Legados literarios: ¿qué hay que hacer con la obra de Borges?
Cuál será el destino del legado literario de Jorge Luis Borges es una pregunta abierta que mantiene en vilo al campo cultural argentino.
Tras la muerte de María Kodama, heredera de los derechos universales del escritor, se especulaba que universidades de Japón y de Estados Unidos podrían ser las custodias de la obra del autor de El Aleph, y se daba por hecho la existencia de un testamento que hasta el momento brilla por su ausencia.
Días después de la muerte, el pasado 26 de marzo, ante la inexistencia de un documento que expresara la voluntad de la viuda y albacea, circuló la versión de que los derechos podían quedar en manos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pero inmediatamente hubo otro giro inesperado: cinco sobrinas y sobrinos de Kodama, hijas e hijos de su hermano Jorge (fallecido en 2017), se presentaron en la Justicia para reclamar el patrimonio de su tía y los bienes intangibles que constituyen la obra de Borges.
Todavía no se sale del shock. Mientras el caso se dirime en los tribunales, figuras del ámbito intelectual vienen expresándose sobre la posible gestión a futuro (nuevas ediciones, derechos de traducción, custodia de los manuscritos) del legado borgeano. ¿Sería deseable la conformación de un comité de expertos? ¿Podría crearse en la Biblioteca Nacional un archivo que garantizara el acceso público a un acervo de tanta trascendencia?
Preguntas
Una de las incógnitas por develar es cómo se llegó a esta situación de incertidumbre referida a la obra de la figura de mayor relevancia de la literatura argentina.
María Kodama se había hecho fama de custodiar con mano de hierro la obra del autor de Ficciones y protagonizó episodios rocambolescos, como haber perseguido judicialmente al escritor Pablo Katchadjian por el supuesto plagio que implicaba usar un cuento de Borges para su texto experimental El Aleph engordado, que circuló de manera casi privada a través de unos 200 ejemplares, y muchos iban de regalo entre conocidos.
Muchas decisiones de la albacea fueron controversiales. Pero casi nadie dudaba de su celosa dedicación a resguardar los derechos.
“Lo que pasó forma parte de un estilo –sentencia en diálogo con Número Cero el escritor Alejandro Vaccaro, biógrafo de Borges–. Kodama era una persona que ponía el énfasis en estar todo el día litigando, iniciando juicios, y de un día para el otro dejó todo a la buena de Dios”.
“No tenga dudas de que hubo imprevisión. Y no lo pienso solo yo, lo piensa cualquiera que analice la situación. Cuando uno llega a una cierta edad, tiene que calcular que se puede morir. Y en el caso de que uno no tenga herederos forzosos, es imprescindible hacer un testamento”, analiza el autor de la voluminosa e imprescindible biografía Borges. Vida y literatura, cuya nueva versión acaba de publicarse en Emecé.
Escritor y coleccionista, Vaccaro preside la Fundación El Libro y es el titular de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade).
Su pasión por Borges arrancó hace más de 40 años y nunca aflojó. “Lo patrimonial a mí no me interesa –señala–. Quedará todo en manos de los sobrinos. Lo único que importa ahora es que se pueda editar de mejor manera la obra de Borges, que está muy mal editada”.
En la Argentina, el sello que publica a Borges desde hace años es Sudamericana, propiedad del grupo Random House. Allí han salido los cuatro tomos que componen su Obra completa, los tres volúmenes de Textos recobrados, y alrededor de 25 libros individuales y de bolsillo. La editorial confirmó que el plan de publicaciones seguirá adelante.
“La obra de Borges está pésimamente editada”, enfatiza Vaccaro. Pero aclara: “Esto no es responsabilidad de Random House, a cuyos editores eximo de culpa. En un caso como este, es responsabilidad del heredero”.
Pese al caos y las incertezas, el biógrafo ve una posibilidad: “Lo que hay que hacer ahora es dar un debate sobre cómo debe ser editado. Borges es un escritor complejo, porque modificó su obra a lo largo de su vida. Es importante que actúen especialistas y conocedores. Lo ideal sería que se conformara una comisión de expertos. En ese sentido, se abre una chance de editarlo mejor. Antes era imposible”.
Recientemente se conoció también la triste noticia de la muerte de Julieta Colombo, sobrina y albacea de Quino (Joaquín Salvador Lavado), el creador de Mafalda.
Desde 2020, Colombo era asimismo la representante legal de la obra de su tío. Una de sus últimas acciones había sido firmar un convenio con el gobierno de la provincia de Mendoza (de donde era oriundo el genial dibujante), en carácter de apoderada, para la digitalización de toda la obra del artista.
Hasta el momento, no parece haber ningún inconveniente ni laberintos legales en relación al legado del gran humorista gráfico.
