La Voz del Interior @lavozcomar: Razones para ver El juicio, un excelente documental sobre la dictadura

Razones para ver El juicio, un excelente documental sobre la dictadura

Verdad es una palabra, pero no es solamente un sonido tipificado; es la palabra que refiere el esfuerzo de cualquier consciencia por decir lo que se piensa sobre algo sin falsear la descripción de un hecho por conveniencia y cálculo. La confusión, incluso teñida de buena voluntad, respecto de su naturaleza empodera a toda suerte de cínicos perversos o carentes de imaginación moral que labran el infierno en la tierra.

¿Se puede filmar ese movimiento de la consciencia? En la extraordinaria El juicio, de Ulises de la Orden, la relación de la palabra con la verdad no es solo un problema ontológico, epistemológico y moral: es también un problema histórico y político. ¿Cómo habla un verdugo de sus actos canallas? ¿Cómo habla un sobreviviente? ¿Cómo se habla sobre un desparecido? “Tuve una hija sana, hermosa. Me devolvieron un montón de huesos”, eso dice una madre durante el juicio.

La película

El juicio compila 530 horas del Juicio a las Juntas, grabadas del 22 de abril al 9 de diciembre de 1985 por operadores de cámara de ATC. Por diez años, el director visualizó el material hasta hallar una línea narrativa que pudiera glosar la experiencia discursiva de un juicio ejemplar. Decidió dividir la película en dos partes, segmentándola en 18 capítulos que llevan por título alguna declaración de los protagonistas de la audiencia pública: “Feroz, clandestina y cobarde”; “Ni siquiera la guerra”; “Tirar por la boda”; “La promesa”; “Nunca más”.

La división no es estrictamente lineal, aunque El juicio comienza con el primer día de su ejercicio y culmina con el alegato de Julio César Strassera.

En el inicio, sobre todo los dos primeros capítulos, se desmantela el argumento de la guerra sucia, una discusión ya saldada en ese otoño de 1985, por su falsedad argumentativa, aunque la falacia perviva todavía en quienes esgrimen la famosa teoría de los dos demonios. El testimonio de la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, los argumentos de Luis Moreno Ocampo y Strassera, e incluso, indirectamente, la intervención del presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse refutan los silogismos de los abogadores defensores o la retórica perversa del almirante genocida, Emilio Eduardo Massera.

De ahí en más, del tercer capítulo hasta el final, la película sin explicitarlo agrupa en secciones temáticas disímiles e indispensables la circulación de discursos comprometidos en el juicio, de lo que se predica el funcionamiento estructural de una dictadura y sus crímenes de lesa humanidad.

El valor del filme

La inteligencia cinematográfica desplegada en El juicio consiste en su montaje, porque el material de archivo se ordena como si se tratara de un relato judicial propio de una ficción, en el que se pueden observar las reacciones de los genocidas ante la declaración de un sobreviviente, al mismo tiempo que se pueden apreciar los gestos de los jueces y los fiscales o la incomodidad obscena de la defensa.

En algunas ocasiones, sin faltar a la verdad, Ulises de la Orden fuerza un poco la relación de los planos y contraplanos de una secuencia, privilegiando un ademán previo o posterior que parece corresponderse al momento exacto de lo dicho por un testigo, en aras de una continuidad narrativa que dinamiza el relato. En ese sentido, no sabemos con exactitud cuándo es realmente que el dictador Jorge Rafael Videla lee los textos religiosos en los que se concentra durante muchos pasajes del juicio. Nada cambia esencialmente en qué instancia del juicio ese acto abyecto de lectura tiene lugar, sí son decisivos, en cambio, los reencuadres realizados por el cineasta para hacer inteligibles los párrafos del libro con el que Videla se abstrae y desprecia la palabra de sus víctimas.

En El juicio se escuchan cosas inimaginables. El término “tormento” deja de ser una abstracción. ¿Qué pensar, qué sentir frente a alguien que tuvo en el interior de su cuerpo la nariz de una rata? La reconstrucción de Adriana Calvo sobre el nacimiento de su beba en un automóvil, algo que Argentina, 1985 universalizó desde la ficción, acá vuelve a escucharse desde su propia boca. Verla salir del estrado, completamente quebrada, es estremecedor. Es que cada caso corre un límite de lo concebible, y cada caso, también, revela la decencia de los sobrevivientes.

¿Hace falta decir que es esta la película que debe verse para saber a fondo qué ocurrió en un pasado no tan lejano y entender la conquista humana que significó juzgar (y seguir juzgando) a los responsables de la última dictadura cívico-militar?

Para ver

El juicio (Argentina-Italia-Francia-Noruega/2023). Guion y dirección: Ulises de la Orden. Fotografía: Pablo Parra. Edición: Alberto Ponce. Sonido: Gerardo Kalmar, Ambolt Audio y Mathieu Deniau. Duración: 177 minutos. Calificación: excelente. Se proyecta en el Cineclub Municipal Hugo del Carril (sábado a las 15.30 y 20.30, domingo a las 17.20 y 22.20, lunes y miércoles a las 19.50 y martes a las 18.30. Disponible vía streaming en Kinoa.tv.

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