La Voz del Interior @lavozcomar: La violencia que se anuncia

La violencia que se anuncia

En la política argentina, existen dos propuestas altamente rentables. Ambas son demagógicas y populistas. Una es el clásico “que se vayan todos”, o su nueva fórmula que apunta a la crítica a “la casta” política. La otra, consiste en un puñetazo sobre la mesa: demostrar gran energía y proponer cambios radicales, con efectos benéficos instantáneos.

Es exactamente lo que muchos argentinos quieren escuchar: que nuestra situación mejore con la sola asunción de un nuevo gobierno que dé en la tecla apropiada y que todo comience a andar bien de una vez y para siempre, sin dolor para nadie.

Pueblo y gobierno

Si no hay soluciones instantáneas es porque los políticos son incapaces y corruptos. Tal la afirmación sencilla que gana gestos de asentimiento como si se tratara de la verdad revelada. Muchos votantes se hacen los distraídos respecto de un hecho esencial: que son ellos (“el pueblo”) quienes modelan a los políticos a través de las señales que les van dando con sus votos, a lo largo de los años, con sus sucesivas elecciones.

Advertir sobre las dificultades que vendrán no atrae votantes. Al contrario, suman voluntades quienes ofrecen las vías más fáciles. Son legión quienes ven con claridad que con un par de botones bien apretados, las soluciones estarán al alcance de la mano. Somos muy propensos a gustar de las propuestas duras y luego enfurecernos contra la clase política al primer aumento del precio de los combustibles.

En otras palabras: los dirigentes políticos son producto de las decisiones electorales de los votantes. Somos nosotros quienes, a través del voto, vamos expresando nuestras preferencias y vamos modelando la personalidad de quienes nos gobiernan. En tal sentido, cada pueblo tiene el gobierno que se merece.

Es muy confortable la idea que pinta a un pueblo laborioso y noble traicionado por políticos que sólo buscan enriquecerse, despreocupados del destino del país. Pero no es certera. La clase política es consecuencia directa de las decisiones electorales que tomamos, por difícil que sea aceptarlo.

Piedras y fuego

La convicción acerca de las soluciones fáciles está harto extendida y habita la base misma de las manifestaciones violentas en la calle. Es la materia prima sobre la que trabajará el peronismo una vez que sea desplazado del poder en los comicios presidenciales.

Los sucesos de Jujuy anuncian el país que viene. Lo institucional es desbordado por la violencia con cualquier pretexto. Grupos de piqueteros, sindicatos y partidos políticos aportan militantes para el incendio, más allá de toda razón. No enarbolan ningún programa ni obtienen votos en los comicios. Sólo piedras y molotovs.

Es, muy probablemente, el escenario que se avecina a nivel nacional. Y es la intención explícita del Gobierno actual. Las variables económicas reprimidas han construido una olla a presión y deberán ser necesariamente liberadas.

Más allá de una mayor o menor habilidad política, habrá efectos que serán inevitables y generarán insatisfacción y malestar que no tendrán solución inmediata. Esa base, más la creencia de que existe una vía para el bienestar fácil e instantáneo, es el material propicio para construir rebeliones violentas, impregnadas de patriotismo y loas al pueblo y su derecho al bienestar.

Desde el poder

El siniestro episodio del Chaco revela otro aspecto de la violencia en la que chapotea la política argentina. Gobiernos enquistados en el poder desde hace décadas, apenas limitados por recientes fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cuyos principales fondos provienen de recursos federales genuinos (coparticipación de impuestos) y otros que no lo son tanto (aportes del Tesoro nacional).

El asesinato de Cecilia Strzyzowski presuntamente a manos de una familia vinculada al gobierno de Jorge Capitanich puso en evidencia el uso inapropiado de recursos públicos y su derivación hacia organizaciones privadas que van construyendo un poder paralelo al margen del Estado, con reglas propias, donde abundan la violencia y la coacción. El caso del Chaco es una reiteración de lo ocurrido en Jujuy con Milagro Sala y que se replica en varias provincias.

De tal modo, no resulta excesivamente osado anunciar que se avecinan tiempos difíciles, con elevados ingredientes de violencia, cualquiera sea el resultado electoral que se produzca.

No siempre las circunstancias permiten ejercer, con cierta impunidad, el distribucionismo irresponsable de los recursos públicos. Las consecuencias adversas pueden postergarse durante un tiempo, pero siempre llegará la factura.

Los peronistas no deberían ignorar que incluso Juan Domingo Perón debió rectificar el rumbo durante su segunto mandato, cuando se acabaron los recursos y resultaba imposible continuar con la fiesta de los primeros años.

Diseñó entonces su Segundo Plan Quinquenal, que fue encabezado por una frase del propio Perón que mantiene su vigencia: “Los hombres y los pueblos que no sepan discernir la relación del bienestar con el esfuerzo, no ganan el derecho a la felicidad que reclaman”. Frase muy distante a la que se prefiere declamar hoy y que enuncia que “donde hay una necesidad, nace un derecho”.

Esta demagogia irresponsable yace detrás de la violencia que se anuncia.

* Analista político

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