No es el caso de Borges.
Una de las incógnitas a develar es cómo se llegó a esta situación de incertidumbre referida a la obra de la figura de mayor relevancia de la literatura argentina.
Testamentos
Daniel Mecca dirige el Centro de Atención al Lector, una iniciativa que busca crear comunidad entre quienes aman los libros (es una red social con página propia), y es el creador del festival BorgesPalooza. En el ADN de su trabajo de divulgación e interpretación está la idea de que el autor de Historia de la eternidad no es un escritor difícil, no está condenado al museo, y es patrimonio de todos y todas.
El poeta y periodista bautizó con el nombre de “Kodamagate” a la trama legal sobre el legado borgeano. Y confiesa que la ausencia de testamento es un “desenlace” que lo tomó por sorpresa.
“La señora Kodama ocupaba un lugar de guardiana de los derechos de la obra de Borges que alcanzó puntos realmente polémicos y antipáticos”, afirma. Y pone como ejemplo el caso Katchadjian: “Su demanda por plagio contra el autor de El Aleph engordado, un ejercicio dadaísta, conceptual, que no estaba desvinculado de las propias ideas que desarrollaba Borges en su literatura, se dio de un modo disciplinador. Ese es el rol que ella ocupaba como custodio de la obra”.
Mecca recuerda la existencia de dos testamentos confeccionados por Borges: uno de 1979 y otro de 1985.
“El de 1979 ya la designaba a Kodama como heredera universal de los derechos de la obra de Borges –explica–. En el testamento de 1985 se ratifica eso, pero se modifica algo sustancial respecto al dinero que le dejaba a Fanny, la ama de llaves de Borges. En el de 1979 era la mitad de la plata, tanto en efectivo como lo que había en cuentas de bancos extranjeros; y según el testamento de 1985, a Fanny le quedaron algo así como 2.500 australes. Eso fue un golpe muy fuerte para Fanny, quien va a terminar desalojada por un oficial de Justicia. Es una historia que termina de manera muy triste para alguien tan importante en la vida de Borges”.
En opinión de Daniel Mecca, es necesaria otra precisión: “El casamiento de Borges y Kodama vía Paraguay, en 1986, no modifica el testamento. No importa si se casaban o no se casaban, ella ya era la heredera universal. Hay que decir también que existen cuestionamientos a las presuntas irregularidades en ese casamiento”.
¿Cuánto dura el juicio?
Otro interrogante clave es cuánto podría durar el juicio sucesorio.
“Esa pregunta es muy difícil de responder porque depende de varios factores. Por ejemplo, la cantidad de personas que se presenten en el trámite sucesorio de María Kodama y que acrediten interés legítimo. Puede durar poco, aproximadamente un año, o puede durar muchos años. Depende del termómetro actual de la Administración de Justicia”, explica la abogada cordobesa Virginia Juárez, especialista en derechos culturales y autora del libro Herramientas legales para la cultura.
“Lo que la Justicia tiene que analizar para declarar herederos/herederas es que quien se haya presentado al Juicio Sucesorio lo pueda acreditar, sea por instrumentos legales para tales efectos, como ser un testamento, o por una relación familiar. Los derechos de autor se pueden transmitir luego de fallecida la persona a todo aquel que invoque un derecho legítimo. Y esa persona pasa a ser ‘titular de derechos de autor’”, suma la abogada.
Borges desencadenado
Más allá de la cuestión patrimonial, según Daniel Mecca lo más interesante sería generar un debate conceptual sobre el legado borgeano.
“Algo fundamental es lo que todavía no pasó –argumenta–. Es decir, todo el potencial de literatura que sigue como el río de Heráclito desplazándose, modificándose y empujando hacia adelante. No solo es lo presente, el patrimonio de Borges es lo futuro, y por eso es tan importante esta discusión”.
Al igual que Alejandro Vaccaro, Mecca cree que se abre una chance de ir a fondo: “En este laberinto surrealista, me parece que hay una oportunidad de que el país pueda hacerse cargo de los derechos de Borges en el sentido más democrático posible. Yo estoy de acuerdo con que la obra pase a ser gestionada por la Biblioteca Nacional, de un modo autárquico, es decir, con un comité de expertos con diversas y plurales ideas en torno a la obra de Borges, pero independiente de los gobiernos”.
“Creo que es una oportunidad lo que sucedió para que como país rediscutamos cuál queremos que sea la política en torno a la obra –enfatiza–. Cuando digo ‘como país’, digo que nos involucremos como lectores. No se necesita ir a la universidad para tener un título de lector. Todos tenemos derecho a la obra de Borges. No es una literatura para eruditos. Que todos podamos acceder es algo que está en su obra”.
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