Agricultura regenerativa: el giro estratégico con el que Bayer quiere duplicar su mercado potencial
Rodrigo Santos -brasileño, de 50 años cumplidos hace menos de un mes- se paró sobre el escenario. Rubio, vestía camisa azul, pantalón gris claro y zapatillas negras, con ribete blanco. A sus espaldas, en la pantalla enorme pantalla de Led, sobre un fondo oscuro, brilla una imagen de la Tierra: colorida, redonda… única.
«Enfrentamos dos grandes desafíos: la seguridad alimentaria y el cambio climático», introdujo el ejecutivo, líder mundial de la división Crop Science de Bayer. «Para 2050, habrá un 20% de la producción de alimentos perdida por el cambio climático y se dispondrá de un 20% menos de tierras para uso agrícola. Pero, al mismo tiempo, habrá más de 2200 millones de personas nuevas que deberán comer, lo que incrementará los requerimientos de alimentos y bebidas en un 50%», cuantificó. «Para Bayer, eso significa dos cosas: más productividad (hacer más con menos) y restaurar más la naturaleza», avanzó. «La agricultura regenerativa es el futuro de esta industria», definió, en el Innovation Summit que el gigante alemán realizó en Nueva York, a poco más de 150 metros de donde estaban las Torres Gemelas.
En la ciudad que nunca duerme, Bayer anunció un giro estratégico de la división con la que canalizó la compra de Monsanto -u$s 63.000 millones, en 2016- y que generó 25.200 millones de euros de los 50.700 millones que facturó en 2022 el grupo alemán, que también tiene intereses en Pharma (19.300 millones de euros) y Consumer health (6100 millones).
Con su focalización en agricultura regenerativa, ambiciona acceder para 2030 a nuevos mercados potenciales por 100.000 millones de euros anuales, con lo que, prácticamente, duplicará los más de 100.000 millones de euros que mueven los segmentos en los que tiene presencia en la actualidad (semillas, eventos biotecnológicos, protección de cultivos y digital). Sólo el pipeline de productos y soluciones que hoy está en etapa de investigación y desarrollo (I+D) le generará un pico de ventas de hasta 30.000 millones de euros, informó la empresa en su presentación.
«Tenemos que hacer las cosas de una forma diferente en la agricultura. Ahí entra el concepto de agricultura regenerativa», explicó Santos. «No es una palabra de moda: es la conjunción entre el incremento de la producción de alimentos, la mejora de los ingresos de los granjeros, la resistencia al cambio climático y la protección de la naturaleza», avanzó.
«Nosotros, como empresa, podemos darle a la agricultura regenerativa una escala grande. En primer lugar, por nuestro tamaño global. Y, en segundo, por nuestro posicionamiento en el mercado, como líderes en la provisión de soluciones», señaló.
Los segmentos en los que Bayer identificó esa duplicación de sus mercados potenciales son la fertilidad de los cultivos, los productos biológicos, los biocombustibles (con el desarrollo de insumos específicos para que su producción no afecte a la de alimentos), la agricultura de carbono y los servicios de aplicaciones de precisión, así como también las plataformas y mercados digitales.
Este esfuerzo hacia la agricultura regenerativa no sólo significa una expansión a nuevas categorías. También, implica una reconversión conceptual. «Cambiamos nuestra mentalidad: ya no hablamos de productos, sino de sistemas. Vemos a muchos de nuestros productos como sistemas basados en soluciones», indicó Santos.
Con este arsenal -que valora tanto los terabytes de información capturados en un lote, como sus rindes y las toneladas de dióxido de carbono que capture esa producción-, Bayer proyecta dar forma a la agricultura regenerativa en más de 161 millones de hectáreas. «Esto incluye la mejora de la productividad, el bienestar social y económico de los productores y las comunidades, la conservación del agua, la mitigación del cambio climático, la mejora de la salud del suelo y la conservación y la restauración de la biodiversidad», indicó la empresa, en el comunicado del anuncio.
Bayer informó que está invirtiendo en su pipeline de desarrollos para acelerar la entrega de esas soluciones. En 2022, avanzaron 15 proyectos, incluidos nuevos ingredientes activos para la producción de cultivos, nuevos eventos de semillas y modelos digitales. En semillas, la alemana actualizó su portafolio con 500 nuevos lanzamientos de híbridos y variedades, y 10 lanzamientos de nuevas formulaciones y más de 250 nuevos registros. El año pasado, la inversión en I+D de Crop Science fue de 2600 millones de euros, casi la mitad de los 6200 millones que desembolsó el grupo con base en Leverkusen por ese concepto.
Los desarrollos giran en torno a cinco plataformas de innovación: breeding (crecimiento), biotecnología, química, biología y ciencia de datos, explicó Robert Reiter, jefe de I+D de Bayer Crop Science. «Es mucho más que estas plataformas por sí solas: es la convergencia de esta innovación lo que nos permite generar soluciones sistémicas para resolver nuestros desafíos más apremiantes. Los productores necesitan la mejor genética con los mejores eventos biotecnológicos de su clase. Necesitan guías de siembra basadas en datos para saber cuándo y dónde sembrar esos cultivos. Y necesitan moléculas de productos de protección de cultivo pequeñas, de menor impacto, con soluciones biológicas de final de campaña y aplicaciones de precisión para proteger esos cultivos de manera sustentable», amplió.
