Acercamientos y rupturas antes de las Paso
A punto de cumplir su tercer período como gobernador de Córdoba y tras un cuarto de siglo de su partido gobernando la provincia, Juan Schiaretti ha comunicado que se autopercibe cercano a Juntos por el Cambio e incluso se ofreció para participar de unas Paso ampliadas.
Tiene motivos fundados para esa convicción. En Córdoba se ha dado un hecho curioso que quizá sea lo que el gobernador quiere explorar con beneficio. Ha sido esta provincia la que le dio el triunfo nacional a Mauricio Macri en 2015 pero, a la vez, cuando tocó el turno de votar para gobernador, la victoria correspondió al peronismo local, por buenas diferencias.
En los comicios de 2019, Schiaretti fue elegido con el 53% de los votos, pero cuando se eligieron diputados nacionales, dos años después, apenas alcanzó el 25%.
¿Por qué esta diferencia? Al parecer, los cordobeses lo aceptan como gobernador pero no quieren saber nada con él ni con el peronismo de Córdoba cuando se trata de cargos nacionales. Probablemente piensen que, a nivel nacional, los diputados y senadores de Schiaretti suman al peronismo nacional, o sea, a Cristina Kirchner. Y entonces, no lo votan. Si es así, esa percepción de los cordobeses no sería para nada antojadiza. Todo lo contrario.
Si bien Schiaretti ha marcado diferencias con el kirchnerismo a partir de la crisis del campo en 2008, cuando recién asumían él y Cristina sus respectivos gobiernos, en el transcurso de las sucesivas presidencias peronistas, los diputados de Schiaretti han apoyado numerosas iniciativas impulsadas por el kirchnerismo.
De tal modo, hasta ahora el apoyo de los votantes cordobeses al gobernador se ha limitado a la provincia de Córdoba y no incluye sus incursiones nacionales. Quizá esto sea el resultado inevitable del “cordobesismo”, concepto ideado por José de la Sota, que apenas lo proclamó, bajó su propia lista de diputados nacionales en beneficio de Cristina Kirchner.
Amores cruzados
Macri no ha podido trasladar al radicalismo local el apoyo que él cuenta en Córdoba. Juntos por el Cambio triunfa aquí cuando se trata de comicios nacionales pero pierde cuando se votan cargos locales. Ahora bien, ¿podrá Schiaretti lograr que los votos que él recibe en Córdoba puedan pasar a Martín Llaryora? Es incierto. Quizá sea esa duda lo que lo ha impulsado a mostrarse cercano al frente que sostiene a su principal oposición en la provincia.
Más allá de la intención de Schiaretti, existe una base real sobre la que puede construirse esta alianza: una acentuada diferencia de matices al interior del frente opositor. Son varios los dirigentes del radicalismo que tienen una historia de rispideces con Macri y, a la vez, se muestran inclinados por acercarse de un modo u otro a algún sector del peronismo. Gerardo Morales fue aliado de Massa en Jujuy, Martín Lousteau integró el gobierno de Cristina Kirchner como ministro de economía.
Ellos y otros dirigentes radicales (en general, de extracción alfonsinista) no ocultan su distancia con Macri y con Patricia Bullrich ni sus simpatías hacia el peronismo no kirchnerista. Mantienen una alta resistencia hacia la economía de mercado y una fuerte inclinación hacia un populismo más moderado, que ellos creen visualizar en algunos dirigentes peronistas.
Sin exagerar demasiado, podría decirse que la afinidad de Horacio Rodríguez Larreta y algunos radicales con ese peronismo es más fuerte que sus simpatías por Macri. De igual modo, el ex presidente parece sentirse más cómodo con Javier Milei que con el propio jefe de gobierno porteño. En algún momento, este sistema de enamoramientos cruzados puede sincerarse y hacer estallar a Juntos por el Cambio y, a la vez, recomponer los sistemas de alianzas a escala nacional.
Maniobra arriesgada
Las disputas al interior del frente opositor, que tanto fastidian a algunos analistas, son comprensibles. Allí se disputa lo que en fútbol se denomina como una final anticipada. ¡Cómo no “pelearse”, entonces! Muy probablemente, se dirime ahí quién será el próximo presidente de la nación. Además, las diferencias entre los pre candidatos son tan robustas que han tensionado la alianza opositora y la han puesto en las proximidades de una ruptura. Los estilos, los proyectos y las intenciones de Rodríguez Larreta y Bullrich son bien distintos. Por eso no es tan sencillo ponerse de acuerdo.
Como fuere, el intento aliancista del gobernador de Córdoba no parece haberle salido bien. Puede haber decidido a los numerosos macristas que lo votaron varias veces para que gobernara Córdoba, a redireccionar su voto hacia Luis Juez, que cuenta con el apoyo explícito de todos los dirigentes nacionales de Juntos por el Cambio.
Pronto sabremos cuál ha sido el verdadero resultado de su tardío y forzado intento.
* Analista político
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