Los desafíos del trabajo del siglo 21
El mundo del trabajo viene cambiando de manera vertiginosa. La revolución tecnológica está modificando drásticamente la relación entre las personas y el sistema productivo, y en consecuencia estos cambios repercuten en todas las relaciones sociales. A diferencia de las anteriores revoluciones industriales, la actual se asocia a las nuevas tecnologías digitales y la economía del conocimiento, y tiene un nivel de complejidad y sofisticación que impacta de manera transversal en la estructura productiva y en el mundo del trabajo.
Con la primera revolución industrial, la baja o nula calificación de los trabajadores que se incorporaban a las fábricas no era un impedimento para su inserción, ya que el proceso productivo requería de mano de obra con escasa preparación. Hoy, la revolución tecnológica está cambiando los procesos de manera radical, y no sólo se requiere mayores niveles de calificación para los trabajadores que se incorporan; se necesita también que estén vinculadas a conocimientos específicos.
En ese contexto, hay sectores de la población que tienen más capacidad de adaptación y respuesta y transitan un camino de formación que les permitirá incorporarse sin dificultades al proceso productivo. Sin embargo, grandes sectores de clase media trabajadora y los sectores populares se distancian cada vez más de este mundo, y las brechas se agigantan a medida que crece la revolución tecnológica.
El efecto pandemia
Un caso que ilustra esta crítica situación se dio durante la cuarentena impuesta a nivel global por la pandemia. Si bien la modalidad de trabajo remoto se popularizó durante 2020 y buena parte de 2021, la realidad indica que sólo una pequeña parte de la masa trabajadora en los países en desarrollo tiene posibilidades reales de continuar sus tareas con ese formato.
Así, el teletrabajo que se activó durante la pandemia no pasó ni cerca de millones de personas que viven en la precariedad laboral en Argentina.
En ese sector, la cuarentena hizo estragos, pues el confinamiento no les permitió realizar changas, cartoneo o venta ambulante, por nombrar algunas de sus tantas formas de subsistencia. De esta manera, la situación actual de las grandes mayorías, proyectada a los próximos años, es delicada y requiere de acciones que aborden desde distintos ángulos las dificultades que se presentan.
Los oficios tecnológicos, claves para la inclusión
Las nuevas tecnologías irrumpieron como un tsunami en la sociedad, y la única alternativa es encauzar esa fuerza a favor de aquellos que se están quedando afuera, no sólo para incorporar al mercado laboral a las personas que se encuentran desocupadas, sino también para que los trabajadores en actividad puedan reconvertirse y continuar dentro del sistema productivo.
Para accionar y generar políticas públicas efectivas, se debe partir de un diagnóstico adecuado del mercado laboral. De nada sirve intentar formar a miles de programadores a través de programas específicos para sectores vulnerables, porque si bien se descuenta que el mercado los requiere, ese sector no está en condiciones de alcanzar esa meta en el corto plazo.
Por el contrario, pensar en oficios vinculados a las nuevas tecnologías que no estén tan alejados de las prácticas cotidianas de los trabajadores tenderá puentes entre el presente y el futuro. Por ejemplo, a un electricista no se le puede exigir que se transforme en programador senior, pero sí puede ampliar sus servicios y ser instalador de fibra óptica.
Para lograr la reconversión laboral, hay que dar pequeños pasos que nos acerquen a las nuevas necesidades. Los oficios tecnológicos son los nuevos empleos que se deben fomentar, identificándolos y formando a los trabajadores en ese sentido. No para que sean ingenieros en computación o analistas de sistemas, sino para que puedan realizar trabajos técnico-operativos, igualmente necesarios, como el mantenimiento de un brazo robótico, el testeo de software, el manejo de drones para vigilar el perímetro de una fábrica, o la instalación de redes y cableados.
Planificar estratégicamente el desarrollo
Estos puentes son complejos y requieren de un alto nivel de planificación, pero no son imposibles. El desafío de encontrar las herramientas para ingresar de manera armoniosa a la revolución tecnológica incluye planificaciones diseñadas entre el sector público y el privado. De otra manera, se corre el riesgo de que el mercado no sólo deje de lado a miles de trabajadores, sino que también afecte a las pequeñas y medianas empresas que no logren adaptarse al cambio tecnológico.
Resulta imprescindible acompañar a las pymes en la incorporación de nuevas tecnologías, debido a que en la mayoría de los casos no cuentan con los recursos materiales y de logística administrativa para encarar procesos de tecnificación, lo que las lleva a perder competitividad. Y es fundamental que puedan hacerlo, ya que el sector privado impulsa el crecimiento y genera trabajo masivo en Argentina.
Aun así, el nudo gordiano del desarrollo de los próximos años se encuentra en la gran cantidad de personas en situación precaria y de informalidad laboral, con muy poca gimnasia para el trabajo ordenado, producto de años de pobreza y marginalidad.
La única posibilidad de que no queden excluidos miles de trabajadores y que las grandes mayorías tengan la oportunidad de una vida plena, es a través de la planificación estratégica del desarrollo, en la que el Estado, junto a todos los sectores que componen el entramado productivo y científico-técnico, diseñen estrategias de corto, mediano y largo plazo para modificar este panorama.
Sólo así el futuro nos encontrará insertos en el plano internacional y el país podrá transitar una senda de progreso para toda la sociedad.
* Docente en las facultades de Ciencias Económicas de UNC y UBA
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