El nuevo juego: sustentabilidad, edición genética y protección intelectual
«‘Sustentabilidad’ es el nuevo nombre del juego», se escuchó en la previa del evento, organizado en el One Liberty Plaza, rascacielos de 54 pisos construido para albergar a la US Steel, en algún momento,supo ser también sede de Merrill Lynch y en cuyas dos plantas más bajas hoy funciona el espacio de coworking donde se realizó el Innovation Summit de Bayer, al que asistieron periodistas de todo el mundo, entre ellos, este cronista.
El otro concepto fuerte que apalanca este giro estratégico es que, ya en palabras de sus ejecutivos, «el futuro de la agricultura es la edición genética». En tal sentido, el trabajo se concentra en la creación de semillas de diseño para productores en cultivos como maíz, soja, algodón y vegetales. Bayer, además, está hibridando cultivos básicos como el arroz y el trigo, para mejorar su productividad y sustentabilidad. Por ejemplo, en el caso del arroz -tercer cultivo de mayor volumen del planeta- para reducir significativamente el uso de agua que demanda su producción. En términos generales, Bayer quiere reducir un 25% el uso de agua utilizada en cada kilo de arroz producido para 2030.
En semillas de maíz -categoría donde Bayer tiene un share del 50% en la Argentina-, la alemana proyecta una facturación futura de 6100 millones de euros. En soja, en tanto, lanzó más de 150 nuevas variedades en 2022, hasta integrar un portafolio de más de 850 que se comercializan en América latina. La empresa lidera este cultivo en los Estados Unidos y también juega fuerte en Brasil.
En la Argentina, tercer mayor productor de soja del planeta, Bayer salió de este negocio hace dos años, para reorientar sus inversiones hacia proyectos más rentables e innovadores, «que promuevan una mayor competitividad en la agricultura», explicó en ese momento.
Si bien no lo explicitó entonces, en la industria, se dio por hecho que uno de los factores que gravitó en la decisión fue la falta de una Ley de Semillas nueva, que reemplace a la actual, que tiene 50 años e incentiva más la multiplicación de semillas para propio uso que la inversión hecha en su desarrollo. El resultado es un 40% del cumplimiento de propiedad intelectual en el país contra un 70% que, por ejemplo, existe en Brasil. Según la campaña, la soja oscila entre primer y segundo mayor cultivo del país en la Argentina, donde, tras la compra de Monsanto, el campo pasó a ser el 80% del negocio de Bayer.
«Muchas empresas buscan defender sus derechos. Este tipo de innovaciones tienen ocho, 12, 15 años de desarrollo. Queremos generar en los países estructuras para proteger los derechos de protección intelectual sobre esa inversión», respondió Jess Christiansen, head de Sustentabilidad y Administración de Negocios de Crop Science, luego de la presentación, en diálogo con El Cronista. «Queremos ser cooperativos con esos gobiernos para construir esquemas que preserven los derechos de propiedad intelectual», agregó.
Más temprano, también ante la consulta de este diario, Matthias Berninger, ex legislador del Partido Verde alemán y actual responsable de Asuntos Públicos, Ciencia y Sustentabilidad de Bayer, respondió: «Hoy a la mañana, nos costó mucho convencer a nuestros inversores de que desembolsábamos 2600 millones de euros en investigación y desarrollo de estos productos. Lo mínimo que ellos esperan, entonces, es que protejamos esos derechos de propiedad intelectual».
«En la Argentina, hoy, estamos en una situación lose-lose. Por un lado, la falta de protección de nuestros derechos de propiedad intelectual contribuyó a que nos retiráramos del negocio de la soja. Pero, también, sabemos que hay miles de productores que, con nuestras soluciones, podrían mejorar su productividad», agregó.
No obstante, la transformación que encara Bayer en su negocio agrícola busca un impacto global, más allá de las circunstancias de cada mercado. «En Brasil, hay pocos propietarios que poseen muchas tierras», ejemplificó Berninger. «Tenemos que darles a los dueños motivos para que conserven sus tierras con bosques. Y, por otro lado, ayudarlos a hacer mucho más productivos los campos en los que están trabajando ahora para que no tengan que deforestar otros», indicó, en relación a la combinación de incentivos económicos, como la captura de carbono, y la aplicación de las soluciones técnicas y digitales en los cultivos.
«Son iniciativas que conducen a que Brasil no se siga deforestando y, en consecuencia, evitar el agravamiento de muchos más problemas relacionados con el cambio climático, como la sequía que sufrió este año la Argentina», agregó.
Según Berninger, hay tres factores que harán que estas innovaciones sean costeables para los productores. «El primero es la escala. Otro, la competencia: no somos la única empresa en este mercado y eso es lo que hará que los precios sean competitivos. Y un tercer factor es que hay determinados productos y soluciones que necesitan ser introducidos rápidamente en el mercado», señaló. «En ese caso, priorizaremos escala sobre rentabilidad».
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