La Voz del Interior @lavozcomar: Voto dividido en Córdoba, con mensaje unificado para el país

Voto dividido en Córdoba, con mensaje unificado para el país

Si se descuenta el silencio de la abstención, en Córdoba el voto positivo se partió en dos. Sin embargo, el mensaje para el resto del país fue mayor a uno más uno. Para explicar esa curiosidad política que se rebela contra las matemáticas conviene repasar el desarrollo de la elección cordobesa; hasta el momento, por volumen y densidad, la más relevante del arduo calendario comicial de las provincias argentinas.

La primera variable significativa para explicar la ecuación fue la caída en el volumen de participación. En Córdoba se registró un reflujo de votantes más que incipiente, que comienza a confirmar una tendencia a la abstención que venía insinuándose en otras elecciones distritales menos decisivas. Esa tendencia todavía no tiene una explicación sociológica precisa, pero huelga suponer que influye el cansancio por una de las crisis económicas más prolongadas de la historia reciente. Pero seguramente también incide la cuanto menos extraña respuesta que propone el sistema político para procesar los conflictos que esa misma crisis entrega: cronogramas electorales extenuantes, desdoblamientos comiciales arbitrarios, fechas de votación establecidas con un nivel de discrecionalidad indisimulable.

En segundo lugar, como en ninguna otra provincia, fue en Córdoba donde la campaña electoral estuvo influida por los crujidos del sistema de coaliciones que dio cuenta de la diversidad política argentina desde 2015 en adelante. Córdoba y el país se entregaron a un ida y vuelta de revisiones políticas, entre urgentes y traumáticas, que impactarán a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. Así como la discusión de las alianzas tuvo en Córdoba un momento bisagra, el resultado de la elección provincial se proyecta ahora a nivel nacional para devolverle un nuevo insumo político. Y el resultado confirmó el reacomodamiento ideológico de toda la escena nacional, ahora más lejana del populismo de centroizquierda que fue hasta hace poco la narrativa dominante.

Hay un dato que grafica esa tendencia con mucha nitidez: avanzado el escrutinio provisorio, el kirchnerismo se ubicaba anoche en el sexto puesto de la elección cordobesa. Todos sus votantes entrarían -apretujados, pero completos- en el estadio del club Belgrano del tradicional barrio Alberdi de la capital cordobesa. No vale la pena señalar el dato para recargar las tintas en la declinación de Cristina Kirchner, sino para remarcar el desplazamiento masivo del electorado hacia un pliego de ideas políticas cada vez más distantes del populismo.

Migración masiva

Esa confirmación del nuevo sesgo político dominante que se proyecta hacia el resto del país comenzó cuando en Córdoba se registró el hecho más disruptivo de la campaña electoral: la discusión de la nueva conformación de Juntos por el Cambio o su eventual alianza con el gobernador Schiaretti. Si se observa con atención el curso de los acontecimientos posteriores, allí comenzó a trazarse una parábola que concluyó con el repliegue de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires, su derrota en la construcción de la fórmula presidencial del oficialismo y el giro al pragmatismo que unificó al peronismo territorial en torno a Sergio Massa. Esa migración masiva desde el populismo con narrativa de izquierda hacia opciones políticas más en el centro o a la derecha del espectro político acaba de tener una confirmación contundente con la elección cordobesa. Comenzó en Córdoba con la controversia sobre el “frente de frente” y terminó con el 80% de los votos positivos ubicados conceptualmente en esa coalición que nunca llegó a nacer.

En tercer lugar, la elección cordobesa promete abrir un nuevo e inevitable capítulo de esa discusión. Dos candidatos presidenciales tomaron posición en los dos lados del voto dividido en dos: Juan Schiaretti y Patricia Bullrich. Bullrich llegó temprano a Córdoba. La suya no era una decisión difícil. Después del tropiezo de Horacio Rodríguez Larreta al intentar el parto con fórceps del “frente de frentes”, Bullrich ganaba sólo con venir a Córdoba, independientemente del resultado que obtuviera Luis Juez. Sacó ventaja no sólo frente a Rodríguez Larreta, sino también ante el electorado de Javier Milei.

Schiaretti siguió la elección cordobesa con dos novedades complicadas para su candidatura: diseñó el calendario electoral para provincializar la campaña y terminó siendo el principal factor de su nacionalización, en los términos menos convenientes para sus seguidores. La segunda novedad es que el peronismo nacional después de ese traspié del cordobesismo, eligió como candidato a Sergio Massa, que intentará correr por el mismo andarivel ideológico. Ahora comienza otra campaña para Schiaretti, el candidato, donde deberá extremar los esfuerzos para conseguir el objetivo de mínima: la tracción de un bloque legislativo nacional propio.

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