La Voz del Interior @lavozcomar: La sociedad civil y las deficiencias del Estado

La sociedad civil y las deficiencias del Estado

Cada tanto, una organización no gubernamental (ONG) nos demuestra que hay una serie de cuestiones a las que el Estado, con su potente maquinaria, no les da importancia, a pesar de que la tienen. Para enmendar esas fallas, periódicamente surgen pequeños grupos de ciudadanos que se asignan a sí mismos una misión específica, a la que se dedican con esfuerzo y dedicación. Y tiempo después están en condiciones de exhibir resultados favorables.

Es el caso de Liga Educación, una asociación civil cordobesa que se formó en 1999 con el objetivo de frenar la deserción escolar. Para eso se propuso acompañar el trayecto educativo de niños, niñas y adolescentes en contextos de dificultades socioeconómicas.

Ya entonces nuestro sistema educativo mostraba indicadores preocupantes que, por cierto, no cambiaron demasiado en las dos décadas siguientes. A grandes rasgos, la estadística más dramática es que uno de cada dos adolescentes no termina el secundario.

Sin educación, no hay futuro, porque sin educación es imposible conseguir un trabajo formal de calidad y con una buena remuneración. Educación y trabajo son dos factores clave en la movilidad social ascendente.

Como si fuera poco, la deserción escolar tiende a reproducirse de generación en generación en un contexto de pobreza: cuando hay un padre o una madre que no terminó el secundario, es altamente probable que su hijo tampoco termine el ciclo educativo obligatorio.

Por supuesto, un pequeño grupo de ciudadanos –entre 10 y 30 personas, por marcar un número ilustrativo–, no podrá lograr que la deserción escolar desaparezca por completo. Pero su empeño por asistir a una mínima cantidad no sólo demuestra que es posible alcanzar el objetivo sino que grafica lo que podría hacer el Estado si destinara recursos económicos y humanos a esa misma tarea.

La Liga Educación, abocada en un principio a escuelas de Villa Allende, donde se constituyó, supo aliarse, por ejemplo, con la Fundación Cimientos para asistir a niños y adolescentes de distintas escuelas de Saldán, La Cumbre y Córdoba capital.

Pudo persuadir a otros ciudadanos para que “apadrinaran” a estudiantes que requerían de un apoyo económico importante para seguir adelante. Porque para permanecer en la escuela hacen falta ropa, útiles y una buena alimentación.

Tampoco dudaron en organizar eventos sociales, culturales y deportivos para recaudar fondos. Organizaron un ropero comunitario, recolectaron guardapolvos, crearon un banco de útiles escolares. Se propusieron, incluso, dar una formación en oficios para favorecer una formación específica que posibilitara una salida laboral.

Hoy, cuando está a punto de cumplir 25 años de existencia, la Liga Educación puede mostrar, con orgullo, que entre los jóvenes a los que asistió hay 10 graduados universitarios.

Si omitimos por un momento su trabajo en la capital provincial, advertiremos que esta ONG ha beneficiado con su labor a menores de tres localidades. ¿Cuánto más se podría lograr si se contara con la asistencia de los gobiernos locales y del Estado provincial? Así, cada pequeña comunidad podría tejer una red de contención para niños, niñas y adolescentes en riesgo de abandonar la escuela.

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