Solamente mala fama: por qué la ortiga es útil en el jardín
Para algunos, la ortiga es una mala hierba que hay que combatir. Para otros, es mucho más: un ingrediente para ensaladas, un remedio contra las plagas y un espacio en el jardín donde revolotean las mariposas.
En el jardín ya no tiene tan mala fama, porque ayuda a los animales y a otras plantas, por lo que tiene sentido dejar crecer tranquila a esta supuesta mala hierba. No obstante, es mejor frenar un poco su fuerte impulso de crecimiento, aconsejan los expertos.
Solamente mala fama: por qué la ortiga es útil en el jardín
Hay muchas razones para permitir que las ortigas crezcan en el jardín. Empezando por el hecho de que pueden cosecharse como verdura. Esta planta silvestre rica en proteínas contiene vitamina C, además de hierro, potasio y flavonoides. Con las hojas recién cosechadas se pueden preparar batidos, pesto, ensalada y una variante de espinacas.
Pero las ortigas son, sobre todo, fuente de alimento para numerosos animales. “Los pájaros se comen sus semillas y las orugas de muchas mariposas, sus hojas”, explica la ambientalista Verena Jedamczik.
La mariposa pavo real y la ortiguera, la protea y la atalanta, por ejemplo, incluso se especializan en ortigas. Estas garantizan la supervivencia de sus especies: “No pueden reproducirse sin esta planta”, afirma Jedamczik.
Por eso, la experta aboga por no podar la ortiga o asegurarse de hacerlo solamente fuera de los periodos de desarrollo de los insectos. Y las hozadas con los valiosos ingredientes antes mencionados, como proteínas, ácido silícico y vitaminas, no deben desecharse, sino utilizarse para el cuidado y fortalecimiento de otras plantas.
Ortiga verde como abono gratuito
Los brotes de ortiga cortados se pueden trocear y utilizarse como mantillo en el huerto y bajo los arbustos, o también se pueden incorporar al suelo. De este modo, los nutrientes son absorbidos gradualmente por la tierra y fertilizan las demás plantas.
También es factible hacer un purín con las hojas, que puede ser utilizado como abono líquido. Para ello, se mezcla un kilogramo de material vegetal fresco, picado grueso, y diez litros de agua. La mezcla debe fermentar durante 14 días. “La fermentación habrá terminado cuando ya no suban burbujas”, detalla Jedamczik.
Esta mezcla tiene muy mal olor, por lo que Jedamczik desaconseja utilizarla para las plantas de interior. Si bien la adición de harina de roca puede atenuar en algo el olor, es mejor colocar el recipiente de fermentación a cierta distancia del balcón, la terraza y los vecinos.
El abono líquido resultante se diluye con agua en una proporción de 1:10 y se distribuye con la regadera.
Y hablando de abono, es importante considerar que la ortiga posee otra buena cualidad. “La ortiga es una planta indicadora”, dice la horticultora Christine Volm. Donde crece la ortiga, explica, el suelo debe ser rico en nitrógeno, un nutriente que de otro modo hay que añadir con fertilizantes.
Pero, a pesar de las muchas buenas razones para dejar crecer esta planta silvestre en el jardín, tampoco hay que excederse. En otras palabras, es mejor no permitir que la ortiga se expanda sin control. Esto se debe a que esta hierba se propaga fuertemente bajo tierra con rizomas y además siembra vástagos.
Por eso, Verena Jedamczik aconseja darle a la planta un rincón del jardín donde pueda desarrollarse libremente. Sin embargo, si tiene la especie más común, la ortiga mayor (Urtica dioica), en su terreno, bien vale la pena trazar una barrera de raíces en el suelo. De ese modo, el crecimiento quedará confinado a un lugar concreto. La experta aconseja asimismo cortar pronto las cabezas de semillas, para evitar la siembra de estas últimas.
Simplemente… comerla
Y cuando sencillamente hay demasiada ortiga en el jardín, simplemente puede optarse por comerla como parte de una dieta diversificada.
Lo que resulta importante es colocarse guantes al cortarla y trabajarla, para que los pelos urticantes no provoquen ronchas dolorosas en la piel.
Para volver inocua a la ortiga, a fin de poder procesar sus hojas sin molestias, la horticultora Christine Volm descubrió que los pelos no hacen más daño si se los alisa en dirección hacia la parte superior de la planta.
Otra alternativa es poner las hojas y brotes recién cosechados directamente en la batidora y procesarlos, o colocarlos entre dos hojas de papel de horno y pasarles encima con un rodillo o palo de amasar.
* DPA
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