Violencia económica y femicidios: una relación cada vez más visible
La violencia de género puede adquirir distintas formas. Y todas pueden, en algún momento, agravarse hasta llegar a femicidio. La violencia psicológica es la primera que suelen nombrar las víctimas y sobrevivientes de este delito, pero en muchos casos es acompañada de agresiones físicas y en otros también de violencia económica, un tipo de control ejercido por el varón que está poco visibilizada en la sociedad.
Y la dependencia económica de la mujer es una de las principales trabas a la hora de tomar la decisión de romper la relación con esa pareja que las violenta.
El control económico no sólo está presente en las parejas sino también en otras relaciones familiares. “En una familia patriarcal la cuestión económica se convierte en una forma de disciplinar el grupo familiar y de “premiar” y “castigar” a aquellos miembros de la familia que se comportaron de acuerdo al mandato del pater, con frecuencia acompañado de la figura de una madre infantil, sometida y a la vez beneficiada con cierto estándar social y económico que la figura del hombre le brinda. Esto se traslada generacionalmente”, explica Laura Cantore, abogada especialista en violencia económica.
En muchos femicidios surge así un móvil económico que a veces puede parecer no tener una razón directa sobre un odio al género, pero sí deja de manifiesto la voluntad de controlar la vida de esa mujer a través de la administración de su dinero o la negación a dividir los bienes en caso de los divorcios o herencias, que agravan situaciones previas de control sobre la otra persona.
Por caso, la justicia por estos días investiga el móvil de la muerte de Nelly Rosa Lucero, de 93 años, asesinada el 5 de febrero de este año en La Cumbre. En marzo detuvieron a un vecino (65 años) quien residía en la planta baja del domicilio y tenía una copia de las llaves de la vivienda de la víctima. El imputado tenía una relación estrecha con la mujer y ella le había cedido los derechos hereditarios que tenía sobre el inmueble. La relación se rompió con el remate de la propiedad y los reclamos de la mujer. La fiscal, a su vez, detuvo a un hombre de 60 años por encubrimiento agravado.
Por su parte, uno de los últimos femicidios de Córdoba, el de Milagros Bottone, asesinada por su padre, venía de una larga historia de violencia de género en todas sus modalidades contra la madre de la joven y sus hijas. El aspecto económico era uno de los puntos mencionados por Mercedes Martínez, madre de Milagros y exesposa de Bottone, quien contó cuáles eran los puntos de conflicto en ese sentido. Ambos estaban separados y arreglando el acuerdo para divorciarse. Sin embargo, él reclamaba una parte de los bienes que no ingresaba en el divorcio, sino que eran de Mercedes por ser heredados.
Los conflictos económicos suelen afectar a las familias y especialmente a las mujeres quienes han sido históricamente relegadas del manejo del dinero en el hogar.
Cuando se refiere a los vínculos, Cantore sostiene que “las parejas se quiebran frecuentemente por tres razones: violencia, sexo y dinero. El dinero está asociado al ejercicio del poder familiar”.
Femicidios y violencia económica
Para la especialista la relación entre los femicidios y la violencia económica “representa una cifra negra”. De hecho la violencia económica es una de las formas de violencia menos estudiada.
A pesar de esto, los incipientes avances indican que hay dos perspectivas desde donde se puede analizar la violencia: una de ellas es que la ausencia de independencia económica deja a la mujer en situación de vulnerabilidad y más expuesta a diferentes formas de violencia, incluido el femicidio; y la segunda es que existen femicidios directos e indirectos originados por razones netamente económicas.
“Respecto a la falta de autonomía económica, la mujer que padece abuso físico, sexual y/o psíquico y de poder, que además carece de ingresos propios, o gana menos que el hombre en el trabajo mientras tiene que educar a su prole asumiendo tareas de cuidado, se encuentra atrapada y sin salida en una situación de gran vulnerabilidad”, indica Cantore.
“Por su parte, respecto a los femicidios con motivo de la violencia económica parece interesante distinguir dos supuestos: el femicidio directo donde se asesina a una mujer para obtener determinado bien o ventaja económica, y el femicidio indirecto donde la mujer acorralada por situaciones económicas termina deprimiéndose y con frecuencia suicidándose”, agregó Cantore.
En estos casos el dinero se vuelve equiparable a un supuesto “afecto que en cierto contexto provee además status social. “La ausencia de dinero equivale a un ‘no ser querida’ y a una pérdida de ese status. Agreguemos a esto la frecuente carencia de entrenamiento y capacitación para trabajar en ámbitos no privados”, indica Cantore.
Y subraya que es importante advertir este tipo de factores dentro del sistema estructural en el que se desarrolla la violencia de género para poder prevenirla y erradicarla.
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