Con tecnología de vanguardia, Córdoba trabaja en la detección de elementos tóxicos en material biológico
Desde el año 2020 investigadores del centro científico y tecnológico Ceprocor llevan adelante el proyecto “Alternativas en el análisis de materiales biológicos. Determinación de elementos traza” con el fin de crear nuevas metodologías para tratar fluidos biológicos.
En nuestro organismo existen muchos elementos químicos de forma natural que se reflejan en sangre, orina, y plasma como el selenio, el cobre, cromo, zinc o manganeso. Pero también están presentes otros considerados tóxicos como el plomo, cadmio, mercurio, arsénico y aluminio.
Estos últimos generalmente se encuentran en vestigios o trazas, es decir, en concentraciones muy bajas que para estos casos se miden en partes por millón (ppm).
Sin embargo, puede pasar que la incorporación crónica de algún contaminante en bajos niveles con el tiempo se exacerbe y genere problemas de todo tipo, incluso neurológicos.
Por este motivo, es indispensable contar con métodos confiables que permitan mediciones más eficaces, las cuales puedan luego aplicarse en estudios de relevancia o en tratamientos clínicos más adecuados.
Técnicas de vanguardia
En el trabajo del equipo del Ceprocor se utiliza la técnica multielemental ICP MS, la cual fue probada en ejercicios interlaboratorios y programas internacionales como el G-EQUAS de Alemania.
“La técnica ICP MS o plasma masa es una metodología analítica de alta complejidad que goza de muy buena capacidad de detección. Permite conseguir límites de detección sub ppm (por debajo de la parte por millón) de manera cuasi simultánea”, explica en diálogo con La Voz Marcela Inga, coordinadora de la Unidad de Espectroquímica del centro de investigación cordobés.
La ventaja de esta técnica es que puede determinar con mucha precisión un conjunto muy amplio de elementos a la vez, a diferencia de otros métodos más antiguos y lentos que solo detectan un elemento químico por día como la lámpara de absorción atómica para selenio.
“Con la plasma masa se hacen barridos secuenciales de forma muy rápida y en entre 4 y 6 minutos se puede obtener información de 30 elementos en una misma muestra. Es una tecnología de vanguardia y de referencia internacionalmente”, agrega la investigadora.
Funciona como una metodología mixta que acopla dos partes: un espectrómetro de masa que trabaja con un alto nivel de vacío y un plasma de acoplamiento inductivo al que se encuentra vinculado. Permite determinar átomos de diferentes elementos y se puede aplicar en una diversidad de matrices.
Aplicaciones
Los resultados que estos análisis puedan arrojar tienen un abanico de aplicaciones entre las que se destaca su uso para determinar diagnósticos clínicos.
En ese sentido, muchas veces se utilizan para confirmar intoxicaciones debido a que hay una diferencia entre la contaminación crónica ambiental normal y la aguda, provocada por consumir algo con altos niveles contaminantes.
Lo que definirá si una muestra presenta algún valor anómalo en estos casos será que la concentración se encuentre por encima de algún valor de referencia.
“También se pueden usar en la industria farmacéutica porque hay medicamentos de origen biotecnológico que derivan de muestras de sangre. Muchas veces estos remedios se inyectan y al tener contacto directo con las vías sanguíneas es importante monitorear su calidad, sobre todo ante la presencia de potenciales contaminantes”, señala Inga.
Otra aplicación de estos métodos es determinar los valores de referencia de elementos químicos presentes en el organismo de alguna población en particular. Para ello se debe contar con una cantidad de muestras que sea representativas de ese conjunto habitantes y así obtener datos generalizables al total poblacional.
“Los valores considerados normales son típicos de una población específica. No son los mismos valores los de Canadá que los de India. Hay lugares que pueden tener un valor de referencia alto respecto de algún elemento y aún así los habitantes tener salud porque están habituados”, refiere la investigadora.
De esta manera, los valores de referencia de Canadá o India no serán iguales sino que estarán determinados por la ubicación geográfica, el entorno ambiental, el agua y los alimentos que consumen los ciudadanos y hasta por el aire que inhalan.
“Teniendo en cuenta esto puede pasar que a futuro estas técnicas de detección colaboren en la elaboración de normativas ambientales que dependan de definir valores umbrales para algunos contaminantes químicos elementales”, completa la científica.
Por último, la información obtenida por estas alternativas de medición ayuda a determinar biomarcadores de exposición los cuales se basan en el monitoreo de aquellas personas que cotidianamente se encuentran en contacto con algún contaminante.
Esto se refiere, por ejemplo, al caso de trabajadores de curtiembres donde se utiliza el cromo, un compuesto potencialmente dañino. Ocurre algo similar con gente que trabaja en la preservación de la madera e impregnan postes con químicos que contienen cobre y boro.
También es útil en el caso de personas expuestas por cuestiones ambientales de la zona donde viven como áreas rodeadas de industrias químicas, otras por las que pasa un río contaminado o aquellas donde el arsénico está presente de forma natural.
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