y objetivos, la enredan más, es otra de las demandas que clama una sociedad disconforme y apática.
Se requiere, entonces, una pluralidad creativa y consistente, concentrada y enfocada en una coyuntura aún encadenada fuertemente a un largo proceso de declive general. El país necesita imperiosamente soluciones complejas, compromisos duraderos y acciones decididas. Veraces, claras, calmas, posibles, predecibles. Necesitamos, finalmente, más nueces y menos ruido.
* Periodista
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